Arnulfo condujo hacia la dirección que le comentó doña Inés, descendieron justo cuando se comenzaba a ver el sendero llenos de pinos. Justo detrás de ellos dos camionetas tipo Hummer, se estacionaron y se acercaron los agentes del Fiscal.Todos los participantes de la búsqueda ajustaron sus impermeables, y guardaron las linternas.—El camino es complicado, por la lluvia, tengan cuidado —Arnulfo solicitó—, de acuerdo a lo que nos comentó doña Inés, tenemos dos posibles rutas que Aranza toma. —Señaló con una de su manos—, recorre entre diez y quince kilómetros, pasando por el lago —refirió.—Entendido —dijo el agente David—. Me voy con Óscar y René, tomaremos la primera ruta —refirió.Arnulfo afirmó con la cabeza, en ese momento se estacionó otro vehículo y descendió el doctor Martín.—Voy con ustedes —manifestó cubriéndose de la misma forma que los demás con su impermeable, además de llevar su maletín médico, sacó una camilla de rescate.—Muchas gracias —Ernesto expresó con sinceridad;
Durante el trayecto se reunieron con el otro equipo de Arnulfo, quienes se dedicaban a guiar con sus linternas el sendero, pausaban durante algunos para que el doctor revisara sus signos vitales, y que respirara.No tardaron mucho tiempo cuando se encontraron con Dalil y los paramédicos, que colocaron otra sábana térmica para cubrirla. Ernesto observó a su hermano y de inmediato lo abrazó, sin ocultar su aflicción.—Estará bien —expresó Dalil con seguridad.El joven subió a la ambulancia y se dirigieron de inmediato a la clínica.***Por la tarde.Alondra estaba sentada en uno de los sillones en donde arrullaba a Andy, dándole pequeños golpecitos sobre su espalda, luego de que hizo lo mismo con Lis, cuando volvieron a llamar a la puerta. Farah abrió y se encontró con Doña Inés, quien llevaba a Aby, muy bien abrigada.—Lamento mucho llegar así, pero la angustia me está matando —refirió la mujer.—No te preocupes —Farah respondió y le permitió el paso.Doña Inés le entregó a sus brazos
A la mañana siguiente.El doctor estaba sentado frente a la cama donde reposaba Aranza, cuidaba del funcionamiento de la máquina que usaban para calentar la sangre de la joven, esperando que eso ayudara para que lograra salir de aquella hipotermia.La chica retiró la mascarilla y giró su rostro, mostrando confusión.—¿En dónde estoy? —preguntó.El hombre sonrió y se acercó a ella.—Estás en la clínica del pueblo —informó.—¿De qué pueblo? —cuestionó confusa.—Estás en Guachochi, Chihuahua —el hombre respondió.Aranza respiró agitada.—¿Quién es usted? —indagó mirando hacia el interior del lugar.—Soy el doctor Martín —refirió con ternura—. Trabajamos juntos, ¿lo recuerdas? —cuestionó acercándose a ella.Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y negó con su cabeza.—No —dijo con voz inestable.Martín se aclaró la garganta.—Tranquila, debió ser por el golpe que te diste en la cabeza —mencionó—, ayer por la mañana saliste a correr y te accidentaste, es normal tu confusión —indicó—,
Aranza no podía dejar de llorar, su pecho dolía con gran aflicción.—¿Por qué? —cuestionó con dolor.Ernesto se acercó a ella y limpió sus lágrimas con la yema de sus pulgares, sus ojos se cristalizaron.—Las cosas no son como piensas —explicó—. No te engañe —expresó con la voz fragmentada—. Tienes que confiar en mí, bicho.—Será mejor que dejemos descansar a Aranza —Martín se acercó preocupado.La joven dirigió su grisácea mirada hacia el médico.—¿A quién se refiere? —cuestionó.—A ti —el hombre se aclaró la garganta.Ella negó con su cabeza.—Mi nombre es Aline —expresó—. Aline De la Garza —informó.El doctor Martín abrió los ojos de par en par y acercó su lamparita hacia las pupilas de la joven.—Tengo que llamar al neurólogo —comentó girando en su eje.—Ella dice la verdad —Ernesto alzó un poco su voz—. Su nombre verdadero es Aline y no Aranza —informó.Martín los observó sin poder comprender nada. Sacudió su cabeza con fuerza.—No comprendo —mencionó.—Ella sufrió un accidente h
