DANIELA MOLINA
-Señor Pedro, entiéndame, está muy difícil conseguir un empleo. Le suplico que me dé un tiempo.
-Tienes hasta la noche para darme el pago; de lo contrario, te me vas.
Definitivamente, mi vida es una m****a. Fui abandonada por mis padres cuando tenía 15 años. Llegué a un orfanato donde me maltrataron hasta casi matarme. Esta tortura duró hasta mis 18 años. Cuando me liberé de ese infierno, conocí a Mariano, un infeliz me maltrató psicológicamente durante casi tres años. Al final, cuando tuve el valor de dejarlo, me di cuenta de que siempre estuve sola y que yo era la única que podría valerme por mí misma. Ahora tengo 23 años y he tratado de mantenerme a flote todo este tiempo, pero parece que tengo una mala suerte que no me ha dejado prosperar en la vida. Tengo muchos sueños e ilusiones, pero poco a poco se han ido esfumando. He tenido que dormir en la calle, trabajé en bares donde los hombres aprovechaban para hacerme tocamientos. Afortunadamente, no pasó a más, pero odiaba con todo mi ser ese trabajo. Hasta que un hombre intentó sobrepasarse más de la cuenta y tuve que darle un botellazo. Esa misma noche fui despedida y ahora estoy sola, desempleada y a punto de ser sacada del lugar que tanto me ha costado pagar.
-Soy un maldito bulto de sal – el señor Mendoza me estaba llevando a un hospital, mientras yo no paraba de maldecirlo mentalmente por haberme arrollado. Y ahora, ¿quién sabe si tengo la pierna rota? ¿Y si me quedo así y continúo buscando trabajo?
-Deja de pensar tanto, ya me tienes angustiado – dice él.
-Señor, usted no sabe lo que es la vida de los simples mortales.
-¿Por qué lo dice?
-¿En serio me lo está preguntando? – digo con ironía.
-Sí, muy en serio.
-Bueno, se lo diré. Se nota que usted es un hombre pudiente. Su traje, zapatos, reloj y, por supuesto, este auto de lujo da perfectas señales de que es un hombre bastante adinerado, sin contar que piensa llevarme a un hospital privado, el cual cuesta un montón de dinero.
-Vaya, que eres observadora.
-Señor, no se necesita ser observadora para darse cuenta de eso.
Llegamos al hospital y quedo bastante sorprendida al ver tremendo lugar. Esto no parece para nada un hospital; al contrario, parece un hotel. M****a, esto costará un ojo de la cara.
-Señor Mendoza, creo que es mejor que me vaya a uno público o mejor dejo esto así – cuando intento pararme, el dolor vuelve rápidamente y me hace sentar de nuevo.
-Yo tengo la culpa de que usted esté así, por lo tanto, yo pagaré todos sus gastos médicos.
-¡Tengo cosas que pagar aparte de esto! – cuando el señor piensa decir algo, soy llevada hasta una habitación que de inmediato me abruma, ya que es más lujosa y grande que mi apartamento.
-Señorita Molina, soy el doctor Herrera y hoy la atenderé. – Le cuento lo sucedido al doctor, y este ordena que me hagan una radiografía. Jamás me habían hecho algo así, así que comienzo a llenarme de pánico.
-Oye, tranquila, no es nada malo.
-¿Y si me duele? – este me dedica una sonrisa que parece indicar que mi actitud le causa ternura.
-No te dolerá, te lo prometo.
Cuando me preparan para llevarme a la sala donde me realizarán la radiografía, me lleno de pánico y tomo con fuerza la mano del señor Mendoza. Él queda algo sorprendido por mi acción, pero a mí me importaba poco; él me atropelló, así que que se aguante.
-Oye, tranquila – mi sorpresa fue cuando siento que coloca su otra mano sobre la mía, dedicándome una sonrisa que, por algún motivo, me tranquiliza. – Yo estaré esperándote.
-Está bien.
Prepararon todo y, bueno, el señor Mendoza tenía razón; no me dolió ni nada por el estilo. Fue bastante sencillo. Cuando me regresan a la habitación, me doy cuenta de que él sigue ahí, no se fue. Una sensación extraña comienza a recorrer mi cuerpo. Por primera vez en años no me sentía sola en un momento difícil; tenía a alguien a mi lado, un completo desconocido, pero no me encontraba sola.
