Kerr sintió como se le hacía un tremendo vació en el pecho mientras caía, Vanya gritó y se aferró al cuerpo del lobo con tanta fuerza que él pensó que lo rompería.
Los demás miembros de la manada del bosque no se atrevieron a seguirlos, así que Kerr aprovechó. De un movimiento agarró la ropa de Vanya y la quitó de encima de su lomo para protegerla del golpe, poniéndola sobre su estómago y volteandose para recibir todo el impacto. La sintió gritar, y quiso extender la conciencia hacia ella para calmarla, pero en medio de la caída no fue capaz de encontrar la concentración para hacerlo, y cuando su cuerpo chocó con el agua fría el impacto lo llevó a la oscuridad.
Tuvo un sueño extraño donde se sintió arrastrado por el agua, donde la oscuridad se hacía espesa como petróleo y no era capaz de pensar con claridad. Unas manos lo arrastraron, lo sintió, el frio lo invadió, y cuando abrió los ojos vio entre la bruma borrosa el cabello negro de Vanya y los ojos verdes que lo miraban desde arriba, y la oscuridad llegó y lo engulló por completo.
Cuando Kerr despertó, lo primero que sintió fue el frío que le entró en el cuerpo, el ambiente estaba helado y logró sentir un poco más allá la cálida sensación de una hoguera. Inconscientemente se volvió hacia ella, buscando el calor que necesitaba su cuerpo. Pensó en que podría transformarse, eso le ayudaría con el frío, pero se sintió cansado y aperezado, así que se conformó con voltear el rostro hacia el fuego y tratar de volver a conciliar el sueño, pero a su mente llegaron todas las imágenes recientes, los lobos atacando, el Alpha de la manada del bosque y la caída del acantilado y saltó dando un bote.
Cayó sentado sobre el césped en el que estaba acostado y comprobó que ya había caído la noche. Estaba desnudo, cubierto únicamente por una prenda que parecía un taparrabos, y estaba solo. A su lado había una hoguera que estaba por consumirse y volteó a mirar para todos lados en busca de Vanya, pero no la encontró. Era obvio que huiría a la primera oportunidad.
Se puso de pie, lo que le tapaba era la blusa de Vanya que estaba mal puesta y él la acomodó de cualquier forma, y cuando estuvo a punto de deshacerse de ella para transformarse y volver a casa, el fresco olor de Vanya le llegó atraído por una fina corriente de aire. Volteó a mirar hacia atrás y vio cómo la muchacha llegaba con una brazada de leña, tenía su abrigo de tela gruesa envuelto en el torso.
—Pensé que no despertarías —le dijo cuando llegó y lanzó la leña en la hoguera que comenzó a arder de nuevo. Kerr se ajustó la prenda y sintió que la cara se le enrojeció, ella lo había visto desnudo.
—Pensé que habías huido —le dijo él y ella se sentó en un tronco al otro lado de la hoguera.
—Lo consideré —le contó ella y con un palo picó la hoguera —de verdad, después de casi ahogarnos y sacarte del río y dejarte ahí, pensé en huir, pero si esos otros lobos me encontraban…—Kerr ladeó la cabeza.
—Para bajar ese acantilado les tomará unos dos días a menos que salten, estamos un poco a salvo — le dijo Kerr y ella se encogió de hombros.
—¿Entonces aún puedo huir? —le preguntó bromeando y él se ajustó la prenda que le cubría las partes íntimas. Vanya le apartó la mirada.
—No eres la primera que me ve desnudo — le dijo él, pero el rostro de la muchacha no hizo más que enrojecer. Kerr caminó hacia ella y se sentó en el suelo frente a la hoguera. El clima era frío y el bosque desprendía una oscuridad abrumadora —Lo que pasó allá —comenzó él y ella lo miró —¿me escuchaste en tu mente? —le preguntó y Vanya asintió.
—¿Que sí escuché el enorme grito en mi cabeza que me ordenaba correr? Si, lo escuché —Kerr se pasó los dedos por el rubio cabello, confundido y asustado y Vania lo notó —déjame adivinar, no es normal —él negó.
—Los humanos no tienen telepatía, ¿cómo me escuchaste? —se rascó la barba —tal vez eres una loba que nunca desarrolló su habilidad —añadió, se puso de pie y luego se sentó al lado de la muchacha —probemos de nuevo — extendió la conciencia hacia ella, y cuando la tocó, le llegó esa usual percepción en las personas que no tenían el don, un descontrol del pensamientos, como un televisor mal sintonizado sin principio ni fin —¿No sientes nada? —Vanya negó. Él aumentó la intensidad, hasta que en medio de los inconexos pensamientos de ella logró percibir una sensación extraña, se vio a él mismo desnudo y la tentación que ella tenía por tocarle los marcados abdominales, así que se alejó de ese pensamiento como si lo quemara.
