CAPITULO 8

Me encontraba en el sillón del enorme departamento del señor Mendoza. Todavía no podía creer en qué momento llegué al punto de tener un bebé para otras personas. Maldigo a Mariano por volver a aparecer en mi vida. De no ser por él, solo estaría trabajando para el señor Mendoza sin tener que hacer esto.

Escuché un fuerte golpe proveniente de la entrada del departamento, lo que me llenó de pánico. Rápidamente tomé un jarrón que había cerca y caminé hasta la puerta. ¿Cómo es posible que en un lugar como este entren ladrones? Qué mala suerte tengo.

-¡Mierda! – una voz masculina. – Me caí. Esa voz la conozco. Camino rápidamente hasta que veo al señor Mendoza tendido en el suelo.

-Señor Mendoza, ¿qué hace aquí? – Él levanta la cabeza y, al ver sus ojos, me doy cuenta de que está borracho.

-Me olvidé por completo de que estabas aquí. Lo siento mucho, yo... – hablaba pausado, en serio, está muy ebrio.

-Creo que bebió de más, señor Mendoza.

-Dime Lucas, ¿vas a darme un hijo? – Él sonríe, pero
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