Capítulo 49

A la mañana siguiente.

El doctor estaba sentado frente a la cama donde reposaba Aranza, cuidaba del funcionamiento de la máquina que usaban para calentar la sangre de la joven, esperando que eso ayudara para que lograra salir de aquella hipotermia.

La chica retiró la mascarilla y giró su rostro, mostrando confusión.

—¿En dónde estoy? —preguntó.

El hombre sonrió y se acercó a ella.

—Estás en la clínica del pueblo —informó.

—¿De qué pueblo? —cuestionó confusa.

—Estás en Guachochi, Chihuahua —el hombre respondió.

Aranza respiró agitada.

—¿Quién es usted? —indagó mirando hacia el interior del lugar.

—Soy el doctor Martín —refirió con ternura—. Trabajamos juntos, ¿lo recuerdas? —cuestionó acercándose a ella.

Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y negó con su cabeza.

—No —dijo con voz inestable.

Martín se aclaró la garganta.

—Tranquila, debió ser por el golpe que te diste en la cabeza —mencionó—, ayer por la mañana saliste a correr y te accidentaste, es normal tu confusión —indicó—,
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