Kerr apretó los puños, el lobo seguía corriendo hacia él y no tuvo tiempo para pedir ayuda, así que se deshizo de la chaqueta de cuero y saltó hacia el frente.
El cuerpo creció, los huesos se alargaron y su lobo, negro como las alas de un cuervo, cayó hundiendo la tierra bajo sus patas.
Trató de hablarle de nuevo a Stiven, pero, no encontró ninguna conciencia a la cual aferrarse, era como si el lobo no tuviera el don, peor aún, era como si no hubiera nadie.
Era un mero cascarón vació y eso asustó a Kerr.
Cuando el lobo llegó hasta él trató de morderle el cuello, pero Kerr agachó la cabeza y aprovechando la velocidad con la que el otro venía metió la cabeza bajo su estómago y de un levantamiento fuerte lo lanzó hacia la columna que él había golpeado hacía unos minutos y Stiven lanzó un chillido.
Cuando cayó se lanzó sobre Kerr con fuerza, como si el dolor en el cuerpo no lo hubiera enceguecido ni por un momento.
Kerr se preparó para el golpe, el lobo pardo lo envistió como un toro salvaje por el costado sacándole el aire y lo lanzó unos cuantos metros.
Pero era más pequeño que Kerr, así que cuando el lobo negro lo tomó con un fuerte mordisco por una de las patas traseras y lo lanzó contra la pared de la fábrica le costó recuperarse.
Kerr aprovechó para subirse sobre él y agarrarle el cuello con todo en hocico, pero Stiven se retorcía, como si fuera un animal salvaje que no comprendiera que ya estaba sometido y que pelear empeoraría todo.
Kerr sintió el sabor ferroso de la sangre del lobo pardo en su boca, se vio obligado a soltarlo para no hacerle más daño, cosa que el menor aprovechó para apoyar las patas traseras en el estómago de Kerr y lanzarlo de espaldas.
Cuando el lobo negó cayó, listo para esperar el ataque del otro, una sombra grande saltó por encima de él y golpeó a Stiven con tanta fuerza que la cabeza le rebotó contra la pared y cayó al suelo inconsciente, recuperando poco a poco su forma humana.
Kerr se puso de pie y extendió la conciencia hacia su Alpha, el otro lobo negro era un poco más alto que él, y los diferenciaba una mancha blanca en el pecho de Víctor.
Kerr era completamente oscuro, como la noche.
—No tiene conciencia — Le dijo Kerr en cuanto el otro lobo lo dejó entrar, y como siempre que pasaba, notaba en la mente del Alpha una fuerte pared que le impedía ver más allá de los sentimientos que experimentaba en ese momento, tan fuerte como un muro de hierro macizo.
Víctor retomó la forma humana, dejando ver su escultural cuerpo y Kerr no pudo evitar notar que, en la pierna, justo al lado de su miembro, había una mancha de nacimiento en forma de nube que le pareció familiar.
Pensó que de seguro ya se la había visto antes y él mismo retomó su forma humana. Cuando los pies tocaron el fino césped, se miró el cuerpo desnudo, estaba sucio y con sangre.
Los demás miembros de la manada llegaron al lugar del enfrentamiento y Víctor se agachó, revisó al muchacho y luego lo tomó en sus fuertes brazos.
—Llamen a Clarisa —dijo, refiriéndose a la doctora que había en la manada y un grupo de niños salió corriendo a buscarla. Luego el Alpha entró con el muchacho.
Kerr caminó hacia la multitud, no le importo cubrir su desnudez, no era la primera vez que todos lo veían sin ropa.
Lina, la esposa de Alpha, le tendió su chaqueta de cuero y él la recibió con un asentimiento de cabeza.
Notó como el bebé pateó dentro del vientre de su madre. Era el primer bebé que nacía en mucho tiempo, y toda la manada estaba a la expectativa.
Lina no era la única humana, pero sí la más joven, fértil y decidida. Amaba a Víctor por encima de todo, tenía carácter y era valiente, la digna esposa de un Alpha.
Kerr nunca fue capaz de entender por qué siempre fue amable con él, incluso después de que Víctor le prohibiera a Kerr ser amigo de su primer hijo que recién cumplía diez años.
Ben era el hijo de Alpha, un niño de apenas diez que ya tenía el peso sobre los hombros de ser un posible sucesor, y cuando él y Kerr comenzaron a pasar tiempo juntos, Víctor se lo prohibió.
