Cuando Kerr llegó a la fábrica, a pesar de la hora, la mayoría de la manada estaba reunida en el comedor esperando atentos la llegada de su Alpha, y cuando lo vieron entrar sus rostros se llenaron de esperanza, era la primera vez en la vida de Kerr que lo miraban de esa forma, pero cuando le vieron el rostro las expresiones cambiaron de nuevo.
Kerr había intentado no llorar, de verdad que lo había intentado, y hacía años que no lo hacía, pero le fue imposible contener las lágrimas de toda la ira que tenía, y aunque no lloró de forma desgarradora, su pálida piel y sus claros ojos se enrojecían bastante, así que se restregó la nariz bajo la atenta mirada de los demás y corrió por las escaleras hasta el duro catre que era su cama, levantó el colchón de paja y tomó la mochila que tenía debajo y comenzó a empacar sus cosas, no se quedaría ahí, claro que no, no le importaba lo que pudiera pasarle a la manada, si ellos no lo protegían, él no los protegería a ellos.
Empacó sus cosas de dos grandes movimientos, no tenía mucho, únicamente un par de camisas, pantalones y ropa interior que disminuía cada vez más con cada transformación. Tomó el caballito de madera que tenía desde niño y se puso la chaqueta de cuero, y cuando dio la vuelta se encontró con Lina que lo miraba atentamente al principio de las escaleras.
—¿Te vas? — le preguntó consternada y él no le respondió, intentó pasar por su lado, pero ella lo detuvo agarrándolo del ancho brazo —Dime qué pasó, Kerr —él abrió la boca, pero luego la cerró y ella le acarició con el dedo pulgar el ojo enrojecido —cuéntame.
—El otro Alpha me quiere matar, y Víctor me va a entregar a él —le dijo, sabía que él lo hacía por proteger a la manada, pero no le importó, él nunca entregaría a nadie. Los ojos de Lina se abrieron y Kerr le apartó la mirada. La mujer pareció muy furiosa de repente —no te enojes, eso le hará daño a tu bebé —la mujer lo empujó hasta que lo sentó en el catre y lo señaló.
—No te iras, ¿me escuchaste? Víctor no te entregará o tendrá que entregarme contigo, esta manada somos todos y cada uno y no lo voy a permitir —dio la vuelta y se alejó, y Kerr se quedó quieto en la cama sin saber muy bien qué hacer.
Se miró en el pequeño espejo que tenía en la cabecera de la cama, tenía los ojos enrojecidos y un poco hinchado, de verdad que odiaba llorar, ni siquiera recordaba cuando lo odiaba, la última vez que lo había hecho fue cuando murió su madre, y el Alpha que había en ese entonces le dijo que aquello lo hacía parecer débil y poco hombre, así que cuando le ardió la punta de la nariz indicando que los ojos se le llenarían de nuevo de lágrimas se abofeteó con fuerza, y luego otra vez.
—No voy a llorar —se dijo así mismo, aunque se sentía traicionado, triste y enojado —Ya no, no lo haré, yo soy fuerte —respiró un par de veces hasta que logró controlarse.
No conocía más allá de esa ciudad y esa manada, pero si tenía que irse lo haría, sería un lobo marginado y sin manada, pero no le importó, preferiría estar solo. Tomó de nuevo la mochila y cuando se volvió encontró ahora a Sebastián, parecía sudado y cansado, como si hubiera corrido para alcanzarlo.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó, pero Kerr intentó pasar por su lado y Sebastián lo detuvo.
—No, no te irás, Víctor no te entregará.
—Pues eso no fue lo que le prometió a Rak —le dijo con rabia y Sebastián negó.
—Yo no lo permitiré —le dijo, pero Kerr negó.
—Tu no eres el Alpha, él puede hacer lo que le dé la gana con nosotros y no podemos decir nada, así mismo como Rak es un dictador con los suyos. Mejor me voy —Sebastián lo detuvo de nuevo.
—Si no lo harás por ti, pues hazlo por Vanya —le dijo y Kerr lo miró a los ojos.
—¿De qué hablas? —ni siquiera se había vuelto a acordar de ella.
