A la mañana siguiente.El doctor estaba sentado frente a la cama donde reposaba Aranza, cuidaba del funcionamiento de la máquina que usaban para calentar la sangre de la joven, esperando que eso ayudara para que lograra salir de aquella hipotermia.La chica retiró la mascarilla y giró su rostro, mostrando confusión.—¿En dónde estoy? —preguntó.El hombre sonrió y se acercó a ella.—Estás en la clínica del pueblo —informó.—¿De qué pueblo? —cuestionó confusa.—Estás en Guachochi, Chihuahua —el hombre respondió.Aranza respiró agitada.—¿Quién es usted? —indagó mirando hacia el interior del lugar.—Soy el doctor Martín —refirió con ternura—. Trabajamos juntos, ¿lo recuerdas? —cuestionó acercándose a ella.Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y negó con su cabeza.—No —dijo con voz inestable.Martín se aclaró la garganta.—Tranquila, debió ser por el golpe que te diste en la cabeza —mencionó—, ayer por la mañana saliste a correr y te accidentaste, es normal tu confusión —indicó—,
Aranza no podía dejar de llorar, su pecho dolía con gran aflicción.—¿Por qué? —cuestionó con dolor.Ernesto se acercó a ella y limpió sus lágrimas con la yema de sus pulgares, sus ojos se cristalizaron.—Las cosas no son como piensas —explicó—. No te engañe —expresó con la voz fragmentada—. Tienes que confiar en mí, bicho.—Será mejor que dejemos descansar a Aranza —Martín se acercó preocupado.La joven dirigió su grisácea mirada hacia el médico.—¿A quién se refiere? —cuestionó.—A ti —el hombre se aclaró la garganta.Ella negó con su cabeza.—Mi nombre es Aline —expresó—. Aline De la Garza —informó.El doctor Martín abrió los ojos de par en par y acercó su lamparita hacia las pupilas de la joven.—Tengo que llamar al neurólogo —comentó girando en su eje.—Ella dice la verdad —Ernesto alzó un poco su voz—. Su nombre verdadero es Aline y no Aranza —informó.Martín los observó sin poder comprender nada. Sacudió su cabeza con fuerza.—No comprendo —mencionó.—Ella sufrió un accidente h
Ernesto se aclaró la garganta, resopló y miró a su chica, no pudo ocultar la aflicción que su aceitunada mirada reflejó.—Lo que ocurrió aquella noche con Sandra tuvo consecuencias —manifestó—, tengo una hija con ella, su nombre es Lissette, ¿no te dice nada el nombre? —cuestionó.Aline se llevó las manos a la frente.—¿La conozco? —cuestionó con voz trémula.—Sí, estoy peleando la custodia con esa mujer, le has tomado cariño a mi hija —mencionó sin dejar de mirarla a los ojos.La joven presionó con fuerza sus párpados.—Lamento mucho agobiarte —Ernesto expresó con profundo pesar. Por hoy es suficiente, tienes que descansar para sentirte mejor y poco a poco, iremos hablando de todo lo que nos hace falta —indicó, acariciando su mano.Aline movió su cabeza afirmando.—Me siento agobiada —manifestó—, desearía tener todo el panorama claro y tomar el control de mi vida por completo.—Ya lo harás, tenlo por seguro. Estaré a tu lado —Ernesto expresó con firmeza.—Me parece que todo lo que pa
Luego de permanecer dormida durante un par de horas, Aline abrió los ojos y parpadeó en un par de ocasiones, entonces su mirada se reflejó en unas orbes aceitunadas.—¿Cómo estás? —una dulce voz cuestionó.Aline permaneció atenta a aquella mirada que de pronto le pareció algo melancólica, cálida, sincera, que le produjo una sensación de quietud.—Yo te conozco —expresó y sonrió sin poder evitarlo.Aquella joven mujer ladeó los labios y correspondió a su sonrisa.—Así es —respondió con la dulzura de su voz.La grisácea mirada de Aline se llenó de una fina capa de lágrimas, suspiró profundo y presionó sus párpados para liberar aquellas lágrimas que comenzaban a picar.—¡Alondra! —exclamó llena de emoción—, eres Alondra —expresó con alegría—, la hermana de Ernesto y mi mejor amiga —indicó sintiendo como su barbilla temblaba.Alondra limpió con el dorso de su mano sus mejillas.—Así es —manifestó—, me siento muy conmovida al saber que estás viva —expresó con voz fragmentada—, me has hech
