Un día después.Ernesto salió a recibir a Daniel y Kenia Beckmann, su socia quien llevaba el caso, ingresaron a la oficina del joven y tomaron asiento. Daniel observó una fotografía en la que su amigo estaba acompañado por Aline.Inhaló profundo al recordar lo abatido que quedó Ernesto, luego de que le dieron la noticia de su fallecimiento. De no ser por que a los siete meses nació Lis, pudo sobrellevar aquella pérdida y desde entonces, no le había conocido una pareja estable.Ernesto ladeó sus labios y sonrió al notar la forma en la que veía aquella imagen. Kenia carraspeó y colocó su portafolio sobre el escritorio, sacó su Ipad además de algunos documentos.—Hablé con la secretaria del juez Ramírez, quien lleva el caso de Lis —explicó, haciendo que ambos pusieran atención a ella—. Me comentó que no estaba agendada ninguna cita con la abogada Larrea, y de último momento solicitó que le hiciera un espacio —explicó—. Todo parece indicar que el magistrado le debe algún favor a la famili
Ernesto abrió los ojos de par en par, por instinto tomó del brazo a Aranza, y la cubrió con su cuerpo, al tiempo que la chica limpiaba su rostro. Una gélida mirada, se clavó en aquella indeseable mujer, que acababa de agredir a su novia.— ¿Qué demonios te sucede? —bramó furioso.El rostro de Sandra estaba desencajado, pálido, su barbilla temblaba.— ¡No puede ser! —exclamó con nerviosismo—. Me estoy volviendo loca —dijo, con el pecho agitado.Aranza frunció el ceño, giró su rostro para observarla, entonces, al distinguir la pelirroja melena, de aquella desquiciada fémina. Se dio cuenta que se trataba de nada más y nada menos que la mamá de Lis. Su corazón latió agitado, al darse cuenta que esa mujer era más peligrosa de lo que se había imaginado y de armas tomar.—Abogado —La voz de Arnulfo se escuchó—. Llévese a esta mujer y hágale saber que presentaremos cargos por lo que acaba de hacer —manifestó con dureza plantándose frente a ella, para evitar que dijera algo más.—Vámonos —el
A la mañana siguiente.Lis estaba armando un par de bloques con ayuda de Arnulfo y Farah, mientras Ernesto se desocupaba de una reunión vía zoom. Justo en ese momento, Daniel llegó a la cabaña, luego de que la madre de su amigo abrió. Sonreía con ánimo. Se dirigió hacia la sala en donde estaban reunidos jugando con la pequeña.—¿Cómo estás? —Arnulfo se puso de pie.—Muy bien, gracias —dijo—. Traigo buenas noticias —mencionó.En ese momento Ernesto se acercó a él.—¿Escuché bien? —cuestionó con alegría y se acercó a Lis para sostenerla en sus brazos.Daniel afirmó con la cabeza.—Así es —respondió.— ¿De qué se trata? —Farah preguntó.—Logramos que el juez reconsiderara su postura luego de que le mostraramos un video que grabó mi socia Kenia —explicó con orgullo—. El hombre no tuvo más remedio que revocar la orden que dio.Ernesto resopló aliviado, su corazón se agitó de manera frenética.—Gracias al cielo —expresó abrazando a Lis—. Les estoy muy agradecido —dijo con sinceridad.—Sab
Un par de horas después.Aranza estaba abriendo la puerta de la pensión, cuando la SUV de Ernesto se estacionó frente a la casa, Ernesto descendió con rapidez y la estrechó por la espalda, acercando su rostro al de ella.—Lamento no haber llegado a tiempo —expresó—, estuve con Daniel —mencionó.—Estabas en buenas manos —Aranza respondió mientras cerraba sus ojos.—No, a él no lo puedo besar, ni hacerle el amor —susurró en su oído.Aranza sonrió y recargó su cabeza al pecho de él.—Eres terrible, un descarado —refirió.—Soy sincero —expresó—, además tengo un grave problema. —Presionó sus labios con fuerza, sacó su móvil y tipeó un mensaje.La chica frunció el ceño y lo miró con extrañeza, por unos instantes se preocupó, entonces, en cuestión de segundos el teléfono celular de ella vibró, al darse cuenta que se trataba de Ernesto, lo miró sin comprender y menos al leer lo que le llegó:—¿ABC? —cuestionó. —¿Qué quieres decir? —preguntó. Ernesto soltó una gran carcajada y sus manos se ac