Mi hijo será un éxito en la vida, y no quiero que se le contagie el fracaso de la tuya.
—¿Estás bien? —le preguntó Lina y él asintió.
—No es mi sangre —contestó, una presencia abrumadora le llegó a Kerr, una mente fuerte y cuando él la dejó entrar escuchó la voz de Víctor en su cabeza.
—Ven ahora —Le dijo. Sebastián se acercó desde atrás y le dio una palmada en los firmes glúteos a Kerr.
—Eso fue una buena pelea —le dijo acariciándose el hombro, al parecer el golpe que le dio el lobo lo había herido.
—Ve al doctor —le dijo Kerr antes de desaparecer por la entrada.
Le quedaba poca ropa, en su caja de cartón a la orilla de su dura cama cada vez había menos pantalones y se recordó ir a la ciudad a robar un par.
Después de ducharse bajó al salón sucio que hacía las veces de enfermería y Víctor lo estaba esperando, traía un albornoz que le arrastraba por el suelo y le señaló al Stiven en la camilla.
—Él estaba desaparecido —le dijo —¿y ahora regresa, semanas después, sin rastro de conciencia o telepatía y atacando a los miembros de su manada?
—Esto tiene que ser obra del doctor —le dijo Kerr y avanzó hacia el muchacho, los rasguños que él le había hecho en el cuello estaban casi sanos y eso lo alivió, al menos su sanación acelerada seguía funcionando.
Clarisa estaba en la cabecera de la camilla y le indicó a Kerr que se acercara, era una mujer entrada en años, humana, que había sido esposa de un viejo lobo que había muerto hacía un par de años, y ella decidió quedarse en la manada, había dicho que no tenía más familia que esa.
Cuando Kerr llegó le mostró en la parte trasera de la cabeza del muchacho una cicatriz.
—¿Creen que le quitaron su conciencia, o alguna parte del cerebro encargada de su telepatía? —preguntó Kerr, pero Víctor negó con la cabeza.
—Pareciera como si lo estuvieran controlando —tomó a Kerr por el hombro para girarlo y lo miró con rabia —quiero que regreses ahora mismo con esa muchacha y que le saques toda la información, sea como sea.
—No puedo torturarla —le dijo Kerr y Víctor golpeó la camilla haciéndole una abolladura al aluminio.
—¿Acaso no ves lo que ellos le están haciendo a los nuestros? —le gritó y Kerr aguantó las ganas de gritarle de vuelta.
—¿Crees que no me molesta? —le dijo y señaló a Stiven en la camilla —él era el único en esta manada que me trataba bien. ¿Por qué debería hacer algo por toda la gente que siempre me da la espalda cada vez que me ven? —la cara de Víctor se puso muy roja.
—Porque somos tu gente.
—Pues nunca me han hecho sentir parte de ustedes, no desde que eres el Alpha —Víctor lo tomó por el cuello de la camisa y lo sacudió.
—Escúchame bien, entra a esa habitación y sacale a la niña esa toda la información, sea como sea —Kerr lo empujó de vuelta.
—¿O qué? —el Alpha se enderezó y sacudió el albornoz que soltó motas de polvo que se fueron volando.
—Te vas — Kerr trago saliva —si no lo haces te expulsaré de la manada, serás un renegado y lo perderás todo —Kerr se tomó un momento para meditar las palabras del hombre, y luego lo miró desafiante.
—Yo ya no tengo nada, nunca lo he tenido —le dijo y caminó para salir, pero Víctor lo agarró por la muñeca con fuerza, en la expresión de su rostro Kerr notó una muy pequeña pisa de arrepentimiento, pero no esperó una disculpa, sabía que el Alpha era demasiado orgulloso para eso, así que se despeinó el cabello rubio antes de decirle:
—Tienes una semana, Kerr. O le sacas la información tú o lo haré yo, y si lo tengo que hacer yo no será agradable ni para ella ni para ti.
Kerr salió del lugar con el corazón acelerado, efectivamente no se sentía parte de la manada, no desde que su madre había muerto.
Víctor hubiera llegado al mandato, pero no se imaginó saliendo de ahí, era todo lo que conocía.
Si debía hacerlo lo haría, él estaba también lo suficientemente orgulloso como para no dar el brazo a torcer.
Se paró frente a la puerta de la celda de Vanya respiró profundo, si tenía que ser rudo con ella, pues lo sería, así que quitó el seguro y entró sin pensarlo mucho.
