Cuando Kerr despertó, lo primero que sintió fue la cálida presencia de Vanya a su lado, no había perdido la forma de lobo durante la noche y la muchacha estaba acurrucada, con la cara metida entre el suave y oscuro pelaje de él.
Cuando se puso de pie, la cabeza de ella cayó al césped rebotando y abrió los ojos verdes asustada, por un segundo pareció nerviosa y no reconoció el lugar, pero en cuanto vio a Kerr pareció más tranquila. La madrugada dejaba de lado la oscuridad y la luz del sol despuntaba por sobre las copas de los árboles.
—¿Ya es hora de irnos? —preguntó ella y Kerr asintió con la cabeza. No le apetecía volverse humano, estaba cálido con el pelaje y no tenía ropa para cubrirse así que se agachó para que Vanya subiera sobre su lomo y la muchacha se lo quedó mirando —¿volveré a la celda fea llena de cucarachas? —preguntó y él ladeó la cabeza, no podía prometerle unas mejores condiciones, Víctor debería estar furioso con ella por escapar y con Kerr por dejarla escapar, así que como única respuesta se agachó más para indicarle que subiera. Vanya miró alrededor en el bosque, fue en ese instante en que ella comprendió que la vida que tenía antes no volvería, si la manada del bosque la estaba buscando, no era la única, así que subió al lomo de Kerr con un nudo en la garganta, entendiendo que su vida estaba ahora a Merced de la manada de Víctor y de lo que ella pudiera revelar contra su padre.
Acarició el pelaje de Kerr mientras él emprendía la carrera por el bosque, y no olvidó que estaba secuestrada, que su situación podía empeorar en cualquier momento y que le convenía tener al lobo de su lado, así que se apretó el corazón con el puño y aprovechó su cuerpo y su actitud coqueta para hablarle cerca del oído.
—Gracias por cuidarme —le dijo, y pensó que una vez comenzara a labrar en Kerr la duda, ya no habría marcha atrás, pero ella tenía que velar por su propia supervivencia.
Tardaron casi toda la mañana en salir del otro lado del bosque, cuando cruzaron el río Vanya se cayó y Kerr tuvo que perseguirla por los rápidos para evitar que se ahogara. Kerr pensó que fue divertido, pero la muchacha empapada casi muere de hipotermia de no ser por la piel cálida de él.
Cuando llegaron al bosque que estaba alrededor de la fábrica donde la manda vivía avanzó con cautela, estaba casi seguro que la otra manada estaría merodeando por los alrededores, pero por más que olfateó, no le llegó más que el olor de los patrulleros.
Uno de ellos se acercó cuando los percibió, y Vanya se tensó, de seguro pensó que era de la otra manada.
—¿Dónde han estado? —Le preguntó cuando Kerr lo dejó entrar en su cabeza.
—Caímos por el acantilado, tuvimos que pasar la noche en el bosque —contestó Kerr, el otro lobo lo miró extraño, luego apuntó con la punta de la nariz hacia la entrada de la fábrica.
—Víctor no está muy contento, dice que hiciste algo con la otra manda, no sé, mejor ve —Kerr tragó saliva, esperó que el Alpha no se desquitara con Vanya.
Avanzó y cuando llegó a la entrada recuperó la forma humana y Vanya casi se cae de bruces al suelo.
—Creo que no me acostumbraré a eso —le dijo ella y antes de que Kerr contestara la puerta se abrió y Sebastián salió con su ropa en la mano.
—Sentí tu hedor desde que cruzaste el arroyo —le dijo el mayor y le lanzó la ropa que Kerr comenzó a ponerse.
Cuando deslizó la chaqueta de cuero por sus manos señaló a Vanya.
—Llevala a la otra celda, y denle de comer —Sebastián se cruzó de brazos y Kerr se aclaró la garganta —por favor —Sebastián estiró la mano, agarró la muñeca de Vanya y se la llevó.
—Mejor ve con Víctor, parece que quiere matarte, más de lo normal —dijo Sebastián y antes de desaparecer por la puerta Vanya le dio una última mirada a Kerr, una de incertidumbre y él quiso decirle que todo estaría mejor, que él velaría porque todo estuviera mejor, pero cuando miró hacia arriba y vio que Víctor lo miraba por la ventana de la sala de reuniones, entonces comprendió que las cosas no parecían tener buen rumbo.
Cuando abrió la puerta de la sala del segundo piso, Víctor estaba reunido con otros miembros, y todos guardaron silencio cuando él entró, ya estaba acostumbrado a eso.
—¿Qué hiciste ahora, Kerr? —le preguntó Víctor, se notaba que estaba conteniendo la rabia.
