Kerr bajó de la terraza con pasos suaves, la verdad no tenía ganas de ver a Víctor, mucho menos después del tremendo conflicto que habían tenido. Hubiera preferido contarle a Sebastián y que él le contara al Alpha, pero era mejor si lo hacía él mismo, así que bajó las escaleras metálicas mohosas y oxidadas y cuando llegó a la sala principal el almuerzo estaba terminando, la gran mayoría de los miembros estaban ahí, aunque la verdad no eran muchos, y cuando vieron a Kerr guardaron silencio, más de lo normal, de seguro ya se habían enterado de la pelea que había tenido con Víctor.
Kerr quiso salir corriendo del lugar, pero cuando vio a Lina, la esposa de Víctor, la idea le llenó la cabeza, así que caminó hacia ella y se sentó a su lado en la banca larga. Ben, su hijo, se emocionó al ver a Kerr y el hombre le acarició el cabello.
—¿Cómo estás? —le preguntó la mujer y Kerr se encogió de hombros.
—No lo sé, si soy honesto —respondió y luego se dirigió al niño —Ben, recuerda que tu papá dijo que no podíamos estar juntos, ve a jugar por allá mientras habló con tu mamá —el niño obedeció a mal humorado y salió dando brincos. Lina miró a Kerr con preocupación.
—¿Todo está bien? —le preguntó y él ladeó la cabeza.
—Hace unos años, en una de las reuniones cuando la manada vivía en la ciudad contaste una historia —comenzó a contarle Kerr —era sobre nuestros antepasados, recuerdo que dijiste que ganaron la batalla con otra manada porque enceguecieron los sentidos de sus enemigos con su habilidad mental, con su telepatía —Lina asintió rascándose el mentón.
—Si, lo recuerdo, es una historia que me contó el viejo Bob antes de morir —Kerr se acercó más, no quería que los demás lo oyeran.
—Tú una vez dijiste que nuestra telepatía evolucionaba —ella asintió.
—Es una habilidad como cualquier otra, se puede moldear, estirar y alargar.
—¿Tanto como para enviar un mensaje a la mente de un humano? —Lina abrió los ojos y se lo quedó mirando, luego apretó el entrecejo.
—¿Pudiste hacer eso? —Kerr consideró si decirle o no la verdad, pero ella siempre había sido buena con él, no tenía motivos para dudar, además eso era algo que le concernía a toda la manada.
—Los de la otra manda atacaron a Vanya, yo tenía a uno sometido y otro se acercaba y ella estaba paralizada, no tenía como decirle que corriera así que…
—Se lo dijiste en su mente —le completó Lina y Kerr asintió.
—¿Qué crees que pueda ser? ¿crees que ella sea nieta de algún lobo y que heredó el don o algo así? —Lina se agarró el mentón.
—O tal vez tu telepatía es más fuerte de lo normal —Kerr negó.
—Lo intenté de nuevo, pero no funcionó.
—Tal vez fue el momento de estrés —Kerr recordó la sensación que le invadió el cuerpo allá en el bosque, como una fuerza incontrolable que quiso expandirse. Se preguntó qué hubiera pasado si la hubiera dejado, pero no se lo mencionó a Lina, y por cambiar de tema señaló la enorme barriga de la mujer.
—Estás muy gorda —le dijo y ella sonrió, tomó la mano de Kerr y la puso sobre el vientre antes de que él pudiera negarse y en el instante en que su grande mano se posó en él, el bebé pateó con fuerza. Lina se rio.
—Es que reconoce a su familia —Kerr bufó, ese bebé consideraría familia al resto de la manda, pero a él, a él lo odiaría como su padre. Kerr extendió la conciencia hacia el bebé, era una mente diferente, muy simple, pero tranquila, y cuando volvió a patear él sintió como le agradó la presencia de su cálida mano sobre el vientre de su madre, y él sonrió, pero una presencia atacó la de Kerr con tanta fuerza que le produjo dolor, era la de Víctor. Kerr alejó la mano del vientre de Lina como si le quemara y escuchó las palabras del hombre en su cabeza.
—Aleja tu pobre mente de mi hijo —le dijo y Kerr obedeció, ¿qué más podía hacer? Lina volteó a mirar a Víctor en el balcón del segundo piso y le habló, la mujer sabía que mientras estuviera dentro de la mente de Kerr podía escuchar todo lo que él escuchaba así que le dijo:
—No podrás alejarlo de esto por siempre —Kerr sabía que le hablaba a Víctor, pero no pudo evitar fruncir el ceño.
—¿A qué te refieres? —le preguntó Kerr, pero ella no contestó, se puso de pie y se fue.