Cuando metió la cabeza un fuerte golpe lo desestabilizó y cayó al suelo en medio de un mareo.
Kerr recuperó la estabilidad apenas un segundo después, se puso de pie como un relámpago y miró a la muchacha que estaba observándolo desde la esquina, había arrancado la pata de la cama y lo golpeó con ella.—Necesitarás más que eso para huir de mí —le dijo y un segundo después sintió como un hilo de cálida sangre se deslizaba por su frente. Con la yema de los dedos la tanteó y luego los miró, ¿cómo era posible que hubiera logrado herirlo? Volteó a mirarla, la pata de la cama tenía un clavo salido y él le apuntó con el dedo —tuviste que golpearme con mucha fuerza para que eso entrara en mi piel —le dijo — si hubiera sido un humano el que hubiera entrado lo hubieras matado —Vanya miró la punta del clavo ensangrentada y la dejó caer.—Yo no sabía que aquí había humanos —dijo como única excusa —además, ustedes me tienen secuestrada, ¿Qué quieres? ¿Qué les de la vivienda cada vez que entran? —Kerr avanzó hacia ella, la tomó por la muñeca y la lanzó con fuerza sobre la cama.—Vas a deci
Kerr dio un salto tremendo desde el segundo piso y creyó hacer un agujero en el suelo al caer, pero no se detuvo a observar, corrió por los pasillos y cuando abrió la puerta de la celda de Vanya de una patada comprobó que no había nadie dentro. Las varillas metálicas de la ventana estaban dobladas y el agujero lo suficientemente amplio como para que la muchacha cupiera por él.Sebastián se asomó por sobre el hombro de Kerr y lanzó un silbido.—Víctor te va a matar —Kerr lo empujó para que lo dejara salir, se quitó la chaqueta de cuero y se la lanzó al hombre para que la cuidara.—No si la atrapo primero —se lanzó hacia el frente. El aire se hizo más espeso cuando el cuerpo se agrandó y los huesos se alargaron. Cayó completamente transformado y observó solo por un segundo su ropa rasgada en el suelo antes de correr por los pasillos y salir al exterior.Mientras corría, elevó la mirada al cielo y olfateó, cientos de olores le llenaron la nariz alargada, olía a más miembros de la manad
Kerr sintió como se le hacía un tremendo vació en el pecho mientras caía, Vanya gritó y se aferró al cuerpo del lobo con tanta fuerza que él pensó que lo rompería.Los demás miembros de la manada del bosque no se atrevieron a seguirlos, así que Kerr aprovechó. De un movimiento agarró la ropa de Vanya y la quitó de encima de su lomo para protegerla del golpe, poniéndola sobre su estómago y volteandose para recibir todo el impacto. La sintió gritar, y quiso extender la conciencia hacia ella para calmarla, pero en medio de la caída no fue capaz de encontrar la concentración para hacerlo, y cuando su cuerpo chocó con el agua fría el impacto lo llevó a la oscuridad.Tuvo un sueño extraño donde se sintió arrastrado por el agua, donde la oscuridad se hacía espesa como petróleo y no era capaz de pensar con claridad. Unas manos lo arrastraron, lo sintió, el frio lo invadió, y cuando abrió los ojos vio entre la bruma borrosa el cabello negro de Vanya y los ojos verdes que lo miraban desde arrib
Cuando Kerr despertó, lo primero que sintió fue la cálida presencia de Vanya a su lado, no había perdido la forma de lobo durante la noche y la muchacha estaba acurrucada, con la cara metida entre el suave y oscuro pelaje de él. Cuando se puso de pie, la cabeza de ella cayó al césped rebotando y abrió los ojos verdes asustada, por un segundo pareció nerviosa y no reconoció el lugar, pero en cuanto vio a Kerr pareció más tranquila. La madrugada dejaba de lado la oscuridad y la luz del sol despuntaba por sobre las copas de los árboles. —¿Ya es hora de irnos? —preguntó ella y Kerr asintió con la cabeza. No le apetecía volverse humano, estaba cálido con el pelaje y no tenía ropa para cubrirse así que se agachó para que Vanya subiera sobre su lomo y la muchacha se lo quedó mirando —¿volveré a la celda fea llena de cucarachas? —preguntó y él ladeó la cabeza, no podía prometerle unas mejores condiciones, Víctor debería estar furioso con ella por escapar y con Kerr por dejarla escapar, así q
