Capítulo 35

Justo cuando las detonaciones se escucharon, Aranza se lanzó hacia el césped, llevó sus manos hacia su cabeza, y presionó con fuerza sus ojos, al sonar aquellos fuertes impactos. En ese instante su cuerpo comenzó a temblar. Abrió de golpe sus párpados, al recordar aquel sueño en el que Ernesto estaba completamente ensangrentado y ella intentaba auxiliarlo.

Arnulfo de inmediato sacó su arma y repelió el ataque con gran dificultad, al haber civiles involucrados; sin embargo, al ver que los tres se tiraron al suelo, abrió fuego. El sujeto al sentirse sorprendido por aquellos disparos, de inmediato salió huyendo.

—Ve por Aranza —indicó, mientras buscaba a aquel delincuente.

Ernesto corrió hacia la joven, al acercarse, su mirada se enfocó en la silueta que estaba sobre el suelo.

—¿Estás bien Aranza? —cuestionó agitado al estar junto a ella. Tomó con sus grandes manos, su rostro y la miró a los ojos.

Aranza abrió los ojos al instante, al escuchar su varonil, voz. La joven se aferró a su cha
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