—Tú eres lo único que impide que Víctor se la entregue al otro Alpha —Kerr dejó de empujarlo —sé que te agrada, pero ten presente que si él piensa ser capaz de entregarte, a ella la entregará sin dudarlo, si te quedas sé que encontrarás la forma de salvarla —Kerr dejó escapar el aire.
—¿Y qué hago si él me entrega? —Sebastián miró hacia abajo y luego le señaló con el mentón. Lina arrastraba a Víctor de la mano con rabia hacia su habitación.
—Víctor es el Alpha, pero Lina tiene el control, él no te entregará, así podrás velar por la seguridad de Vanya —Kerr lo miró.
—¿Por qué te preocupas por ella? —Sebastián comenzó a bajar las escaleras y le habló dando la espalda.
—No merece lo que Rak le hará.
La pelea que tuvo Lina con Víctor fue escandalosa, ellos nunca peleaban, y a Kerr le puso nervioso la gritería que había dentro, incluso escuchó como unas cosas se estrellaron con la pared, de seguro en un arrebato de rabia por parte del hombre.
Kerr no quiso escuchar la pelea, la verdad era que las paredes amortiguaban la mitad de las palabras, y le pareció incómodo que él fuera el principal motivo de aquella disputa.
Toda la fábrica estaba en un silencio tétrico, todos esperaban atentos a que la discusión acabara, y cuando lo hizo, Kerr vio como Lina salió de la habitación, caminó con los ojos hinchados y subió las escaleras de donde dormía Kerr.
Era un segundo piso hecho de aluminio lleno de catres y Kerr sintió como los demás que fingían dormir se tensaron ante la presencia de la mujer. Cuando ella llegó, Kerr se irguió en la cama.
—Todo estará bien —le dijo ella —Víctor no te entregará —Kerr asintió con la cabeza dándole las gracias y ella le acarició el cabello como si fuera un cachorro antes de irse.
Kerr no podía dormir, claro que no podía, había sido una noche bastante estresante, así que se puso las pantuflas gastadas que tenía bajo la cama y bajó hasta las habitaciones subterráneas donde encontró a Vanya acurrucada en la cama tratando de conservar el calor. Estaba despierta y Kerr entró a la celda cerrando la puerta tras él.
—Hace frío aquí —le dijo él y ella blanqueó los ojos.
—No me digas —le contestó ella con sarcasmo y se sentó para darle espacio a él —¿pasa algo? Tus ojos están rojos —Kerr le apartó la mirada y ella estiró la mano para tomarle el mentón y voltearlo.
—Tuve una mala noche y no podía dormir —le dijo él y ella se acercó.
—Pues bueno, entonces dame calor que me muero —cuando sus pieles estuvieron en contacto ella hizo un gesto de placer y Kerr se la quedó mirando, era la mujer más hermosa que hubiera visto en su vida.
—Siento todo esto —le dijo y ella se encogió de hombros.
—Sé que no es del todo tu culpa, y sé también que cuando vean que no tengo más información me dejarán ir —Kerr tragó saliva, no quiso decirle que ella estaba en alto riesgo de ser torturada, únicamente se la quedó mirando sin saber muy bien qué decir, y Vanya aprovechó.
La muchacha no sabía ciertamente si esa era la oportunidad que estaba esperando, pero no quiso darle más vueltas al asunto, aprovechó que Kerr la estaba mirando de frente para estirar el cuello y dejarle un casto beso en los labios.
Kerr la miró por un segundo sorprendido, y luego la tomó por el cuello, la atrajo hacia él y le dio un profundo y posesivo beso. Vanya no supo si hacía lo correcto, él era el lobo que la había secuestrado y la tenía metida en una oscura y fría celda, pero se dejó llevar, si para huir de ahí tenía que hacerlo, lo haría sin remordimientos, o eso esperó.