—¿Qué pasó? —le preguntó ella y él negó.
—Nada, no sé qué pasó en el bosque —Vanya asintió, se formó un silencio incómodo que ella rompió.
—¿Por qué hay humanos en tu manada? Pensé que nos odiaban —Kerr negó con la cabeza sin mirarla a la cara.
—Hay una vieja leyenda —comenzó a contarle Kerr, más bien por disimular que había leído en los pensamientos de ella que lo había morboseando —nosotros los lobos no podemos procrear entre nosotros, si dos lobos tienen un hijo, este nacerá como un lobo normal, ¿me entiendes? Como los que encuentras en el bosque, salvajes y pequeños. Hay una leyenda que dice que una mujer llamada Liliana se enamoró de un lobo de su manada, quedó embarazada y cuando dio a luz, su hijo lobo se la comió viva —Vanya se estremeció.
—¿Esas son las historias que les cuentan a los niños? —preguntó y Kerr asintió.
—Por eso necesitamos humanos para procrearnos, ¿entiendes? —Vanya asintió.
—O sea que tu y yo podríamos tener un hijo y saldría humano-lobo —le dijo ella, lo hacía con total inocencia, únicamente para dar un ejemplo, pero Kerr sintió que la cara se le enrojeció, y la miró de reojo en el rato que se quedaron cayados.
Hacía mucho que no estaba con una mujer, prácticamente desde que el periódico Sole Imprimiere había revelado la existencia de los lobos, vampiros y demás criaturas que andaban por ahí y Víctor hizo el llamado, tuvo que dejar abandonado su trabajo, su pequeño departamento y a las chicas del vecindario que hacían fila para estar con él, así que en esas circunstancias, sí que andaba un poco desesperado, y para mala suerte de él, Vanya era una mujer exageradamente hermosa, mas que cualquiera que hubiera amanecido a la diestra de su cama.
Se movió incómodo para que ella no viera la erección que comenzó a formarse debajo de la delgada tela que lo cubría, ese lugar y ese momento solitario era propicio para que pasaran muchas cosas, pero Kerr intentó controlarse.
Vanya lo miró, y le dio un poco disimulado repaso a su anatomía.
—¿Haces ejercicio? —le preguntó —tienes muchos músculos —él ladeó la cabeza sin mirarla a la cara.
—La mitad es por los genes lobos, otra parte es porque trabajaba en una empresa de madera y el trabajo físico ayudó, y a veces también hago pesas —la señaló —tu tampoco estas mal —ella levantó la chaqueta y señaló sus marcados abdominales.
—Entreno para ser policía —le dijo, pero eso ya lo sabía Kerr. Vanya lo miró por un momento, luego estiró la mano y acarició con la yema de los dedos los vellos castaños que le llenaban los muslos a él, muy cerca de la ingle y Kerr intentó ponerse de pie, pero Vanya lo agarró por el hombro y lo sentó. Él la miró y ella extendió la mano para acariciarle la barba –Tu barba es tan rubia como tu cabello –le dijo ella. Kerr sintió los cálidos dedos sobre la piel y Vanya se acercó para besarlo, pero él se apartó.
–¿Qué haces? –le dijo y se puso de pie de un salto dándole la espalda.
La dura erección se había clavado sobre la tela delgada y él respiró profundo para intentar bajarla, pero el contacto cálido de la piel de ella sobre la suya, y tan cerca, le subió el ritmo cardiaco.
Miró a Vanya volteando la cara para que no viera la crecida erección.
—Tendremos que pasar la noche aquí —le dijo, luego se aclaró la voz —no te dejaré huir, tienes que darme información y sola corres más riesgo, sigues bajo secuestro —ella bufó, el cuerpo de Kerr estaba caliente y eso ahuyentó el frío —me transformaré, mi cuerpo es cálido y así pasaremos la noche —quiso saltar hacia el frente, pero hubiera rasgado la blusa de la mujer, así que se la quitó y Vanya hizo el comentario más rápido de lo que él imaginó.
—Ojalá yo fuera loba para tener ese traserote —lo dijo como en broma, pero Kerr saltó hacia el frente y cayó transformado, luego se acostó junto a la hoguera y le indicó que se acostara a su lado.
