Kerr esperó pacientemente a que Vanya terminara de almorzar, y le sorprendió que no hiciera ningún gesto feo al probar el puré de papa simple y el arroz frío, la manada estaba en decadencia, cada vez había menos qué comer y lo que habían sembrado aún se tardaría en cosecharse.
Cuando ella dejó el vaso de agua junto al plato en el suelo, se volvió hacia Kerr, acercándose mucho a él y jugando con su cabello.
—Papá siempre fue un mal padre —comenzó a contarle —Nunca estuvo presente en ningún momento importante de mi vida, parecía más un fantasma que otra cosa, incluso cuando un ladrón en la calle mató a mamá…—le apartó la mirada a Kerr —él estuvo solo un rato en el velorio, tenía mucho qué hacer.
—Siento lo de tu madre —le dijo él y Vanya se encogió de hombros —¿Por eso elegiste ser policía? —ella asintió.
—Cerca de donde murió ella había una estación, y aunque escucharon el disparo, tardaron mucho en llegar, tanto que ella murió en la calle desangrada.
—Lo siento —repitió Kerr y ella no contestó, de repente se vio decaída y apagada —también perdí a mi mamá —le contó y ella lo miró con interés —nunca conocí a mi padre, ni siquiera sé quién era o como se llamaba, pero con mi madre me bastaba, era una mujer valiente y guerrera, nunca dejó que me alejara de la manada y veló por mí hasta…hasta que tuvo un accidente —Vania estiró la mano y le acarició los ondulados cabellos rubios en la parte de atrás de la cabeza.
—Lo siento —le dijo ahora ella y Kerr negó.
—Sé lo que sientes, la muerte de una madre y la ausencia de un padre —ella le sonrió y él le sonrió de vuelta, y en ese instante Kerr sintió una extraña sensación en el pecho, como un calor que crecía — pero, cuéntame más de él, ¿crees saber dónde está? —Vanya ladeó la cabeza.
—Tal vez. Cuando era niña, antes de que él entrara a trabajar en los laboratorios Jábico, tenía una cabaña en este bosque donde trabajaba. Creí que la habría abandonado, pero ahora que los laboratorios ya no están y él está huyendo de la justicia… sería un buen escondite, supongo —Kerr asintió, y después de que ella le indicara más o menos donde recordaba que estaba, él salió, pero antes de que cerrara la puerta Vanya lo detuvo —¿Lo van a matar? —le preguntó y él vio preocupación en su rostro, a pesar de todo era su padre. Kerr estiró la mano y le acarició la mejilla con el dorso de la mano.
—Lo único que queremos es recuperar a los demás miembros de nuestra manada —le dijo él —te prometo que hablaré con Víctor para que no lo mate. Lo entregaremos a las autoridades y ellos harán lo que sea necesario —Vanya le sonrió y cuando Kerr retiró la mano y se alejó se quedó recordando la sensación suave de su piel sobre los dedos.
Kerr no había tenido un buen día con Víctor, y no le apetecía pelear más con él, pero tenía que decirle lo que había averiguado y el plan que se le había formado en la cabeza, así que subió las escaleras y cuando llegó a la oficina tocó un par de veces sobre el metal oxidado, pero nadie respondió, así que abrió la puerta y se encontró con Víctor recostado sobre el vidrio mirando hacia el bosque, tenía los hombros caídos y la mirada baja, y cuando percibió la presencia de Kerr se irguió, recuperando su porte habitual.
—¿Qué quieres ahora? —le preguntó y Kerr pasó saliva.
—Vanya me dio una pista, tengo un plan para no entrar en guerra con la otra manada —Víctor se peinó un poco el cabello rubio que le entorpecía la visión.
—¿Crees que en serio puedes pensar en algo bueno? —le respondió y Kerr apretó la mandíbula, pero Víctor se masajeó las sienes, parecía desesperado —a ver, dímelo.
Era una noche fría y despejada, la luna iluminaba con sus grisáceos rayos de luz la oscura penumbra del bosque. Aquellos que lograban colarse dentro a través de las copas de los árboles le daban un aire aún más aterrador, y Kerr no pudo evitar pensar que era una trampa, y que en cualquier momento la manada del bosque los atacaría desde la oscuridad, así que estaba con los sentidos al máximo, con el agudo oído puesto sobre cualquier señal unos metros más adelante y percibiendo hasta la caída de una hoja en el silencio del bosque.
—¿Por qué tardan tanto? —preguntó Sebastián. Solamente habían ido tres, Víctor, Sebastián y Kerr, que más bien estaba ahí por que era el principal motivo de esa reunión, y no por que el Alpha lo quisiese en ese lugar.
—Es una Alpha arrogante —dijo Víctor —este tipo de encuentros son muy importantes, hace siglos, se podía iniciar una guerra solo por llegar tarde a una de estas reuniones.