Kerr no entendió del todo el motivo de sus acciones, pensó que había sido una noche llena de malas emociones donde se había sentido más solo que nunca, y la presencia de Vanya lo relajó, por eso, cuando sintió los húmedos y carnosos labios de la mujer sobre los suyos, no pudo hacer más que colocar la mano en su cuello y atraerla hacia a él. Todo el cuerpo se le llenó de un calor incontrolable.La celda oscura y fría les devolvió el sonido de sus labios al succionarse el uno al otro. Kerr la besó profundamente, con pasión, desahogando en ella el rencor y la soledad.Buscó con la lengua y cuando encontró la de Vanya una corriente eléctrica le trepó por la columna y le recorrió el cuerpo, se detuvo en su ingle y el endurecido bulto palpitó cuando sintió la mano de ella posarse sobre él. Se apartó para mirarla a la cara.—Espera —le dijo, pero Vanya lo ignoró, saltó sobre él y se subió a horcajadas encima y Kerr dejó escapar el aliento cuando la mujer se restregó contra el bulto que cada
La luna ya no iluminaba como la noche anterior, las nubes oscuras cubrían parte de su luz, así que Kerr y los demás no eran capaz de ver completamente, pero Víctor les había dado la orden expresa de no transformarse.Cuando llegaron al punto de encuentro, cuatro hombres más los estaban esperando, pero el Alpha Rak no estaba.—¿Dónde está su Alpha? —les preguntó Víctor y uno de ellos, al que le faltaba un ojo, dio un paso al frente.—Nuestro Alpha está muy ocupado atendiendo otros asuntos —dijo —así que yo iré en su nombre —Sebastián estiró la conciencia hacia Kerr.—Para mi que tiene miedo —Le dijo burlón y Kerr no pudo negar que se le contagió un poco el ánimo burlón que tenía el hombre, pero no pudo dejar de sentir esa incertidumbre en el estómago. Lo que había pasado con Vanya y la idea que tenía Víctor de entregarlo le producían un nudo en el estómago que le amargaba la existencia —Ya Lina te dijo que él no te entregará —le dijo Sebastián. Kerr había olvidado que el otro hombre po
Kerr no supo exactamente cuándo perdió la conciencia, lo único que le alegró al abrir los ojos fue que el dolor había desaparecido, y sintió tanta paz por eso que casi se le escapa una lágrima.Abrió los ojos, el bosque comenzaba a aclararse por el sol que despuntaba tras las montañas a lo lejos. Estaba tirado en el suelo, con la ropa sucia rota, llena de tierra y hierba que se le quedaba pegada. Movió la mano para quitarse el cadillo que se le quedaba pegado a la camisa y el cuerpo entero le dolió, fue como si lo hubiera arrastrado un río y lo hubiera azotado contra todas las piedras, pero Kerr notó algo más allá que lo preocupó, un vacío grande dentro del pecho, como si le faltara parte importante del alma.Intentó extender la conciencia para ver si podía encontrar a alguien que lo ayudara, pero no pudo, su mente estaba en blanco, como encerrada en una celda de concreto irrompible. Se puso de pie con dificultad, por donde él se había arrastrado para llegar ahí se veía una pequeña
Kerr pasó la noche físicamente muy cómodo, la presencia de Vanya le traía una especie de paz que él no sabía que podía tener, pero dentro, en su cabeza, lo asaltaron pesadillas. El recuerdo del dolor que le produjo el líquido del dardo lo atormentó como una parálisis y cuando despertó en la mañana lo primero que sintió fue el olor a café que llenaba todo el lugar.Vanya estaba acostada a su lado, con la mano rodeando el torso de Kerr y el cabello oscuro cubriéndole el rostro y cuando él abrió los ojos los colores parecían haber regresado a la normalidad.Cayó sentado de un tirón con los sentidos al máximo y luego dio otro salto cuando vio a Víctor sentado frente a la celda en la silla del vigilante.—Recuperaste tu conciencia casi a medianoche —le dijo el Alpha y Kerr sintió un alivio en el cuerpo tan grande que casi suelta una carcajada. Los olores habían regresado, los colores se veían más intensos y logró sentir la fuerza de su lobo interno en el pecho.—¿Pasaste toda la noche pend
