LUCAS MENDOZACuando vi la sangre correr por las piernas de Daniela, todo se movió a mi alrededor. Sentí miedo por ella, no quería que nada le pasara. Pero al llegar al hospital y recibir esa hermosa noticia, todo ese miedo desapareció.—¿Es en serio? —hablo sin poder creerlo.—Así es, señor Mendoza. Funcionó el tratamiento —miro a Daniela, quien se encuentra algo ida, como si estuviera pensando en otra cosa.—¿Daniela? —llamo su atención, y ella sale del trance.—Disculpen. Felicidades, señor Mendoza. Muy pronto tendrá a su hijo en sus brazos —estaba extraña, su sonrisa no era la misma y su mirada estaba algo apagada—. Doctor, ¿por qué fue el sangrado y el malestar que tenía?—Bueno, esos son los primeros síntomas. El sangrado es lo que de pronto me preocupa. Por ese motivo, debes estar en reposo. Los primeros tres meses son los que más cuidado debes tener y tratar de estar tranquila.—Seguiremos las recomendaciones.—Bueno, entonces nos veremos en un mes para ver cómo va este bebé —
Estoy sentado en la cama esperando a que Daniela salga del baño. Me vi tentado a entrar para ayudarla, pero decidí darle su espacio. Si las cosas empeoran, entraré. En ese momento, Daniela sale del baño, bastante pálida. Al verme ahí sentado, queda sorprendida.—¿Estás bien? —es lo primero que pregunto.—Sí. ¿Qué haces aquí? —No pienso extender esto, voy directo al grano.—¿Quién es Mariano y por qué te amenaza?Puedo ver cómo su cara se pone aún más pálida que cuando salió del baño. Me preocupo cuando casi se cae, así que de inmediato corro hacia ella y la siento en la cama. No quiero que se lastime ni que le pase algo al bebé.—¿Me puedes responder?—¿Qué haces viendo mis mensajes? —pregunta alterada—. ¡¿Que no te enseñaron a respetar la privacidad de las personas?! —Mierda, ahora está enojada.—Solo pasé por tu habitación y fue imposible no escuchar la conversación. ¿Ya me dirás quién es y por qué te amenaza?Ella niega repetidamente con la cabeza y se pone de pie.—Vete de aquí, L
DANIELA MOLINADespierto sintiendo cómo los rayos del sol golpean mi rostro. Al fijarme bien, noto que llevo puesta la ropa de ayer y caigo en cuenta de que me quedé dormida en los brazos de Lucas.—¡Qué vergüenza! —digo tapándome la cara, pero una sonrisa tonta aparece en mis labios al recordar su hermoso regalo. Mi vista se dirige a mi caja musical, y sin pensarlo, la tomo para que empiece a sonar—. Hace mucho tiempo nadie me hacía un regalo tan hermoso. Bebé, vas a tener un gran padre —digo mientras acaricio mi vientre, que aún sigue plano.—¿Te parece? —Me sobresalto al escuchar la voz de Lucas, quien está parado en la puerta con una bandeja llena de comida.—¿Hace cuánto estabas ahí parado? —pregunto, llena de vergüenza.—No mucho, pero alcancé a escuchar lo que le decías al bebé —se acerca y deja la bandeja en la cama—. Espero que te guste.—Todo se ve delicioso, Lucas —tomo el jugo de naranja, pero no puedo evitar sentirme intimidada por su mirada fija en mí—. ¿Sucede algo?—So
Estoy sorprendida al verme al espejo, literalmente no me reconozco. Definitivamente Cami hizo un gran trabajo: me maquilló de manera natural, pero resaltando mis ojos. Mi cabello luce precioso con ondas, y el vestido vino tinto que me dio Lucasquedó perfectamente ajustado a mi cuerpo.—Quedaste hermosa —dice Cami con una sonrisa en el rostro.—Gracias, Cami —la abrazo y le dedico una sonrisa—. Jamás me había visto así de linda.—No necesitas de todo esto, siempre has sido hermosa.Ambas estábamos listas con nuestros hermosos vestidos, y, como lo dijo Lucas, afuera del apartamento de Camila se encontraba una de las camionetas de Lucas.—¿Y esto qué es? —pregunta Camila, confundida.—Señorita Daniela, el señor nos envía para llevarlas a la gala.Camila me mira de manera sospechosa. Esto se me está saliendo de las manos.—Gracias —digo mientras ambas nos subimos al auto y este arranca.—¡Joder, Dani! Ya dime la verdad. ¿Tienes algo con el señor Mendoza?—Cami, no quiero ser grosera, pero
