Capítulo 42

Un par de horas después.

Aranza estaba abriendo la puerta de la pensión, cuando la SUV de Ernesto se estacionó frente a la casa, Ernesto descendió con rapidez y la estrechó por la espalda, acercando su rostro al de ella.

—Lamento no haber llegado a tiempo —expresó—, estuve con Daniel —mencionó.

—Estabas en buenas manos —Aranza respondió mientras cerraba sus ojos.

—No, a él no lo puedo besar, ni hacerle el amor —susurró en su oído.

Aranza sonrió y recargó su cabeza al pecho de él.

—Eres terrible, un descarado —refirió.

—Soy sincero —expresó—, además tengo un grave problema. —Presionó sus labios con fuerza, sacó su móvil y tipeó un mensaje.

La chica frunció el ceño y lo miró con extrañeza, por unos instantes se preocupó, entonces, en cuestión de segundos el teléfono celular de ella vibró, al darse cuenta que se trataba de Ernesto, lo miró sin comprender y menos al leer lo que le llegó:

—¿ABC? —cuestionó. —¿Qué quieres decir? —preguntó.

Ernesto soltó una gran carcajada y sus manos se ac
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