A la mañana siguiente.Lis estaba armando un par de bloques con ayuda de Arnulfo y Farah, mientras Ernesto se desocupaba de una reunión vía zoom. Justo en ese momento, Daniel llegó a la cabaña, luego de que la madre de su amigo abrió. Sonreía con ánimo. Se dirigió hacia la sala en donde estaban reunidos jugando con la pequeña.—¿Cómo estás? —Arnulfo se puso de pie.—Muy bien, gracias —dijo—. Traigo buenas noticias —mencionó.En ese momento Ernesto se acercó a él.—¿Escuché bien? —cuestionó con alegría y se acercó a Lis para sostenerla en sus brazos.Daniel afirmó con la cabeza.—Así es —respondió.— ¿De qué se trata? —Farah preguntó.—Logramos que el juez reconsiderara su postura luego de que le mostraramos un video que grabó mi socia Kenia —explicó con orgullo—. El hombre no tuvo más remedio que revocar la orden que dio.Ernesto resopló aliviado, su corazón se agitó de manera frenética.—Gracias al cielo —expresó abrazando a Lis—. Les estoy muy agradecido —dijo con sinceridad.—Sab
Un par de horas después.Aranza estaba abriendo la puerta de la pensión, cuando la SUV de Ernesto se estacionó frente a la casa, Ernesto descendió con rapidez y la estrechó por la espalda, acercando su rostro al de ella.—Lamento no haber llegado a tiempo —expresó—, estuve con Daniel —mencionó.—Estabas en buenas manos —Aranza respondió mientras cerraba sus ojos.—No, a él no lo puedo besar, ni hacerle el amor —susurró en su oído.Aranza sonrió y recargó su cabeza al pecho de él.—Eres terrible, un descarado —refirió.—Soy sincero —expresó—, además tengo un grave problema. —Presionó sus labios con fuerza, sacó su móvil y tipeó un mensaje.La chica frunció el ceño y lo miró con extrañeza, por unos instantes se preocupó, entonces, en cuestión de segundos el teléfono celular de ella vibró, al darse cuenta que se trataba de Ernesto, lo miró sin comprender y menos al leer lo que le llegó:—¿ABC? —cuestionó. —¿Qué quieres decir? —preguntó. Ernesto soltó una gran carcajada y sus manos se ac
Dos días después.Las puertas de la celda donde Sandra se encontraba detenida, se abrieron. La mujer tomó su abrigo y se puso, luego de haber pernoctado la noche ahí. Su pelirroja cabellera estaba alborotada, después de haber tenido una riña con una mujer, que la acusó de sentirse mucho y verla con altivez, además que el rimel y el delineado de sus ojos se encontraba corrido, por casi toda su cara.Inhaló profundo, sintiendo como su pecho ardía, al recordar cómo fue que un días posterior al encontronazo con aquella mujer a la que tanto odiaba, dos agentes la fueron a buscar al hotel donde se hospedaba, y la llevaron detenida por desobedecer la orden de alejamiento, que le hicieron llegar, luego de que la agredió en la fiesta.Se detuvo justo cuando observó a su abogado al salir de los separos.—No puedo creer que me hiciera pasar una noche completa con aquellos muertos de hambre —gruñó. — ¿Acaso no le pago para evitar esto? —gritó.El abogado observó cómo varios de los funcionarios de
—Detente —Ernesto solicitó, presionando con firmeza sus dientes y la ayudó a ponerse de pie.—¿No hago bien mi trabajo? —cuestionó mordiendo de manera sensual su labio inferior.—Ese es el problema —refirió, mientras la acercaba más por sus voluminosos glúteos—. Te has graduado con honores —gruñó.—Vaya que alivio ya me estaba preocupando.Las manos de Ernesto acunaron su rostro, besándola con agitación, provocando que ambos se encendieran más, sintiendo como sus cuerpos se avivaron, clamando hacerse uno solo. La recostó sobre el lecho, su lengua comenzó a hacer estragos sobre el cuerpo de la chica que yacía debajo de él.Aranza no pudo contener un delicioso gemido que le arrancó; no había nada como sus besos o la forma en la que él la tocaba. Suspiró profundo esperando con gran urgencia a que la hiciera suya. Ya que no había nada en este mundo más ardiente, que la posesión de él.Ernesto sintió como su miembro palpitaba, deseando hundirse en las profundidades de su chica, pero no pod
Ezequiel se encontraba con el cholo, hablando afuera de su casa, aprovechando que Mara se encontraba aun dormida. Ambos sostenían una taza de café y reían.— ¿Cómo ves la actitud de los trabajadores? —Ezequiel cuestionó.—Desde que les mandó a construir los cuartuchos, responden mejor —refirió.—Eso me agrada —respondió satisfecho—, dales un poco de migajas y todo marcha de maravilla, tengo que mandarle un ramo de flores a Aranza por sus buenos consejos —expresó.El cholo carcajeó divertido.—En eso tiene razón —respondió—, ya están listos para lo que se viene.
