Capítulo 44

—Detente —Ernesto solicitó, presionando con firmeza sus dientes y la ayudó a ponerse de pie.

—¿No hago bien mi trabajo? —cuestionó mordiendo de manera sensual su labio inferior.

—Ese es el problema —refirió, mientras la acercaba más por sus voluminosos glúteos—. Te has graduado con honores —gruñó.

—Vaya que alivio ya me estaba preocupando.

Las manos de Ernesto acunaron su rostro, besándola con agitación, provocando que ambos se encendieran más, sintiendo como sus cuerpos se avivaron, clamando hacerse uno solo. La recostó sobre el lecho, su lengua comenzó a hacer estragos sobre el cuerpo de la chica que yacía debajo de él.

Aranza no pudo contener un delicioso gemido que le arrancó; no había nada como sus besos o la forma en la que él la tocaba. Suspiró profundo esperando con gran urgencia a que la hiciera suya. Ya que no había nada en este mundo más ardiente, que la posesión de él.

Ernesto sintió como su miembro palpitaba, deseando hundirse en las profundidades de su chica, pero no pod
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