Vanya avanzó con cuidado, nerviosa, y se recostó en el costado del lobo, lanzó un quejido de placer al sentir el calor que el animal enorme emanaba. De esa forma él tenía más control de sus emociones, pero disfrutó el contacto de la chica sobre su pelaje y pronto ambos se quedaron dormidos.
Cuando Kerr despertó, lo primero que sintió fue la cálida presencia de Vanya a su lado, no había perdido la forma de lobo durante la noche y la muchacha estaba acurrucada, con la cara metida entre el suave y oscuro pelaje de él. Cuando se puso de pie, la cabeza de ella cayó al césped rebotando y abrió los ojos verdes asustada, por un segundo pareció nerviosa y no reconoció el lugar, pero en cuanto vio a Kerr pareció más tranquila. La madrugada dejaba de lado la oscuridad y la luz del sol despuntaba por sobre las copas de los árboles. —¿Ya es hora de irnos? —preguntó ella y Kerr asintió con la cabeza. No le apetecía volverse humano, estaba cálido con el pelaje y no tenía ropa para cubrirse así que se agachó para que Vanya subiera sobre su lomo y la muchacha se lo quedó mirando —¿volveré a la celda fea llena de cucarachas? —preguntó y él ladeó la cabeza, no podía prometerle unas mejores condiciones, Víctor debería estar furioso con ella por escapar y con Kerr por dejarla escapar, así q
Kerr bajó de la terraza con pasos suaves, la verdad no tenía ganas de ver a Víctor, mucho menos después del tremendo conflicto que habían tenido. Hubiera preferido contarle a Sebastián y que él le contara al Alpha, pero era mejor si lo hacía él mismo, así que bajó las escaleras metálicas mohosas y oxidadas y cuando llegó a la sala principal el almuerzo estaba terminando, la gran mayoría de los miembros estaban ahí, aunque la verdad no eran muchos, y cuando vieron a Kerr guardaron silencio, más de lo normal, de seguro ya se habían enterado de la pelea que había tenido con Víctor.Kerr quiso salir corriendo del lugar, pero cuando vio a Lina, la esposa de Víctor, la idea le llenó la cabeza, así que caminó hacia ella y se sentó a su lado en la banca larga. Ben, su hijo, se emocionó al ver a Kerr y el hombre le acarició el cabello.—¿Cómo estás? —le preguntó la mujer y Kerr se encogió de hombros.—No lo sé, si soy honesto —respondió y luego se dirigió al niño —Ben, recuerda que tu papá dij
Kerr esperó pacientemente a que Vanya terminara de almorzar, y le sorprendió que no hiciera ningún gesto feo al probar el puré de papa simple y el arroz frío, la manada estaba en decadencia, cada vez había menos qué comer y lo que habían sembrado aún se tardaría en cosecharse.Cuando ella dejó el vaso de agua junto al plato en el suelo, se volvió hacia Kerr, acercándose mucho a él y jugando con su cabello.—Papá siempre fue un mal padre —comenzó a contarle —Nunca estuvo presente en ningún momento importante de mi vida, parecía más un fantasma que otra cosa, incluso cuando un ladrón en la calle mató a mamá…—le apartó la mirada a Kerr —él estuvo solo un rato en el velorio, tenía mucho qué hacer.—Siento lo de tu madre —le dijo él y Vanya se encogió de hombros —¿Por eso elegiste ser policía? —ella asintió.—Cerca de donde murió ella había una estación, y aunque escucharon el disparo, tardaron mucho en llegar, tanto que ella murió en la calle desangrada.—Lo siento —repitió Kerr y ella no
Cuando Kerr llegó a la fábrica, a pesar de la hora, la mayoría de la manada estaba reunida en el comedor esperando atentos la llegada de su Alpha, y cuando lo vieron entrar sus rostros se llenaron de esperanza, era la primera vez en la vida de Kerr que lo miraban de esa forma, pero cuando le vieron el rostro las expresiones cambiaron de nuevo.Kerr había intentado no llorar, de verdad que lo había intentado, y hacía años que no lo hacía, pero le fue imposible contener las lágrimas de toda la ira que tenía, y aunque no lloró de forma desgarradora, su pálida piel y sus claros ojos se enrojecían bastante, así que se restregó la nariz bajo la atenta mirada de los demás y corrió por las escaleras hasta el duro catre que era su cama, levantó el colchón de paja y tomó la mochila que tenía debajo y comenzó a empacar sus cosas, no se quedaría ahí, claro que no, no le importaba lo que pudiera pasarle a la manada, si ellos no lo protegían, él no los protegería a ellos.Empacó sus cosas de dos gr