Kerr sintió como la presencia de Víctor se alejó de la suya y cuando volteó a mirar hacia arriba, el hombre lo miraba fijamente, como si estuviera mirando a alguien que le ha hecho mucho daño y él se sintió realmente mal, así que se puso de pie y subió las escaleras hacia la oficina del hombre, y cuando entró él lo estaba esperando.
—¿Qué quieres? —le preguntó dándole la espalda mientras miraba por la ventana redonda hacia el bosque. Kerr se aclaró la garganta.
—Venía a contar qué pasó con el otro Alpha —Víctor no movió una pestaña —¿recuerdas el lobo que sentí merodeando la noche que traje a Vanya? Pues es de ellos, y nos están acechando —Víctor esta vez sí que lo miró.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó.
—Porque cuando Vanya escapó esa manada llegó muy rápido, ya estaban ahí.
—¿Ellos los atacaron? —preguntó Víctor y Kerr asintió.
—Nos atacaron, si, luego nos acorralaron, el Alpha me dijo que se llevaría a Vanya y me mataría, así que escapé, esa es la ofensa que le hice —Víctor se masajeó el puente de la nariz.
—No puede ser.
—Pues así es, y si no hubiera sido por tu absurdo odio hacia mí te hubiera dicho esta mañana y se hubiera evitado esa pelea —Víctor lo señaló.
—No me hables así, está a punto de explotar una guerra y no permitiré que me estreses más —Kerr blanqueó los ojos.
—Será mejor que no empecemos una guerra, no podríamos contra ellos.
—No me digas qué hacer —le riñó Víctor —una manada atacó, eso es un acto de guerra y así hay que responder —dijo y golpeó la mesa con el puño cerrado. Kerr se enojó, él era el Alpha y tenía que comportarse a la altura, no como un niño rabioso, pero no le dijo nada, estaba seguro que la mínima provocación le sacaría de las casillas por completo, así que respiró antes de hablar.
—Víctor, esperemos a la reunión de esta noche, ellos quieren a Vanya para lo mismo que nosotros, así que…
—Se la daremos —Kerr abrió los ojos.
—No, ellos la torturarán, ella no tiene culpa de lo que hace su papá —habló en un tono alto y Víctor apretó la mandíbula.
—Es eso o entrar en guerra —Kerr negó.
—Déjame hablar con ella, tal vez le saque algo, si sabemos algo sobre el doctor se lo diremos a ese Alpha y puede dejarnos en paz.
—Si no lo hiciste en estos días, no lo harás ahora —Kerr levantó el mentón.
—Recuerda que me diste una semana —Víctor le dio la espalda.
—Lárgate, Kerr — él quiso decir algo más, pero prefirió quedarse callado.
Cuando llegó al comedor, el almuerzo ya estaba frío, y se sentó lo más alejado posible de las pocas personas que aún estaban. Cuando terminó sirvió una porción grande sobre su mismo plato y la llevó a la celda de Vanya.
Cuando llegó, al doblar la esquina, se encontró con Ben, el hijo de Víctor frente a la celda de la muchacha que charlaba animadamente con ella.
—Benjamín —lo llamó Kerr y el niño dio un salto —¿Qué haces aquí? —el niño lo miró con los ojos abiertos.
—Es que quería conocer a una humana —se justificó y Kerr ladeó la cabeza.
—Tu madre es humana. Vete antes de que Víctor te vea.
—Si señor —salió disparado por el corredor y Kerr avanzó hacia la celda. Esta era un poco más grande, sin ventanas y en vez de puerta una enorme reja que dejaba ver al exterior.
—¿Te gusta tu nueva habitación? —le dijo Kerr y ella se encogió de hombros.
—Al menos aquí no hay ratas —bromeó y Kerr entró cerrando la puerta y tendiéndole la bandeja que ella recibió con una enorme sonrisa. Se sentó en la cama y ella a su lado —te vez raro, ¿todo bien? —Kerr se lo pensó por un segundo, ¿podía confiar en ella? Claro que no, pero, qué malo podría pasar.
—La otra manada quiere una reunión —Vanya abrió los ojos.
—¿Me entregarán a ella? —preguntó asustada y él negó.
—Claro que no, yo no lo permitiré, pero Víctor es…siempre me ha odiado, no sé si me escuche —Vanya dejó la bandeja de lado y estiró la mano para acariciarle el cabello rubio, fue un gesto extraño, de mucha confianza y ellos aún eran desconocidos, pero Kerr no le dijo nada, disfrutó de la mano de la muchacha sobre él.