—Recuerda que los tiempos han cambiado —le dijo Sebastián —ahora no nos conviene una guerra. La idea de Kerr es buena, más o menos, al menos nos dará tiempo.
—¿Y después qué? —preguntó Víctor mirando al otro lobo —¿qué haremos después si no funciona? —Kerr apretó los puños.
—Pues no te veo proponiendo una mejor idea —le dijo Kerr y cuando el Alpha se volvió hacia él para reñirle un ruido frente a ellos los hizo voltear. Kerr agradeció haber dejado su chaqueta de cuero en la cabecera de su cama, tenía un fuerte presentimiento de que las cosas saldrían terriblemente mal esa noche, y su lobo interno estaba al borde del acantilado a punto de tomar el control.
Dos siluetas aparecieron entre las sombras y cuando la luz de la luna les iluminó el rostro Kerr sintió que el corazón le dio un vuelco. Frente a ellos estaba el lobo que él había sometido, y lo supo por que la cicatriz que tenía en la cara y la falta del ojo también se veían en su forma humana. Junto a él, el Alpha, era fácil de reconocer, era un hombre exageradamente alto, delgado, con el cabello oscuro y las ojeras marcadas. Kerr pensó que parecía un espíritu, un personaje oscuro de una película de terror y pudo percibir como Sebastián y Víctor se tensaron a su lado.
—Ya estamos aquí —dijo Víctor rompiendo la tensión del momento, pero los otros dos hombres permanecieron inmóviles, analizándolos —¿qué es lo que quieres? —el Alpha de la otra manada dio un paso al frente.
—Soy Rak, dueño de la manada Bosque Oscuro —Kerr sintió en la conciencia de Víctor como la palabra “dueño” le golpeó directo en el estómago como un puño real —¿Quiénes son y cómo se llama su manada? —Víctor dio un paso al frente.
—Mi nombre es Víctor, soy el Alpha de mi manada, y no tenemos nombre —Rak se rio —no necesitamos uno, eso no nos hace débiles, o más fuertes —la sonrisa del otro Alpha se borró y Víctor alzó la voz para que lo escucharan bien —Dime que es lo que quieres.
—Quiero que resarzan la humillación que ese miembro de su manada hizo con la mía y con mi segundo al mando —señaló a Kerr con el dedo y él saltó como si le hubiera disparado. Víctor ya sabía toda la historia, así que negó con la cabeza.
—¿Los humilló porque es más fuerte que tu segundo al mando y luego huyó porque lo querían matar ? —Rak asintió.
—Él se llevó nuestro objetivo —dijo el otro Alpha con voz grave.
—Pues nosotros llegamos primero —le contestó Kerr y Sebastián intervino, la tensión se hacía cada vez más grande y cada Alpha tenía la soga apretada tirando del otro sin ánimo de ceder.
—¿Qué es lo que quieren para resolver este conflicto? —le preguntó Sebastián y el otro hombre, el que le faltaba un ojo, habló:
—Lo queremos a él —señaló a Kerr —me cobraré con sangre la humillación, luego hablaremos de la chica Quiroz, pero por el momento no nos iremos de aquí sin él —Sebastián negó.
—Debe haber otra forma — Rak se rio.
—¿Creen que no sabemos quienes son? —dijo —una manada en decadencia escondida en una fábrica con cien miembros, de los cuales solo cuarenta pueden pelear, nosotros somos quinientos, y más de trescientos guerreros entrenados, no durarían un par de horas —Víctor levantó el mentón.
—¿Entonces por qué no nos matan y ya? —le preguntó y Rak ladeó la cabeza.
—Odio el desperdicio, si entramos en una guerra, aunque sé que ganaré, perderé algunos hombres. El mundo es muy peligroso ahora y necesito a cada guerrero. Dame a tu soldado, pagará con sangre la humillación y luego hablaremos de la mujer. Piénsalo, la información que le saquemos a ella la compartiré contigo y así todos ganamos. Si te niegas, ya sabes —Víctor volteó a mirar a Kerr, y el menor vio en sus ojos oscuros como su Alpha estaba dispuesto a sacrificarlo, de verdad vio en sus ojos como lo pensó, y eso le llenó el cuerpo de una sensación incontrolable. Siempre pensó que aunque Víctor lo odiara por una razón misteriosa, él era parte de la manada y debía protegerlo a pesar de todo, pero ahí estaba apunto de aceptar sacrificarlo, y eso le produjo a Kerr un sentimiento extraño en el cuerpo, no era rabia, era una decepción enorme, se sintió traicionado y herido.
La conciencia de Víctor entró en la suya y Kerr sintió que el hombre luchó con las emociones cuando sintió los sentimientos que Kerr estaba sobrellevando, pero no le importó.