—¿De qué hablas? —preguntó Kerr y Víctor avanzó hacia él rodeando la mesa.
—El Alpha de una manada que no conocíamos envió a un emisario —le dijo Víctor y caminó hacia él, tenía las mejillas pálidas enrojecidas — Pidió una reunión para hablar sobre una ofensa que le hiciste a él como Alpha y toda su manda —Kerr levantó las manos cuando Víctor se acercó demasiado, lo tomó por el borde de la chaqueta negra y lo estampó contra la pared —¡Sabes que estamos en una situación complicada¡ —le gritó y Kerr sintió el impulso de empujarlo de vuelta, pero no podía —¿Cómo pudiste faltarle al respeto a otro Alpha? —el hombre estaba muy cerca de él y Kerr pudo oler el aliento a café que tenía.
—Yo no le falté al respeto, él quería…
—¡Cállate¡ —le gritó Víctor y Kerr perdió el control, ayudado por su fuerza tomó a su Alpha por la solapa de la camisa y lo empujó. El otro perdió el equilibrio y tropezó cayendo de bruces sobre la mesa.
Todos los demás se pusieron de pie y palidecieron al instante, lo que acababa de hacer Kerr era un insulto, y forma de retar el liderazgo de su Alpha y no podía ser contestado con menos que una fuerte pelea, pero Kerr se sintió humillado, el otro Alpha quería a Vanya para torturarla y matarlo a él, ¿Tenía el cinismo de decir que era él el que le había faltado el respeto?
Víctor se puso de pie, tenía los ojos inyectados de rabia y Kerr pudo notar como los dientes comenzaban a alargarse, era la última oportunidad que tenía Kerr, si se humillaba ante él, el Alpha lo perdonaría, de lo contrario, la pelea sería a muerte, pero estaba cansado de humillarse, él merecía ser tratado con respeto y no entendía por qué Víctor le tenía ese odio ciego, y tampoco tenía ya ganas de averiguarlo. Sabía que Víctor era más fuerte, pero no le importó, levantó el mentón retador y comenzó a deshacerse de su chaqueta, pero la puerta de la sala se abrió y Sebastián apareció como un espíritu y se interpuso entre los dos hombres que estaban a punto de embarcarse en una pelea que acabaría indudablemente con la vida de uno de los dos, más probablemente la de Kerr.
—No haremos esto —les dijo Sebastián con las palmas de las manos sobre los pechos de ambos hombres.
—Él acaba de retar a su Alpha —le dijo Víctor sin apartar la mirada de Kerr —si no respondo a su ofensa la manada me verá cómo alguien débil —Sebastián negó con la cabeza.
—Deja esas tonterías Víctor, esos eran nuestros antepasados orgullosos y estúpidos. No tienes que responder a una ofensa matando a alguien no seas tonto —prácticamente Sebastián los estaba regañando, pero Víctor no pareció enojarse por eso, se sacudió la ropa y las mejillas poco a poco retomaron su pálido color.
—Yo no le hice nada al otro Alpha… —comenzó a decir Kerr, pero Sebastián extendió la mano hacia él.
—Vete, Kerr —le dijo, Kerr se agachó, recogió la chaqueta de cuero del suelo y salió azotando la puerta.
Pasó el resto de la mañana merodeando por ahí, el ataque de rabia le había quitado hasta el hambre, y se refugió en el techo de la fábrica evitando a cada miembro de la manada, incluso tuvo que regañar al hijo de Víctor que corrió a preguntarle donde había pasado la noche, tuvo que recordarle que su padre les ordenó no volver a charlar y el niño se alejó cabizbajo. Sebastián abrió la puerta y blanqueó los ojos cuando lo vio, ya era pasado el mediodía.
—Llevo horas buscándote —le dijo y Kerr no lo miró, se sintió furioso y preocupado, su arrebato podría costarle su permanencia en la manda —tengo un mensaje de Víctor.
—¿Quiere que me vaya? —le preguntó Kerr y el mayor asintió con la cabeza.
—Claro que sí, pero logré convencerlo de que no, a cambio, deberás estar en la reunión de esta noche con el otro Alpha y pedirle disculpas para evitar una guerra —Kerr se puso de pie negando con la cabeza.
—No le pediré disculpas por no dejar que me matara —Sebastián lo miró.
—¿Te quería matar?
—Lo hubiera hecho si no hubiera huido, pero Víctor no quiso escucharme, siempre con su m*****a arrogancia.
—Él solo intenta proteger a la manada —le dijo Sebastián y Kerr se golpeó el pecho.
—Pues yo también soy de la manada, él también debería velar por mi seguridad… por mi bienestar, pero su odio lo sobrepasa —Kerr de verdad sonó dolido, pero no le importó. Sebastián se acarició las sienes.