Kerr sintió miedo como hacía mucho no sentía. Clarisa se movía por todo el lugar desinfectando varios equipos quirúrgicos y él se quedó paralizado por un momento, hasta que con manos temblorosas se acercó a Vanya y le acarició el cabello.—Esto se pondrá feo —le dijo y ella lo miró a los ojos, los tenía enrojecidos y asintió con la cabeza.—La escuché, puedo soportarlo —le contestó, y aunque fingió sonar valiente la voz le tembló un poco.Víctor llegó acompañado de todo su séquito a la habitación y observó todo con los ojos abiertos.—Es apendicitis —le dijo Clarisa al Alpha — operamos ahora o se muere —Víctor asintió, volteó a mirar a uno de los más jóvenes que se asomaban por la puerta y prácticamente lo arrastró por la camisa.—En la ciudad, donde estaba mi casa, bajo la encimera del baño hay una tabla suelta —le dijo y el muchacho le prestó atención —dentro hay un botiquín, tráelo, ahí hay morfina —Clarisa lo miró apretando el entrecejo.—¿Y por qué apenas me entero? —le reclamó,
Kerr esperó afuera, no quiso jugar más con su telepatía, había algo en él que crecía más cada día. Ese nudo extraño en el estómago que amenazaba con tomar el control por completo y eso lo asustó, no quiso tentar la suerte, era imposible saber qué pasaría si dejaba que esa fuerza interior se apodera de él.Benjamín, el hijo de Víctor, aprovechó que sus padres estaban ocupados dentro del minúsculo e improvisado hospital para colarse y sentarse frente a Kerr, solían pasar tiempo juntos antes, por alguna razón el niño había encontrado cómo empatizar con el hombre y a Kerr le entretenía hablar con él, hasta que Víctor se los prohibió.—No deberías estar aquí —le dijo Kerr y el niño se encogió de hombros.—Mi papá no se va a dar cuenta —Kerr se rio.—Con todos los lame suelas que tiene, si.—¿Qué es un lame suelas? —le preguntó y Kerr apretó los labios.—Nada —se excusó —cuéntame, ¿cómo va tu entrenamiento? —el niño raspó con la uña la superficie de la mesa desganado.—Hace muchos días papá
Kerr entró, le sudaban las manos y cuando dejó a Vanya sobre la cama delicadamente se puso de pie para observarla, se veía sedada, como un poco drogada y eso lo hizo sentir mal, como si estuviera abusando de ella. Se agachó y le acarició la pálida piel del rostro.—¿Estás segura de esto? —le preguntó por milésima vez y ella asintió.—Es solo sexo a cambio de sobrevivir —le dijo ella medio en broma y Kerr sonrió —no pasa nada, además, así calmarás esas ganas que tienes —Kerr se puso de pie y le dio la espalda.—¿De qué hablas? —sintió que se le enrojeció la cara, pero sabía que externamente lucía tan frío como siempre, era un don que ya había dominado muy bien para esconder sus emociones. Vanya estiró la mano hacia él y le habló para que la mirara.—Solo tienes que hacer una cosa, pero eso no significa que no podamos disfrutar el resto —Kerr la miró, la muchacha tenía una enorme perforación en el abdomen y estaba medio drogada, y aun así quería tener sexo con él.—No, solo, lo haré den
Kerr salió corriendo de la fábrica a toda velocidad, trató de buscar el fresco olor de Vanya por todo el lugar pero no logró encontrarlo, solo pudo oler una asquerosa capa de lodo con restos de madera podrida que flotaba en el ambiente como si estuviera por todos lados.Extendió la conciencia y contactó con los lobos que merodeaban los alrededores.—¿Hace cuanto se fue? — preguntó y uno le contestó en tono burlón.—Tú fuiste el que amaneció con ella, deberías saberlo —Kerr sintió rabia y la proyectó hacia el lobo para dejarle bien claro que no estaba bromeando —Benjamín la vio correr detrás de la fábrica, pero cuando salimos a buscarla su aroma había desaparecido —Kerr levantó la cabeza, no podían ser más de la seis de la mañana, y aspiró profundo el aire que le llenó los pulmones, pero no encontró el olor de ella, nada más allá del fango podrido.—¿Qué es ese asqueroso olor? —preguntó y otro lobo, uno que estaba más lejos, respondió con sentimiento de asco.—Junto al arroyo hay un fa