Kerr no entendió del todo el motivo de sus acciones, pensó que había sido una noche llena de malas emociones donde se había sentido más solo que nunca, y la presencia de Vanya lo relajó, por eso, cuando sintió los húmedos y carnosos labios de la mujer sobre los suyos, no pudo hacer más que colocar la mano en su cuello y atraerla hacia a él. Todo el cuerpo se le llenó de un calor incontrolable.La celda oscura y fría les devolvió el sonido de sus labios al succionarse el uno al otro. Kerr la besó profundamente, con pasión, desahogando en ella el rencor y la soledad.Buscó con la lengua y cuando encontró la de Vanya una corriente eléctrica le trepó por la columna y le recorrió el cuerpo, se detuvo en su ingle y el endurecido bulto palpitó cuando sintió la mano de ella posarse sobre él. Se apartó para mirarla a la cara.—Espera —le dijo, pero Vanya lo ignoró, saltó sobre él y se subió a horcajadas encima y Kerr dejó escapar el aliento cuando la mujer se restregó contra el bulto que cada
La luna ya no iluminaba como la noche anterior, las nubes oscuras cubrían parte de su luz, así que Kerr y los demás no eran capaz de ver completamente, pero Víctor les había dado la orden expresa de no transformarse.Cuando llegaron al punto de encuentro, cuatro hombres más los estaban esperando, pero el Alpha Rak no estaba.—¿Dónde está su Alpha? —les preguntó Víctor y uno de ellos, al que le faltaba un ojo, dio un paso al frente.—Nuestro Alpha está muy ocupado atendiendo otros asuntos —dijo —así que yo iré en su nombre —Sebastián estiró la conciencia hacia Kerr.—Para mi que tiene miedo —Le dijo burlón y Kerr no pudo negar que se le contagió un poco el ánimo burlón que tenía el hombre, pero no pudo dejar de sentir esa incertidumbre en el estómago. Lo que había pasado con Vanya y la idea que tenía Víctor de entregarlo le producían un nudo en el estómago que le amargaba la existencia —Ya Lina te dijo que él no te entregará —le dijo Sebastián. Kerr había olvidado que el otro hombre po
Kerr no supo exactamente cuándo perdió la conciencia, lo único que le alegró al abrir los ojos fue que el dolor había desaparecido, y sintió tanta paz por eso que casi se le escapa una lágrima.Abrió los ojos, el bosque comenzaba a aclararse por el sol que despuntaba tras las montañas a lo lejos. Estaba tirado en el suelo, con la ropa sucia rota, llena de tierra y hierba que se le quedaba pegada. Movió la mano para quitarse el cadillo que se le quedaba pegado a la camisa y el cuerpo entero le dolió, fue como si lo hubiera arrastrado un río y lo hubiera azotado contra todas las piedras, pero Kerr notó algo más allá que lo preocupó, un vacío grande dentro del pecho, como si le faltara parte importante del alma.Intentó extender la conciencia para ver si podía encontrar a alguien que lo ayudara, pero no pudo, su mente estaba en blanco, como encerrada en una celda de concreto irrompible. Se puso de pie con dificultad, por donde él se había arrastrado para llegar ahí se veía una pequeña
Kerr pasó la noche físicamente muy cómodo, la presencia de Vanya le traía una especie de paz que él no sabía que podía tener, pero dentro, en su cabeza, lo asaltaron pesadillas. El recuerdo del dolor que le produjo el líquido del dardo lo atormentó como una parálisis y cuando despertó en la mañana lo primero que sintió fue el olor a café que llenaba todo el lugar.Vanya estaba acostada a su lado, con la mano rodeando el torso de Kerr y el cabello oscuro cubriéndole el rostro y cuando él abrió los ojos los colores parecían haber regresado a la normalidad.Cayó sentado de un tirón con los sentidos al máximo y luego dio otro salto cuando vio a Víctor sentado frente a la celda en la silla del vigilante.—Recuperaste tu conciencia casi a medianoche —le dijo el Alpha y Kerr sintió un alivio en el cuerpo tan grande que casi suelta una carcajada. Los olores habían regresado, los colores se veían más intensos y logró sentir la fuerza de su lobo interno en el pecho.—¿Pasaste toda la noche pend