—Es por que no te ha conocido bien, mira, yo pasé de golpearte con un clavo —Kerr se rio un poco y la miró a los ojos, a ese verde brillante y ella se estiró, y de un solo movimiento le dio un casto beso en la punta de la nariz que lo hizo estremecer, luego recostó la cabeza en el hombro del hombre —¿es tu hijo? —le preguntó —el niño rubio, se parece mucho a ti —Kerr negó.
—Es el hijo del Alpha, se parece a él, solo que más amable, es un buen niño —Vanya se alejó, lo miró de nuevo a los ojos y Kerr se vio tentado a darle un beso en los labios, pero se contuvo.
—Te lo diré, te diré todo lo que sé de mi padre —él le sonrió, pura y sinceramente.
Kerr esperó pacientemente a que Vanya terminara de almorzar, y le sorprendió que no hiciera ningún gesto feo al probar el puré de papa simple y el arroz frío, la manada estaba en decadencia, cada vez había menos qué comer y lo que habían sembrado aún se tardaría en cosecharse.Cuando ella dejó el vaso de agua junto al plato en el suelo, se volvió hacia Kerr, acercándose mucho a él y jugando con su cabello.—Papá siempre fue un mal padre —comenzó a contarle —Nunca estuvo presente en ningún momento importante de mi vida, parecía más un fantasma que otra cosa, incluso cuando un ladrón en la calle mató a mamá…—le apartó la mirada a Kerr —él estuvo solo un rato en el velorio, tenía mucho qué hacer.—Siento lo de tu madre —le dijo él y Vanya se encogió de hombros —¿Por eso elegiste ser policía? —ella asintió.—Cerca de donde murió ella había una estación, y aunque escucharon el disparo, tardaron mucho en llegar, tanto que ella murió en la calle desangrada.—Lo siento —repitió Kerr y ella no
Cuando Kerr llegó a la fábrica, a pesar de la hora, la mayoría de la manada estaba reunida en el comedor esperando atentos la llegada de su Alpha, y cuando lo vieron entrar sus rostros se llenaron de esperanza, era la primera vez en la vida de Kerr que lo miraban de esa forma, pero cuando le vieron el rostro las expresiones cambiaron de nuevo.Kerr había intentado no llorar, de verdad que lo había intentado, y hacía años que no lo hacía, pero le fue imposible contener las lágrimas de toda la ira que tenía, y aunque no lloró de forma desgarradora, su pálida piel y sus claros ojos se enrojecían bastante, así que se restregó la nariz bajo la atenta mirada de los demás y corrió por las escaleras hasta el duro catre que era su cama, levantó el colchón de paja y tomó la mochila que tenía debajo y comenzó a empacar sus cosas, no se quedaría ahí, claro que no, no le importaba lo que pudiera pasarle a la manada, si ellos no lo protegían, él no los protegería a ellos.Empacó sus cosas de dos gr
Kerr no entendió del todo el motivo de sus acciones, pensó que había sido una noche llena de malas emociones donde se había sentido más solo que nunca, y la presencia de Vanya lo relajó, por eso, cuando sintió los húmedos y carnosos labios de la mujer sobre los suyos, no pudo hacer más que colocar la mano en su cuello y atraerla hacia a él. Todo el cuerpo se le llenó de un calor incontrolable.La celda oscura y fría les devolvió el sonido de sus labios al succionarse el uno al otro. Kerr la besó profundamente, con pasión, desahogando en ella el rencor y la soledad.Buscó con la lengua y cuando encontró la de Vanya una corriente eléctrica le trepó por la columna y le recorrió el cuerpo, se detuvo en su ingle y el endurecido bulto palpitó cuando sintió la mano de ella posarse sobre él. Se apartó para mirarla a la cara.—Espera —le dijo, pero Vanya lo ignoró, saltó sobre él y se subió a horcajadas encima y Kerr dejó escapar el aliento cuando la mujer se restregó contra el bulto que cada
La luna ya no iluminaba como la noche anterior, las nubes oscuras cubrían parte de su luz, así que Kerr y los demás no eran capaz de ver completamente, pero Víctor les había dado la orden expresa de no transformarse.Cuando llegaron al punto de encuentro, cuatro hombres más los estaban esperando, pero el Alpha Rak no estaba.—¿Dónde está su Alpha? —les preguntó Víctor y uno de ellos, al que le faltaba un ojo, dio un paso al frente.—Nuestro Alpha está muy ocupado atendiendo otros asuntos —dijo —así que yo iré en su nombre —Sebastián estiró la conciencia hacia Kerr.—Para mi que tiene miedo —Le dijo burlón y Kerr no pudo negar que se le contagió un poco el ánimo burlón que tenía el hombre, pero no pudo dejar de sentir esa incertidumbre en el estómago. Lo que había pasado con Vanya y la idea que tenía Víctor de entregarlo le producían un nudo en el estómago que le amargaba la existencia —Ya Lina te dijo que él no te entregará —le dijo Sebastián. Kerr había olvidado que el otro hombre po