-¿Cómo te fue?
-Tenía razón, no dolió.
-Señorita Molina, todo está bien. Solo fue una pequeña torcedura, pero con unos días de reposo ya estará mejor. -¿Reposo? No, yo no puedo reposar.
-¿Pasa algo? – me pregunta el médico.
-¿Hay alguna manera de no tener que reposar? Necesito trabajar. – El doctor mira al señor Mendoza, y este le hace una señal para que salga.
-¿Por qué lo retira? ¡Necesito que me responda!
-Tienes que descansar, Daniela, tienes que recuperarte.
-¡NO ME PUEDO QUEDAR EN UNA M*****A CAMA! – me exalto tanto que una lágrima resbala por mi mejilla, pero rápidamente la limpio.
-Yo te ayudaré con todos tus gastos, así que no te preocupes por eso -¿¡Qué carajos le pasa!?
-Está loco, no puedo aceptar eso.
-Por mi culpa usted está en esta camilla, lo mínimo que puedo hacer es ayudarla mientras se recupera.
-No necesito su ayuda, señor Mendoza.
-No seas testaruda, mujer, solo será mientras te recuperas. – Dios, ¿qué hago? La verdad, esta ayuda me podría servir mientras logro conseguir un trabajo, pero ni siquiera conozco a este hombre. No lo pienses tanto, solo quiero ayudar.
Su teléfono empieza a sonar y este me pide unos minutos, pero logro escuchar cómo dice “cariño”. Al rato vuelve a aparecer, pero su semblante cambió; está más serio, como si algo le hubiera pasado.
-¿Qué decidió?
-Aceptaré su oferta, pero apenas me encuentre bien, retomaré con mis gastos y todo volverá a la normalidad.
-Bueno, tenemos un trato. – Levanta su mano para sellar el trato y, sin pensarlo, hago lo mismo. Sin embargo, no puedo evitar perderme en su perfecto rostro. ¿Qué carajos te pasa, Daniela? Tú no eres así.
Al fin me dieron el alta del hospital, y Lucas se ofrece a llevarme a mi casa, pero me llevo una enorme sorpresa cuando veo todas mis cosas tiradas en la calle.
-No, no – me bajo con algo de dificultad del auto y corro, o bueno, hago lo que mejor puedo hasta llegar a donde están mis cosas.
-Maldito – susurro, pero me doy cuenta de que algo me está faltando. Comienzo a buscar como loca y maniática el objeto, pero no lo encuentro.
-No, ¿dónde estás? Aparece.
-¿Qué busca? – No le prestó atención y sigo buscando -Si me dice, le puedo ayudar.
Cuando pienso responderle, me quedo en shock al ver mi pertenencia más preciada destrozada en el piso. Me agacho y tomo mi cofre musical de bailarina. Mis ojos se llenan de lágrimas y es imposible no soltar un sollozo.
-Hey, tranquila – coloca su mano en mi espalda. – Le conseguiré otra de esas, no se preocupe.