Al día siguiente.Aline con ayuda de Ernesto se preparaba para salir del hospital, se sostenía del hombro de su novio, al estar ayudándole a colocarse un pantalón de pierna ancha y con elástico en la cintura. Aline emitió un profundo suspiro, su mente estaba en otra parte. Ernesto la observó elevando su mirada, desde donde se encontraba inclinado, frunció el ceño con extrañeza.—¿Todo bien? —preguntó, pero no obtuvo respuesta inmediata.Minutos después, la joven se animó a expresar lo que le sucedía.—Estoy nerviosa —Aline confesó con nerviosismo.Ernesto se puso de pie, tomó de su mano y la dirigió a uno de los sillones para que se sentara.—¿Por qué te sientes nerviosa? —cuestionó mientras retiraba un mechón de su cabello.—Aún no logro recordar el rostro de nuestra hija —manifestó—, no logro entender cómo es que ahora puedo recordar el pasado y no el presente —expresó mientras limpiaba sus lágrimas con sus dedos—, no puede ser que me haya olvidado de mi propia hija. —Sollozó.Erne
Una hora después. Sandra conducía por las curvas de las sierra, no podía evitar sentirse aterrada pensando que en cualquier momento la podrían detener, justo en ese instante recibió una llamada de Melanie. —Necesito que hablemos —la abogada refirió con voz seca. —Te prometo que en cuanto llegue a la ciudad, me reportaré contigo —Sandra explicó. —No puedo esperar tanto —indicó. Sandra estacionó su auto en un paradero turístico y descendió para continuar con la llamada de la abogada. —¿Qué ocurre? —cuestionó. —Me acaban de enviar una notificación de los juzgados —manifestó y se quedó en silencio unos minutos. —¿Cómo? —Sandra cuestionó agitada. —Se te está acusando de intento de homicidio —informó—, la señorita Aline De la Garza, te demandó—, además de maltrato infantil y negligencia, en contra de tu hija —refirió. — ¡No puede ser! —gruñó exaltada—. Tienes que hacer algo —ordenó. —Por eso mismo te llamo, para avisarte que mi firma no te representará más —aclaró. — ¿Qué dices?
Lis se encontraba en la sala jugando con Aby, ambas ensamblaban una pila de bloques de distintos colores. Sonrió cuando Farah les llevó un par de panecillos que recién acababa de cortar.Arnulfo se acercó a ella y tomó asiento en la sala, miró a las pequeñas y sonrió.—Si todo sale bien en dos semanas estaremos de regreso —expresó.—Me alegra saberlo —ella respondió—, me siento dividida entre mis hijos —manifestó.—Lo sé, ¿te preocupa algo? —cuestionó.Farah suspiró profundo.—Sí, Dalil —mencionó.Arnulfo se quedó callado unos segundos.—Es un buen chico, en poco tiempo, se ganó el aprecio de todos —expresó.—Me alegra saberlo. —Suspiró profundo—, desearía saber que tiene una segunda oportunidad para el amor, tal y como Ernesto —manifestó.—¿Le has preguntado algo sobre su vida personal? —No, no me he atrevido, pero verlo solo, me hace pensar que su corazón, sigue resguardado. —Farah suspiró profundo.—Aprovecha que está en el país y que lo tienes cerca —refirió—, por fortuna nos es
Días después.Aline acababa de ser dada de alta, por lo que comenzaría a trabajar en la clínica, solo mientras de manera formal, llegaba alguien para reemplazarla. Durante los días que permanecería en el pueblo, decidió que era momento de despedirse de la gente, especialmente de doña Inés, la persona que más la había socorrido.Aunque no les decía que se iría por cuestiones de seguridad, les estaba dando un pequeño presente a las personas que asistían a la clínica. Justo en ese momento ingresó doña Inés.—Me dijeron que habías vuelto —refirió, sin poder ocultar su tristeza.—Sí, deseo apoyar al doctor Martín lo más que pueda —mencionó y la tomó de la mano, para que tomaran asiento—, deseo agradecerle todo lo que hizo por nosotras. —Sonrió con cariño.—No tienes nada que agradecer —respondió—, todo lo que hice, fue con mucho cariño, siempre supe que eras una gran persona y te veías tan sola, que me partía el corazón, me alegra mucho que recuperarás todo lo que te pertenece —mencionó—.