Capítulo 50

Aranza no podía dejar de llorar, su pecho dolía con gran aflicción.

—¿Por qué? —cuestionó con dolor.

Ernesto se acercó a ella y limpió sus lágrimas con la yema de sus pulgares, sus ojos se cristalizaron.

—Las cosas no son como piensas —explicó—. No te engañe —expresó con la voz fragmentada—. Tienes que confiar en mí, bicho.

—Será mejor que dejemos descansar a Aranza —Martín se acercó preocupado.

La joven dirigió su grisácea mirada hacia el médico.

—¿A quién se refiere? —cuestionó.

—A ti —el hombre se aclaró la garganta.

Ella negó con su cabeza.

—Mi nombre es Aline —expresó—. Aline De la Garza —informó.

El doctor Martín abrió los ojos de par en par y acercó su lamparita hacia las pupilas de la joven.

—Tengo que llamar al neurólogo —comentó girando en su eje.

—Ella dice la verdad —Ernesto alzó un poco su voz—. Su nombre verdadero es Aline y no Aranza —informó.

Martín los observó sin poder comprender nada. Sacudió su cabeza con fuerza.

—No comprendo —mencionó.

—Ella sufrió un accidente h
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