-Era lo único que tenía valioso para mí. Esto me lo regaló mi abuela en mi cumpleaños número 12 y semanas después murió – mas lagrimas corren por mi mejilla
ella era todo para mi y ahora perdí lo más preciado que tenía … ¿tita, porque no me llevaste contigo? Me hubiera evitado tanto dolor
LUCAS MENDOZAMe encontraba bastante impactado al ver como las cosas de la pobre chica estaban tiradas en la calle, la habían sacado de su hogar ella tenía razón, debía pagar el arriendo o la sacarían. Ahora verla llorando por el cofre que le regalo su abuela me genera una sensación extraña en el cuerpo, no me esta gustando verla llorar se ve tan indefensa-oye, tranquila. Se solucionará todo. ¿tienes algún lugar donde te puedas quedar? – esta se queda pensando por unos segundos, pero luego niega con la cabeza-no tengo a nadie más que a mí, señor – era triste ver a una chica tan joven en esas condiciones. Me estaba debatiendo por dentro en irme y dejarla o ayudarla, ya que por mi culpa fue que termino perdiendo su casa y ahora esta convaleciente-tengo un apartamento, este se encuentra solo. Te puedes quedar ahí el tiempo que desees para que te recuperes pronto – la chica levanta su mirada incrédula ante lo que le estoy diciendo-no puedo aceptar eso señor Mendoza-dime Lucas – juro
DANIELA MOLINAEl señor Mendoza tiene que estar bromeando. ¿Yo, trabajando en su empresa? Para empezar, ni siquiera sé en qué trabaja, y además, no tengo estudios, solo el bachillerato. No sé cómo le podría ayudar. —Señor Mendoza, no creo ser la persona adecuada para trabajar en su empresa. —¿Por qué no? —Porque no tengo estudios, solo terminé el bachillerato. ¿Cómo podría aportar en su empresa? Además, ni siquiera sé qué hacen allí —le digo, mientras él me dedica una sonrisa. —Es una empresa creadora de tecnologías —son frikis—. Trabajamos con computadoras, sistemas tecnológicos, celulares inteligentes y aplicaciones. Nos enfocamos, sobre todo, en nuevas tecnologías más avanzadas que puedan ser útiles en el futuro. —Bueno, suena interesante, pero no sé nada de eso. —¿Sabes manejar una computadora? - Bueno, no tanto, pero puedo aprender. —Sé lo básico. —Por ahí podemos empezar. ¿Qué te parece si te pongo como asistente de dirección? --¿Ser su asistente? ¿O sea, trabajar dire
LUCAS MENDOZAEstas semanas han sido bastante estresantes para mí. Estoy buscando a la chica que tendrá a mi hijo, pero ninguna mujer me da tranquilidad. Además, Sonia ayuda muy poco ya que a todo le encuentra un "pero". Esto empieza a ser frustrante para mí, y además no deja de preguntarme cuándo pienso echar a Daniela del apartamento, aunque me sorprendió bastante la llamada de ella preguntando cuándo podía comenzar.—Sonia, hoy tenemos la cita con otra chica. —Lucas, hoy tengo campaña. Si quieres, ve tú y me cuentas. —¿Qué? —Se supone que debemos ir los dos, ya lo sabías. —Sí, pero tengo trabajo y no puedo cancelar esto.Tomo todo el aire posible, llenándome de paciencia, ya que ayer le pregunté si podía y me dijo que sí. Además, cancelé las reuniones que tenía en la mañana por ir a esa cita.—¿Sabes qué? Mejor ve a tu campaña, yo me voy a la empresa - Cuando estoy a punto de irme, Sonia me detiene.—¿No te piensas despedir bien?La miro y soy tan débil con ella que es inevitab
—¡Estás loco si piensas que voy a dejar que esa mujer sea la que preste el vientre! —Menos mal que no hay nadie en la empresa, porque los gritos que está dando esta mujer asustan a cualquiera, pero a mí me desespera. —¿Qué tiene? Es joven y está en edad de procrear. Puede traer a nuestro bebé sano. —¡Trabaja para ti! ¿Acaso te gusta? —¿Gustarme? No, o bueno, no lo creo, pero sí es linda. —Cariño, sabes que yo te amo a ti. —Yo no te pregunté si la amabas. —No me gusta, solo la veo como un buen prospecto para ser el vientre subrogado. Igual ella ni siquiera lo sabe, quería esperar para consultarlo contigo y luego hacerle esa propuesta. De igual forma, necesita ese dinero. —¿Tanto sabes de ella? —Mierda. —Dijo cosas cuando pidió el empleo. Cariño... —Me acerco a ella y la rodeo con mis brazos—. Solo piénsalo, ella dará a luz a nuestro hijo y luego de eso la despido y le doy su dinero para que empiece una vida lejos, o donde ella quiera. —¿Me prometes que luego la despedirás? —S