Ernesto se aclaró la garganta, resopló y miró a su chica, no pudo ocultar la aflicción que su aceitunada mirada reflejó.—Lo que ocurrió aquella noche con Sandra tuvo consecuencias —manifestó—, tengo una hija con ella, su nombre es Lissette, ¿no te dice nada el nombre? —cuestionó.Aline se llevó las manos a la frente.—¿La conozco? —cuestionó con voz trémula.—Sí, estoy peleando la custodia con esa mujer, le has tomado cariño a mi hija —mencionó sin dejar de mirarla a los ojos.La joven presionó con fuerza sus párpados.—Lamento mucho agobiarte —Ernesto expresó con profundo pesar. Por hoy es suficiente, tienes que descansar para sentirte mejor y poco a poco, iremos hablando de todo lo que nos hace falta —indicó, acariciando su mano.Aline movió su cabeza afirmando.—Me siento agobiada —manifestó—, desearía tener todo el panorama claro y tomar el control de mi vida por completo.—Ya lo harás, tenlo por seguro. Estaré a tu lado —Ernesto expresó con firmeza.—Me parece que todo lo que pa
Luego de permanecer dormida durante un par de horas, Aline abrió los ojos y parpadeó en un par de ocasiones, entonces su mirada se reflejó en unas orbes aceitunadas.—¿Cómo estás? —una dulce voz cuestionó.Aline permaneció atenta a aquella mirada que de pronto le pareció algo melancólica, cálida, sincera, que le produjo una sensación de quietud.—Yo te conozco —expresó y sonrió sin poder evitarlo.Aquella joven mujer ladeó los labios y correspondió a su sonrisa.—Así es —respondió con la dulzura de su voz.La grisácea mirada de Aline se llenó de una fina capa de lágrimas, suspiró profundo y presionó sus párpados para liberar aquellas lágrimas que comenzaban a picar.—¡Alondra! —exclamó llena de emoción—, eres Alondra —expresó con alegría—, la hermana de Ernesto y mi mejor amiga —indicó sintiendo como su barbilla temblaba.Alondra limpió con el dorso de su mano sus mejillas.—Así es —manifestó—, me siento muy conmovida al saber que estás viva —expresó con voz fragmentada—, me has hech
Al día siguiente.Aline con ayuda de Ernesto se preparaba para salir del hospital, se sostenía del hombro de su novio, al estar ayudándole a colocarse un pantalón de pierna ancha y con elástico en la cintura. Aline emitió un profundo suspiro, su mente estaba en otra parte. Ernesto la observó elevando su mirada, desde donde se encontraba inclinado, frunció el ceño con extrañeza.—¿Todo bien? —preguntó, pero no obtuvo respuesta inmediata.Minutos después, la joven se animó a expresar lo que le sucedía.—Estoy nerviosa —Aline confesó con nerviosismo.Ernesto se puso de pie, tomó de su mano y la dirigió a uno de los sillones para que se sentara.—¿Por qué te sientes nerviosa? —cuestionó mientras retiraba un mechón de su cabello.—Aún no logro recordar el rostro de nuestra hija —manifestó—, no logro entender cómo es que ahora puedo recordar el pasado y no el presente —expresó mientras limpiaba sus lágrimas con sus dedos—, no puede ser que me haya olvidado de mi propia hija. —Sollozó.Erne
Una hora después. Sandra conducía por las curvas de las sierra, no podía evitar sentirse aterrada pensando que en cualquier momento la podrían detener, justo en ese instante recibió una llamada de Melanie. —Necesito que hablemos —la abogada refirió con voz seca. —Te prometo que en cuanto llegue a la ciudad, me reportaré contigo —Sandra explicó. —No puedo esperar tanto —indicó. Sandra estacionó su auto en un paradero turístico y descendió para continuar con la llamada de la abogada. —¿Qué ocurre? —cuestionó. —Me acaban de enviar una notificación de los juzgados —manifestó y se quedó en silencio unos minutos. —¿Cómo? —Sandra cuestionó agitada. —Se te está acusando de intento de homicidio —informó—, la señorita Aline De la Garza, te demandó—, además de maltrato infantil y negligencia, en contra de tu hija —refirió. — ¡No puede ser! —gruñó exaltada—. Tienes que hacer algo —ordenó. —Por eso mismo te llamo, para avisarte que mi firma no te representará más —aclaró. — ¿Qué dices?