Kerr bajó de la terraza con pasos suaves, la verdad no tenía ganas de ver a Víctor, mucho menos después del tremendo conflicto que habían tenido. Hubiera preferido contarle a Sebastián y que él le contara al Alpha, pero era mejor si lo hacía él mismo, así que bajó las escaleras metálicas mohosas y oxidadas y cuando llegó a la sala principal el almuerzo estaba terminando, la gran mayoría de los miembros estaban ahí, aunque la verdad no eran muchos, y cuando vieron a Kerr guardaron silencio, más de lo normal, de seguro ya se habían enterado de la pelea que había tenido con Víctor.Kerr quiso salir corriendo del lugar, pero cuando vio a Lina, la esposa de Víctor, la idea le llenó la cabeza, así que caminó hacia ella y se sentó a su lado en la banca larga. Ben, su hijo, se emocionó al ver a Kerr y el hombre le acarició el cabello.—¿Cómo estás? —le preguntó la mujer y Kerr se encogió de hombros.—No lo sé, si soy honesto —respondió y luego se dirigió al niño —Ben, recuerda que tu papá dij
Kerr esperó pacientemente a que Vanya terminara de almorzar, y le sorprendió que no hiciera ningún gesto feo al probar el puré de papa simple y el arroz frío, la manada estaba en decadencia, cada vez había menos qué comer y lo que habían sembrado aún se tardaría en cosecharse.Cuando ella dejó el vaso de agua junto al plato en el suelo, se volvió hacia Kerr, acercándose mucho a él y jugando con su cabello.—Papá siempre fue un mal padre —comenzó a contarle —Nunca estuvo presente en ningún momento importante de mi vida, parecía más un fantasma que otra cosa, incluso cuando un ladrón en la calle mató a mamá…—le apartó la mirada a Kerr —él estuvo solo un rato en el velorio, tenía mucho qué hacer.—Siento lo de tu madre —le dijo él y Vanya se encogió de hombros —¿Por eso elegiste ser policía? —ella asintió.—Cerca de donde murió ella había una estación, y aunque escucharon el disparo, tardaron mucho en llegar, tanto que ella murió en la calle desangrada.—Lo siento —repitió Kerr y ella no
Cuando Kerr llegó a la fábrica, a pesar de la hora, la mayoría de la manada estaba reunida en el comedor esperando atentos la llegada de su Alpha, y cuando lo vieron entrar sus rostros se llenaron de esperanza, era la primera vez en la vida de Kerr que lo miraban de esa forma, pero cuando le vieron el rostro las expresiones cambiaron de nuevo.Kerr había intentado no llorar, de verdad que lo había intentado, y hacía años que no lo hacía, pero le fue imposible contener las lágrimas de toda la ira que tenía, y aunque no lloró de forma desgarradora, su pálida piel y sus claros ojos se enrojecían bastante, así que se restregó la nariz bajo la atenta mirada de los demás y corrió por las escaleras hasta el duro catre que era su cama, levantó el colchón de paja y tomó la mochila que tenía debajo y comenzó a empacar sus cosas, no se quedaría ahí, claro que no, no le importaba lo que pudiera pasarle a la manada, si ellos no lo protegían, él no los protegería a ellos.Empacó sus cosas de dos gr
Kerr no entendió del todo el motivo de sus acciones, pensó que había sido una noche llena de malas emociones donde se había sentido más solo que nunca, y la presencia de Vanya lo relajó, por eso, cuando sintió los húmedos y carnosos labios de la mujer sobre los suyos, no pudo hacer más que colocar la mano en su cuello y atraerla hacia a él. Todo el cuerpo se le llenó de un calor incontrolable.La celda oscura y fría les devolvió el sonido de sus labios al succionarse el uno al otro. Kerr la besó profundamente, con pasión, desahogando en ella el rencor y la soledad.Buscó con la lengua y cuando encontró la de Vanya una corriente eléctrica le trepó por la columna y le recorrió el cuerpo, se detuvo en su ingle y el endurecido bulto palpitó cuando sintió la mano de ella posarse sobre él. Se apartó para mirarla a la cara.—Espera —le dijo, pero Vanya lo ignoró, saltó sobre él y se subió a horcajadas encima y Kerr dejó escapar el aliento cuando la mujer se restregó contra el bulto que cada