No pude descansar en lo absoluto. Tenía tanta rabia que no logré conciliar el sueño. Me levanté y las ganas de vomitar se hicieron presentes, así que rápidamente corrí al baño y vomité un poco.—Espero que esto pase rápido porque no creo aguantar todo esto —dije en voz baja.Me di un baño rápido, me arreglé con un vestido blanco y aproveché que era temprano, ya que no quería encontrarme con la bruja, y mucho menos con Lucas. Tomé mis cosas y salí rápido de la habitación, pero mis intenciones se vieron interrumpidas por la bruja, quien apareció en el pasillo con la misma camisa con la que nos recibió ayer.—Buenos días, querida —dijo con una voz melosa que me causó más náuseas de las que ya tenía.—¿Qué quiere? —pregunté con mal humor.—Solo quería saber cómo estabas y si necesitas algo. Ya sabes, por lo de mi hijo —respondió con descaro. Ni siquiera lo quiere; es solo un medio para mantener a Lucas a su lado.—Estoy bien, gracias por preguntar —intenté avanzar, pero ella me detuvo con
Juro que en este momento quería morir de la vergüenza. Como puedo, me bajo de la cintura de Lucas mientras observo a una Claudia bastante incómoda, pero con una sonrisita extraña.—Clau, lo siento, yo… —¡Mierda! Estoy muy nerviosa.—Señorita, disculpe, fue mi culpa —habla Lucas con una tranquilidad que contrasta con mi vergüenza—. Es mejor que me vaya.—No se preocupen —dice Claudia, ahora sí, con una sonrisa plena—. Puedo irme si desean.—¡NO! —grito—. El señor Mendoza ya se iba, ¿cierto?—Sí, disculpe de nuevo —responde Lucas, mirando nuevamente hacia mí. Se acerca y me susurra al oído—: Esto aquí no acaba.Lucas sale con su completa elegancia de la casa de Claudia, mientras yo, muerta de la vergüenza, me tapo la cara y me dejo caer en el sillón. Escucho una carcajada de Clau.—¿Segura de que no se gustan? —pregunta irónicamente.—No es lo que piensas. —Su risa me interrumpe de nuevo.—Por Dios, Dani, lo vi en vivo y en directo. A nada de llegar a la cama. Hasta a mí me dio calor co
LUCAS MENDOZADespierto al sentir los rayos del sol pegarme justo en el rostro. Al observar a mi lado, veo a Sonia, quien se encuentra desnuda. Lo de ayer fue como revivir la pasión que sentía que habíamos perdido, pero cuando me preguntó si la amaba, sentí que fue algo más del momento.Con cuidado, salgo de la cama, camino hasta la puerta y salgo sin hacer mucho ruido; no quería despertarla. Al llegar a la planta baja, me invade el deseo de saber cómo sigue Daniela, así que voy directo a su habitación. La puerta está entreabierta, y me quedo hipnotizado al verla casi desnuda; solo lleva unas bragas, pero se puede apreciar su cuerpo completo. Daniela da la vuelta y, al verme parado en la entrada, antes de que empiece a gritar, entro de golpe y coloco mi mano sobre su boca, mientras con la otra la sostengo.—Tranquila, no vayas a gritar —esta se remueve, pero al tenerla tan cerca, mi cuerpo comienza a sentir calor. En ese momento, ella se calma, así que retiro mi mano.—¡Suéltame! ¿Por
3 meses despuésEstoy frente al espejo de mi habitación, que se ha convertido en mi refugio en este tiempo en el que llevo encerrada como prisionera. Cada cosa que hago es por obligación; no hay nada que pueda hacer por voluntad propia o porque me guste, todo es por orden de Lucas.Mi vientre ya está mucho más pronunciado, y me empiezo a sorprender por lo que es el milagro de la vida. Estoy formando una vida, un ser humano. Coloco mi mano sobre mi vientre y la acaricio.– Deseo de corazón que tengas una vida maravillosa. Ojalá nunca sufras lo mismo que tuve que sufrir yo.– Daniela – tapo mi vientre al escuchar entrar a Lucas.– Pensé que ya había quedado claro eso, señor Mendoza.– Lo siento. Debemos salir ya.– ¿Debemos?– ¿Cómo que debemos?– Sonia no puede asistir al control, así que me dijo que fuera yo. – Eso está raro. Desde lo sucedido, Sonia me ha llevado a los controles. Bueno, en realidad, lo que hace es dejarme en el consultorio y luego se va. Siempre entro yo sola, y lueg