—Ustedes dos van a matarme —dijo y le señaló la puerta —Pues intenta contarle a Víctor, pero hablale despacito, recuerda que no quiere una guerra entre manadas, de todos es él el que más tiene que perder —Kerr recordó a su esposa embarazada y su hijo y asintió con la cabeza.
Kerr no sabía que podía llegar a pasar, pero no permitiría que el Alpha de la manada del bosque se apoderara de Vanya, por alguna razón pensar en la muchacha le produjo un hueco en el pecho.
Si estas disfrutando de mi historia, me encantaría saberlo en los comentarios. Gracias por leer. DiegoAlmary
Kerr bajó de la terraza con pasos suaves, la verdad no tenía ganas de ver a Víctor, mucho menos después del tremendo conflicto que habían tenido. Hubiera preferido contarle a Sebastián y que él le contara al Alpha, pero era mejor si lo hacía él mismo, así que bajó las escaleras metálicas mohosas y oxidadas y cuando llegó a la sala principal el almuerzo estaba terminando, la gran mayoría de los miembros estaban ahí, aunque la verdad no eran muchos, y cuando vieron a Kerr guardaron silencio, más de lo normal, de seguro ya se habían enterado de la pelea que había tenido con Víctor.Kerr quiso salir corriendo del lugar, pero cuando vio a Lina, la esposa de Víctor, la idea le llenó la cabeza, así que caminó hacia ella y se sentó a su lado en la banca larga. Ben, su hijo, se emocionó al ver a Kerr y el hombre le acarició el cabello.—¿Cómo estás? —le preguntó la mujer y Kerr se encogió de hombros.—No lo sé, si soy honesto —respondió y luego se dirigió al niño —Ben, recuerda que tu papá dij
Kerr esperó pacientemente a que Vanya terminara de almorzar, y le sorprendió que no hiciera ningún gesto feo al probar el puré de papa simple y el arroz frío, la manada estaba en decadencia, cada vez había menos qué comer y lo que habían sembrado aún se tardaría en cosecharse.Cuando ella dejó el vaso de agua junto al plato en el suelo, se volvió hacia Kerr, acercándose mucho a él y jugando con su cabello.—Papá siempre fue un mal padre —comenzó a contarle —Nunca estuvo presente en ningún momento importante de mi vida, parecía más un fantasma que otra cosa, incluso cuando un ladrón en la calle mató a mamá…—le apartó la mirada a Kerr —él estuvo solo un rato en el velorio, tenía mucho qué hacer.—Siento lo de tu madre —le dijo él y Vanya se encogió de hombros —¿Por eso elegiste ser policía? —ella asintió.—Cerca de donde murió ella había una estación, y aunque escucharon el disparo, tardaron mucho en llegar, tanto que ella murió en la calle desangrada.—Lo siento —repitió Kerr y ella no
Cuando Kerr llegó a la fábrica, a pesar de la hora, la mayoría de la manada estaba reunida en el comedor esperando atentos la llegada de su Alpha, y cuando lo vieron entrar sus rostros se llenaron de esperanza, era la primera vez en la vida de Kerr que lo miraban de esa forma, pero cuando le vieron el rostro las expresiones cambiaron de nuevo.Kerr había intentado no llorar, de verdad que lo había intentado, y hacía años que no lo hacía, pero le fue imposible contener las lágrimas de toda la ira que tenía, y aunque no lloró de forma desgarradora, su pálida piel y sus claros ojos se enrojecían bastante, así que se restregó la nariz bajo la atenta mirada de los demás y corrió por las escaleras hasta el duro catre que era su cama, levantó el colchón de paja y tomó la mochila que tenía debajo y comenzó a empacar sus cosas, no se quedaría ahí, claro que no, no le importaba lo que pudiera pasarle a la manada, si ellos no lo protegían, él no los protegería a ellos.Empacó sus cosas de dos gr
Kerr no entendió del todo el motivo de sus acciones, pensó que había sido una noche llena de malas emociones donde se había sentido más solo que nunca, y la presencia de Vanya lo relajó, por eso, cuando sintió los húmedos y carnosos labios de la mujer sobre los suyos, no pudo hacer más que colocar la mano en su cuello y atraerla hacia a él. Todo el cuerpo se le llenó de un calor incontrolable.La celda oscura y fría les devolvió el sonido de sus labios al succionarse el uno al otro. Kerr la besó profundamente, con pasión, desahogando en ella el rencor y la soledad.Buscó con la lengua y cuando encontró la de Vanya una corriente eléctrica le trepó por la columna y le recorrió el cuerpo, se detuvo en su ingle y el endurecido bulto palpitó cuando sintió la mano de ella posarse sobre él. Se apartó para mirarla a la cara.—Espera —le dijo, pero Vanya lo ignoró, saltó sobre él y se subió a horcajadas encima y Kerr dejó escapar el aliento cuando la mujer se restregó contra el bulto que cada