Kerr no supo exactamente cuándo perdió la conciencia, lo único que le alegró al abrir los ojos fue que el dolor había desaparecido, y sintió tanta paz por eso que casi se le escapa una lágrima.Abrió los ojos, el bosque comenzaba a aclararse por el sol que despuntaba tras las montañas a lo lejos. Estaba tirado en el suelo, con la ropa sucia rota, llena de tierra y hierba que se le quedaba pegada. Movió la mano para quitarse el cadillo que se le quedaba pegado a la camisa y el cuerpo entero le dolió, fue como si lo hubiera arrastrado un río y lo hubiera azotado contra todas las piedras, pero Kerr notó algo más allá que lo preocupó, un vacío grande dentro del pecho, como si le faltara parte importante del alma.Intentó extender la conciencia para ver si podía encontrar a alguien que lo ayudara, pero no pudo, su mente estaba en blanco, como encerrada en una celda de concreto irrompible. Se puso de pie con dificultad, por donde él se había arrastrado para llegar ahí se veía una pequeña
Kerr pasó la noche físicamente muy cómodo, la presencia de Vanya le traía una especie de paz que él no sabía que podía tener, pero dentro, en su cabeza, lo asaltaron pesadillas. El recuerdo del dolor que le produjo el líquido del dardo lo atormentó como una parálisis y cuando despertó en la mañana lo primero que sintió fue el olor a café que llenaba todo el lugar.Vanya estaba acostada a su lado, con la mano rodeando el torso de Kerr y el cabello oscuro cubriéndole el rostro y cuando él abrió los ojos los colores parecían haber regresado a la normalidad.Cayó sentado de un tirón con los sentidos al máximo y luego dio otro salto cuando vio a Víctor sentado frente a la celda en la silla del vigilante.—Recuperaste tu conciencia casi a medianoche —le dijo el Alpha y Kerr sintió un alivio en el cuerpo tan grande que casi suelta una carcajada. Los olores habían regresado, los colores se veían más intensos y logró sentir la fuerza de su lobo interno en el pecho.—¿Pasaste toda la noche pend
Kerr sintió miedo como hacía mucho no sentía. Clarisa se movía por todo el lugar desinfectando varios equipos quirúrgicos y él se quedó paralizado por un momento, hasta que con manos temblorosas se acercó a Vanya y le acarició el cabello.—Esto se pondrá feo —le dijo y ella lo miró a los ojos, los tenía enrojecidos y asintió con la cabeza.—La escuché, puedo soportarlo —le contestó, y aunque fingió sonar valiente la voz le tembló un poco.Víctor llegó acompañado de todo su séquito a la habitación y observó todo con los ojos abiertos.—Es apendicitis —le dijo Clarisa al Alpha — operamos ahora o se muere —Víctor asintió, volteó a mirar a uno de los más jóvenes que se asomaban por la puerta y prácticamente lo arrastró por la camisa.—En la ciudad, donde estaba mi casa, bajo la encimera del baño hay una tabla suelta —le dijo y el muchacho le prestó atención —dentro hay un botiquín, tráelo, ahí hay morfina —Clarisa lo miró apretando el entrecejo.—¿Y por qué apenas me entero? —le reclamó,
Kerr esperó afuera, no quiso jugar más con su telepatía, había algo en él que crecía más cada día. Ese nudo extraño en el estómago que amenazaba con tomar el control por completo y eso lo asustó, no quiso tentar la suerte, era imposible saber qué pasaría si dejaba que esa fuerza interior se apodera de él.Benjamín, el hijo de Víctor, aprovechó que sus padres estaban ocupados dentro del minúsculo e improvisado hospital para colarse y sentarse frente a Kerr, solían pasar tiempo juntos antes, por alguna razón el niño había encontrado cómo empatizar con el hombre y a Kerr le entretenía hablar con él, hasta que Víctor se los prohibió.—No deberías estar aquí —le dijo Kerr y el niño se encogió de hombros.—Mi papá no se va a dar cuenta —Kerr se rio.—Con todos los lame suelas que tiene, si.—¿Qué es un lame suelas? —le preguntó y Kerr apretó los labios.—Nada —se excusó —cuéntame, ¿cómo va tu entrenamiento? —el niño raspó con la uña la superficie de la mesa desganado.—Hace muchos días papá