Capítulo 36

Al día siguiente.

Ernesto esperaba a que le abrieran la puerta de la pensión de doña Inés, para recoger a Aranza. Jorge, el inquilino al que ya conocía, salió y lo saludó con amabilidad.

—Pasa —refirió—, Aranza no demora mucho —indicó el hombre.

—Muchas gracias —respondió, entonces ingresó y tomó asiento, sacó su móvil, y se puso a leer sus mensajes desde la sala, a continuación, un par de murmullos, se comenzaron a escuchar:

— ¿Cuándo vamos a decirles a todos que tenemos una relación? —el doctor cuestionó.

—No me presiones, todo lleva su tiempo —expresó doña Inés.

—Ten en cuenta que nosotros, no somos un par jóvenes —expresó él—, deberías aprender a esos muchachos —dijo—; tienen poco tiempo conociéndose y se ve que se mueren por estar juntos.

Ernesto ladeó los labios, sabía que se referían a ellos, entonces, comenzó a escuchar con claridad la manera en la que se besaban. Volvió a mover su cabeza y se dio cuenta que estaban en la cocina.

—¡Martín! —doña Inés pronunció jadeando— ...Des
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