Horas más tarde.Ernesto revisando unos pendientes desde su computador, en cuanto finalizó lo que estaba haciendo, tomó su móvil y le envió un mensaje a su chica, para solicitarle su permiso de ir a recoger a Aby para que jugara con Lis.Luego de esperar unos minutos su respuesta, frunció el ceño al no obtenerla, imaginó que estaba ocupada en la clínica, por lo que se puso de pie para ir por un café.Ernesto escuchó un par de pequeños murmullos, dejó la taza que recién se había servido, sobre la mesa del comedor, entonces se acercó a su habitación y observó a Lis sentada sobre sus rodillas en su cama, interactuar con su muñeca favorita. Sonrió conmovido al ver sus cabellos enmarañados, además que lucía un mameluco en tono lila, su favorito, por lo se quedó en el umbral de la puerta viéndola jugando, sin decir nada.—Voy a llenar tu tina con agua fría —la niña le dijo enojada a su muñeca—, no llores. —Sacudió con fuerza su juguete—, papá va a venir pronto.—Tengo frío —imitó una pequ
Arnulfo condujo hacia la dirección que le comentó doña Inés, descendieron justo cuando se comenzaba a ver el sendero llenos de pinos. Justo detrás de ellos dos camionetas tipo Hummer, se estacionaron y se acercaron los agentes del Fiscal.Todos los participantes de la búsqueda ajustaron sus impermeables, y guardaron las linternas.—El camino es complicado, por la lluvia, tengan cuidado —Arnulfo solicitó—, de acuerdo a lo que nos comentó doña Inés, tenemos dos posibles rutas que Aranza toma. —Señaló con una de su manos—, recorre entre diez y quince kilómetros, pasando por el lago —refirió.—Entendido —dijo el agente David—. Me voy con Óscar y René, tomaremos la primera ruta —refirió.Arnulfo afirmó con la cabeza, en ese momento se estacionó otro vehículo y descendió el doctor Martín.—Voy con ustedes —manifestó cubriéndose de la misma forma que los demás con su impermeable, además de llevar su maletín médico, sacó una camilla de rescate.—Muchas gracias —Ernesto expresó con sinceridad;
Durante el trayecto se reunieron con el otro equipo de Arnulfo, quienes se dedicaban a guiar con sus linternas el sendero, pausaban durante algunos para que el doctor revisara sus signos vitales, y que respirara.No tardaron mucho tiempo cuando se encontraron con Dalil y los paramédicos, que colocaron otra sábana térmica para cubrirla. Ernesto observó a su hermano y de inmediato lo abrazó, sin ocultar su aflicción.—Estará bien —expresó Dalil con seguridad.El joven subió a la ambulancia y se dirigieron de inmediato a la clínica.***Por la tarde.Alondra estaba sentada en uno de los sillones en donde arrullaba a Andy, dándole pequeños golpecitos sobre su espalda, luego de que hizo lo mismo con Lis, cuando volvieron a llamar a la puerta. Farah abrió y se encontró con Doña Inés, quien llevaba a Aby, muy bien abrigada.—Lamento mucho llegar así, pero la angustia me está matando —refirió la mujer.—No te preocupes —Farah respondió y le permitió el paso.Doña Inés le entregó a sus brazos