—Lo siento — Le dijo, y se alejó antes de que Kerr pudiera decirle algo. Se volvió hacia el otro Alpha y asintió con la cabeza, pero Sebastián se interpuso.
—Tenemos un plan —dijo Sebastián —la mujer reveló información de donde podría estar el doctor, podemos ir todos juntos por él y por los miembros de nuestras manadas —Víctor intentó apartar a Sebastián, pero el hombre permaneció frente a él inamovible. Rak levantó el mentón y se dirigió a Víctor.
—Bien, hagámoslo, pero si no funciona él será nuestro, espero que consideres el bien de tu manada y me lo entregues —Víctor asintió.
—Lo haré —los dos hombres desaparecieron entre las sombras y Sebastián se volvió furioso hacia Víctor, pero Kerr ya no quería estar ahí, dio la vuelta y corrió por el bosque alejándose de los dos hombres.
Cuando Kerr llegó a la fábrica, a pesar de la hora, la mayoría de la manada estaba reunida en el comedor esperando atentos la llegada de su Alpha, y cuando lo vieron entrar sus rostros se llenaron de esperanza, era la primera vez en la vida de Kerr que lo miraban de esa forma, pero cuando le vieron el rostro las expresiones cambiaron de nuevo.Kerr había intentado no llorar, de verdad que lo había intentado, y hacía años que no lo hacía, pero le fue imposible contener las lágrimas de toda la ira que tenía, y aunque no lloró de forma desgarradora, su pálida piel y sus claros ojos se enrojecían bastante, así que se restregó la nariz bajo la atenta mirada de los demás y corrió por las escaleras hasta el duro catre que era su cama, levantó el colchón de paja y tomó la mochila que tenía debajo y comenzó a empacar sus cosas, no se quedaría ahí, claro que no, no le importaba lo que pudiera pasarle a la manada, si ellos no lo protegían, él no los protegería a ellos.Empacó sus cosas de dos gr
Kerr no entendió del todo el motivo de sus acciones, pensó que había sido una noche llena de malas emociones donde se había sentido más solo que nunca, y la presencia de Vanya lo relajó, por eso, cuando sintió los húmedos y carnosos labios de la mujer sobre los suyos, no pudo hacer más que colocar la mano en su cuello y atraerla hacia a él. Todo el cuerpo se le llenó de un calor incontrolable.La celda oscura y fría les devolvió el sonido de sus labios al succionarse el uno al otro. Kerr la besó profundamente, con pasión, desahogando en ella el rencor y la soledad.Buscó con la lengua y cuando encontró la de Vanya una corriente eléctrica le trepó por la columna y le recorrió el cuerpo, se detuvo en su ingle y el endurecido bulto palpitó cuando sintió la mano de ella posarse sobre él. Se apartó para mirarla a la cara.—Espera —le dijo, pero Vanya lo ignoró, saltó sobre él y se subió a horcajadas encima y Kerr dejó escapar el aliento cuando la mujer se restregó contra el bulto que cada
La luna ya no iluminaba como la noche anterior, las nubes oscuras cubrían parte de su luz, así que Kerr y los demás no eran capaz de ver completamente, pero Víctor les había dado la orden expresa de no transformarse.Cuando llegaron al punto de encuentro, cuatro hombres más los estaban esperando, pero el Alpha Rak no estaba.—¿Dónde está su Alpha? —les preguntó Víctor y uno de ellos, al que le faltaba un ojo, dio un paso al frente.—Nuestro Alpha está muy ocupado atendiendo otros asuntos —dijo —así que yo iré en su nombre —Sebastián estiró la conciencia hacia Kerr.—Para mi que tiene miedo —Le dijo burlón y Kerr no pudo negar que se le contagió un poco el ánimo burlón que tenía el hombre, pero no pudo dejar de sentir esa incertidumbre en el estómago. Lo que había pasado con Vanya y la idea que tenía Víctor de entregarlo le producían un nudo en el estómago que le amargaba la existencia —Ya Lina te dijo que él no te entregará —le dijo Sebastián. Kerr había olvidado que el otro hombre po
Kerr no supo exactamente cuándo perdió la conciencia, lo único que le alegró al abrir los ojos fue que el dolor había desaparecido, y sintió tanta paz por eso que casi se le escapa una lágrima.Abrió los ojos, el bosque comenzaba a aclararse por el sol que despuntaba tras las montañas a lo lejos. Estaba tirado en el suelo, con la ropa sucia rota, llena de tierra y hierba que se le quedaba pegada. Movió la mano para quitarse el cadillo que se le quedaba pegado a la camisa y el cuerpo entero le dolió, fue como si lo hubiera arrastrado un río y lo hubiera azotado contra todas las piedras, pero Kerr notó algo más allá que lo preocupó, un vacío grande dentro del pecho, como si le faltara parte importante del alma.Intentó extender la conciencia para ver si podía encontrar a alguien que lo ayudara, pero no pudo, su mente estaba en blanco, como encerrada en una celda de concreto irrompible. Se puso de pie con dificultad, por donde él se había arrastrado para llegar ahí se veía una pequeña