La luna ya no iluminaba como la noche anterior, las nubes oscuras cubrían parte de su luz, así que Kerr y los demás no eran capaz de ver completamente, pero Víctor les había dado la orden expresa de no transformarse.Cuando llegaron al punto de encuentro, cuatro hombres más los estaban esperando, pero el Alpha Rak no estaba.—¿Dónde está su Alpha? —les preguntó Víctor y uno de ellos, al que le faltaba un ojo, dio un paso al frente.—Nuestro Alpha está muy ocupado atendiendo otros asuntos —dijo —así que yo iré en su nombre —Sebastián estiró la conciencia hacia Kerr.—Para mi que tiene miedo —Le dijo burlón y Kerr no pudo negar que se le contagió un poco el ánimo burlón que tenía el hombre, pero no pudo dejar de sentir esa incertidumbre en el estómago. Lo que había pasado con Vanya y la idea que tenía Víctor de entregarlo le producían un nudo en el estómago que le amargaba la existencia —Ya Lina te dijo que él no te entregará —le dijo Sebastián. Kerr había olvidado que el otro hombre po
Kerr no supo exactamente cuándo perdió la conciencia, lo único que le alegró al abrir los ojos fue que el dolor había desaparecido, y sintió tanta paz por eso que casi se le escapa una lágrima.Abrió los ojos, el bosque comenzaba a aclararse por el sol que despuntaba tras las montañas a lo lejos. Estaba tirado en el suelo, con la ropa sucia rota, llena de tierra y hierba que se le quedaba pegada. Movió la mano para quitarse el cadillo que se le quedaba pegado a la camisa y el cuerpo entero le dolió, fue como si lo hubiera arrastrado un río y lo hubiera azotado contra todas las piedras, pero Kerr notó algo más allá que lo preocupó, un vacío grande dentro del pecho, como si le faltara parte importante del alma.Intentó extender la conciencia para ver si podía encontrar a alguien que lo ayudara, pero no pudo, su mente estaba en blanco, como encerrada en una celda de concreto irrompible. Se puso de pie con dificultad, por donde él se había arrastrado para llegar ahí se veía una pequeña
Kerr pasó la noche físicamente muy cómodo, la presencia de Vanya le traía una especie de paz que él no sabía que podía tener, pero dentro, en su cabeza, lo asaltaron pesadillas. El recuerdo del dolor que le produjo el líquido del dardo lo atormentó como una parálisis y cuando despertó en la mañana lo primero que sintió fue el olor a café que llenaba todo el lugar.Vanya estaba acostada a su lado, con la mano rodeando el torso de Kerr y el cabello oscuro cubriéndole el rostro y cuando él abrió los ojos los colores parecían haber regresado a la normalidad.Cayó sentado de un tirón con los sentidos al máximo y luego dio otro salto cuando vio a Víctor sentado frente a la celda en la silla del vigilante.—Recuperaste tu conciencia casi a medianoche —le dijo el Alpha y Kerr sintió un alivio en el cuerpo tan grande que casi suelta una carcajada. Los olores habían regresado, los colores se veían más intensos y logró sentir la fuerza de su lobo interno en el pecho.—¿Pasaste toda la noche pend
Kerr sintió miedo como hacía mucho no sentía. Clarisa se movía por todo el lugar desinfectando varios equipos quirúrgicos y él se quedó paralizado por un momento, hasta que con manos temblorosas se acercó a Vanya y le acarició el cabello.—Esto se pondrá feo —le dijo y ella lo miró a los ojos, los tenía enrojecidos y asintió con la cabeza.—La escuché, puedo soportarlo —le contestó, y aunque fingió sonar valiente la voz le tembló un poco.Víctor llegó acompañado de todo su séquito a la habitación y observó todo con los ojos abiertos.—Es apendicitis —le dijo Clarisa al Alpha — operamos ahora o se muere —Víctor asintió, volteó a mirar a uno de los más jóvenes que se asomaban por la puerta y prácticamente lo arrastró por la camisa.—En la ciudad, donde estaba mi casa, bajo la encimera del baño hay una tabla suelta —le dijo y el muchacho le prestó atención —dentro hay un botiquín, tráelo, ahí hay morfina —Clarisa lo miró apretando el entrecejo.—¿Y por qué apenas me entero? —le reclamó,