Tenía mi cabeza hecha trizas; aún no puedo creer que acepté ser la madre subrogada del señor Mendoza. Es una locura, pero después de lo que pasó con Mariano, no tuve más remedio que aceptar. Tengo miedo de lo que me pueda pasar. Por unos instantes pensé en mi abuela, en cuando me regaló mi cajita de música con la bailarina. Ahora solo es un cofre hecho un desastre. Mañana tengo que ir a algún lugar donde la puedan arreglar.—Bueno, es mejor que duerma ya. Mañana será un día largo y al menos espero estar descansada.A la mañana siguiente me despierto con cero ganas. No descansé porque mi cabeza iba a cien y no dejaba de pensar en todo lo que me estoy jugando con esta locura que voy a hacer.—Maldito Mariano, solo espero que apenas te dé el jodido dinero, te largues de mi vida por completo —murmuro. Como todas las mañanas, lo primero que hago es bajar a tomar un poco de agua. Como sé que me encuentro sola, no me molesto en ponerme algo, ya que suelo dormir ligera de ropa.Cuando salgo d
Me encontraba en el sillón del enorme departamento del señor Mendoza. Todavía no podía creer en qué momento llegué al punto de tener un bebé para otras personas. Maldigo a Mariano por volver a aparecer en mi vida. De no ser por él, solo estaría trabajando para el señor Mendoza sin tener que hacer esto.Escuché un fuerte golpe proveniente de la entrada del departamento, lo que me llenó de pánico. Rápidamente tomé un jarrón que había cerca y caminé hasta la puerta. ¿Cómo es posible que en un lugar como este entren ladrones? Qué mala suerte tengo.-¡Mierda! – una voz masculina. – Me caí. Esa voz la conozco. Camino rápidamente hasta que veo al señor Mendoza tendido en el suelo.-Señor Mendoza, ¿qué hace aquí? – Él levanta la cabeza y, al ver sus ojos, me doy cuenta de que está borracho.-Me olvidé por completo de que estabas aquí. Lo siento mucho, yo... – hablaba pausado, en serio, está muy ebrio.-Creo que bebió de más, señor Mendoza.-Dime Lucas, ¿vas a darme un hijo? – Él sonríe, pero
Pasaron dos semanas completas y no supe casi nada de Lucas. Me sentía bastante preocupada, ya que ni siquiera fue a la oficina, algo muy poco habitual en él. Definitivamente, necesitaba hacer algo.—Margarita —dije, mientras ella organizaba parte de la sala—.—Sí, dígame, señorita Daniela.—¿Podría darme la dirección de la casa del señor Lucas? —Mi petición la sorprendió un poco.—Querida, no creo que sea buena idea que vaya.—Margarita, estoy preocupada por él. Lleva muchos días sin ir a la oficina, y teniendo en cuenta lo que pasó, sería bueno ir y cerciorarme de que está bien. —Ella pensó unos segundos, pero finalmente accedió a darme la dirección.—No se te ocurra decir que fui yo.—Tranquila, esto se va a la tumba conmigo. —Me dedicó una sonrisa, y le dejé un beso en la mejilla antes de dirigirme directamente a la casa de Lucas. Solo esperaba que estuviera bien.Al llegar, observé una mansión enorme; jamás había visto algo así. Estaba llena de flores y jardines grandes, un espaci
LUCAS MENDOZACuando vi la sangre correr por las piernas de Daniela, todo se movió a mi alrededor. Sentí miedo por ella, no quería que nada le pasara. Pero al llegar al hospital y recibir esa hermosa noticia, todo ese miedo desapareció.—¿Es en serio? —hablo sin poder creerlo.—Así es, señor Mendoza. Funcionó el tratamiento —miro a Daniela, quien se encuentra algo ida, como si estuviera pensando en otra cosa.—¿Daniela? —llamo su atención, y ella sale del trance.—Disculpen. Felicidades, señor Mendoza. Muy pronto tendrá a su hijo en sus brazos —estaba extraña, su sonrisa no era la misma y su mirada estaba algo apagada—. Doctor, ¿por qué fue el sangrado y el malestar que tenía?—Bueno, esos son los primeros síntomas. El sangrado es lo que de pronto me preocupa. Por ese motivo, debes estar en reposo. Los primeros tres meses son los que más cuidado debes tener y tratar de estar tranquila.—Seguiremos las recomendaciones.—Bueno, entonces nos veremos en un mes para ver cómo va este bebé —