Dos días después.Las puertas de la celda donde Sandra se encontraba detenida, se abrieron. La mujer tomó su abrigo y se puso, luego de haber pernoctado la noche ahí. Su pelirroja cabellera estaba alborotada, después de haber tenido una riña con una mujer, que la acusó de sentirse mucho y verla con altivez, además que el rimel y el delineado de sus ojos se encontraba corrido, por casi toda su cara.Inhaló profundo, sintiendo como su pecho ardía, al recordar cómo fue que un días posterior al encontronazo con aquella mujer a la que tanto odiaba, dos agentes la fueron a buscar al hotel donde se hospedaba, y la llevaron detenida por desobedecer la orden de alejamiento, que le hicieron llegar, luego de que la agredió en la fiesta.Se detuvo justo cuando observó a su abogado al salir de los separos.—No puedo creer que me hiciera pasar una noche completa con aquellos muertos de hambre —gruñó. — ¿Acaso no le pago para evitar esto? —gritó.El abogado observó cómo varios de los funcionarios de
—Detente —Ernesto solicitó, presionando con firmeza sus dientes y la ayudó a ponerse de pie.—¿No hago bien mi trabajo? —cuestionó mordiendo de manera sensual su labio inferior.—Ese es el problema —refirió, mientras la acercaba más por sus voluminosos glúteos—. Te has graduado con honores —gruñó.—Vaya que alivio ya me estaba preocupando.Las manos de Ernesto acunaron su rostro, besándola con agitación, provocando que ambos se encendieran más, sintiendo como sus cuerpos se avivaron, clamando hacerse uno solo. La recostó sobre el lecho, su lengua comenzó a hacer estragos sobre el cuerpo de la chica que yacía debajo de él.Aranza no pudo contener un delicioso gemido que le arrancó; no había nada como sus besos o la forma en la que él la tocaba. Suspiró profundo esperando con gran urgencia a que la hiciera suya. Ya que no había nada en este mundo más ardiente, que la posesión de él.Ernesto sintió como su miembro palpitaba, deseando hundirse en las profundidades de su chica, pero no pod
Ezequiel se encontraba con el cholo, hablando afuera de su casa, aprovechando que Mara se encontraba aun dormida. Ambos sostenían una taza de café y reían.— ¿Cómo ves la actitud de los trabajadores? —Ezequiel cuestionó.—Desde que les mandó a construir los cuartuchos, responden mejor —refirió.—Eso me agrada —respondió satisfecho—, dales un poco de migajas y todo marcha de maravilla, tengo que mandarle un ramo de flores a Aranza por sus buenos consejos —expresó.El cholo carcajeó divertido.—En eso tiene razón —respondió—, ya están listos para lo que se viene.
Horas más tarde.Ernesto revisando unos pendientes desde su computador, en cuanto finalizó lo que estaba haciendo, tomó su móvil y le envió un mensaje a su chica, para solicitarle su permiso de ir a recoger a Aby para que jugara con Lis.Luego de esperar unos minutos su respuesta, frunció el ceño al no obtenerla, imaginó que estaba ocupada en la clínica, por lo que se puso de pie para ir por un café.Ernesto escuchó un par de pequeños murmullos, dejó la taza que recién se había servido, sobre la mesa del comedor, entonces se acercó a su habitación y observó a Lis sentada sobre sus rodillas en su cama, interactuar con su muñeca favorita. Sonrió conmovido al ver sus cabellos enmarañados, además que lucía un mameluco en tono lila, su favorito, por lo se quedó en el umbral de la puerta viéndola jugando, sin decir nada.—Voy a llenar tu tina con agua fría —la niña le dijo enojada a su muñeca—, no llores. —Sacudió con fuerza su juguete—, papá va a venir pronto.—Tengo frío —imitó una pequ