Kerr pasó la noche físicamente muy cómodo, la presencia de Vanya le traía una especie de paz que él no sabía que podía tener, pero dentro, en su cabeza, lo asaltaron pesadillas. El recuerdo del dolor que le produjo el líquido del dardo lo atormentó como una parálisis y cuando despertó en la mañana lo primero que sintió fue el olor a café que llenaba todo el lugar.Vanya estaba acostada a su lado, con la mano rodeando el torso de Kerr y el cabello oscuro cubriéndole el rostro y cuando él abrió los ojos los colores parecían haber regresado a la normalidad.Cayó sentado de un tirón con los sentidos al máximo y luego dio otro salto cuando vio a Víctor sentado frente a la celda en la silla del vigilante.—Recuperaste tu conciencia casi a medianoche —le dijo el Alpha y Kerr sintió un alivio en el cuerpo tan grande que casi suelta una carcajada. Los olores habían regresado, los colores se veían más intensos y logró sentir la fuerza de su lobo interno en el pecho.—¿Pasaste toda la noche pend
Kerr sintió miedo como hacía mucho no sentía. Clarisa se movía por todo el lugar desinfectando varios equipos quirúrgicos y él se quedó paralizado por un momento, hasta que con manos temblorosas se acercó a Vanya y le acarició el cabello.—Esto se pondrá feo —le dijo y ella lo miró a los ojos, los tenía enrojecidos y asintió con la cabeza.—La escuché, puedo soportarlo —le contestó, y aunque fingió sonar valiente la voz le tembló un poco.Víctor llegó acompañado de todo su séquito a la habitación y observó todo con los ojos abiertos.—Es apendicitis —le dijo Clarisa al Alpha — operamos ahora o se muere —Víctor asintió, volteó a mirar a uno de los más jóvenes que se asomaban por la puerta y prácticamente lo arrastró por la camisa.—En la ciudad, donde estaba mi casa, bajo la encimera del baño hay una tabla suelta —le dijo y el muchacho le prestó atención —dentro hay un botiquín, tráelo, ahí hay morfina —Clarisa lo miró apretando el entrecejo.—¿Y por qué apenas me entero? —le reclamó,
Kerr esperó afuera, no quiso jugar más con su telepatía, había algo en él que crecía más cada día. Ese nudo extraño en el estómago que amenazaba con tomar el control por completo y eso lo asustó, no quiso tentar la suerte, era imposible saber qué pasaría si dejaba que esa fuerza interior se apodera de él.Benjamín, el hijo de Víctor, aprovechó que sus padres estaban ocupados dentro del minúsculo e improvisado hospital para colarse y sentarse frente a Kerr, solían pasar tiempo juntos antes, por alguna razón el niño había encontrado cómo empatizar con el hombre y a Kerr le entretenía hablar con él, hasta que Víctor se los prohibió.—No deberías estar aquí —le dijo Kerr y el niño se encogió de hombros.—Mi papá no se va a dar cuenta —Kerr se rio.—Con todos los lame suelas que tiene, si.—¿Qué es un lame suelas? —le preguntó y Kerr apretó los labios.—Nada —se excusó —cuéntame, ¿cómo va tu entrenamiento? —el niño raspó con la uña la superficie de la mesa desganado.—Hace muchos días papá
Kerr entró, le sudaban las manos y cuando dejó a Vanya sobre la cama delicadamente se puso de pie para observarla, se veía sedada, como un poco drogada y eso lo hizo sentir mal, como si estuviera abusando de ella. Se agachó y le acarició la pálida piel del rostro.—¿Estás segura de esto? —le preguntó por milésima vez y ella asintió.—Es solo sexo a cambio de sobrevivir —le dijo ella medio en broma y Kerr sonrió —no pasa nada, además, así calmarás esas ganas que tienes —Kerr se puso de pie y le dio la espalda.—¿De qué hablas? —sintió que se le enrojeció la cara, pero sabía que externamente lucía tan frío como siempre, era un don que ya había dominado muy bien para esconder sus emociones. Vanya estiró la mano hacia él y le habló para que la mirara.—Solo tienes que hacer una cosa, pero eso no significa que no podamos disfrutar el resto —Kerr la miró, la muchacha tenía una enorme perforación en el abdomen y estaba medio drogada, y aun así quería tener sexo con él.—No, solo, lo haré den