Juro que en este momento quería morir de la vergüenza. Como puedo, me bajo de la cintura de Lucas mientras observo a una Claudia bastante incómoda, pero con una sonrisita extraña.—Clau, lo siento, yo… —¡Mierda! Estoy muy nerviosa.—Señorita, disculpe, fue mi culpa —habla Lucas con una tranquilidad que contrasta con mi vergüenza—. Es mejor que me vaya.—No se preocupen —dice Claudia, ahora sí, con una sonrisa plena—. Puedo irme si desean.—¡NO! —grito—. El señor Mendoza ya se iba, ¿cierto?—Sí, disculpe de nuevo —responde Lucas, mirando nuevamente hacia mí. Se acerca y me susurra al oído—: Esto aquí no acaba.Lucas sale con su completa elegancia de la casa de Claudia, mientras yo, muerta de la vergüenza, me tapo la cara y me dejo caer en el sillón. Escucho una carcajada de Clau.—¿Segura de que no se gustan? —pregunta irónicamente.—No es lo que piensas. —Su risa me interrumpe de nuevo.—Por Dios, Dani, lo vi en vivo y en directo. A nada de llegar a la cama. Hasta a mí me dio calor co
LUCAS MENDOZADespierto al sentir los rayos del sol pegarme justo en el rostro. Al observar a mi lado, veo a Sonia, quien se encuentra desnuda. Lo de ayer fue como revivir la pasión que sentía que habíamos perdido, pero cuando me preguntó si la amaba, sentí que fue algo más del momento.Con cuidado, salgo de la cama, camino hasta la puerta y salgo sin hacer mucho ruido; no quería despertarla. Al llegar a la planta baja, me invade el deseo de saber cómo sigue Daniela, así que voy directo a su habitación. La puerta está entreabierta, y me quedo hipnotizado al verla casi desnuda; solo lleva unas bragas, pero se puede apreciar su cuerpo completo. Daniela da la vuelta y, al verme parado en la entrada, antes de que empiece a gritar, entro de golpe y coloco mi mano sobre su boca, mientras con la otra la sostengo.—Tranquila, no vayas a gritar —esta se remueve, pero al tenerla tan cerca, mi cuerpo comienza a sentir calor. En ese momento, ella se calma, así que retiro mi mano.—¡Suéltame! ¿Por
3 meses despuésEstoy frente al espejo de mi habitación, que se ha convertido en mi refugio en este tiempo en el que llevo encerrada como prisionera. Cada cosa que hago es por obligación; no hay nada que pueda hacer por voluntad propia o porque me guste, todo es por orden de Lucas.Mi vientre ya está mucho más pronunciado, y me empiezo a sorprender por lo que es el milagro de la vida. Estoy formando una vida, un ser humano. Coloco mi mano sobre mi vientre y la acaricio.– Deseo de corazón que tengas una vida maravillosa. Ojalá nunca sufras lo mismo que tuve que sufrir yo.– Daniela – tapo mi vientre al escuchar entrar a Lucas.– Pensé que ya había quedado claro eso, señor Mendoza.– Lo siento. Debemos salir ya.– ¿Debemos?– ¿Cómo que debemos?– Sonia no puede asistir al control, así que me dijo que fuera yo. – Eso está raro. Desde lo sucedido, Sonia me ha llevado a los controles. Bueno, en realidad, lo que hace es dejarme en el consultorio y luego se va. Siempre entro yo sola, y lueg
Pasaron cinco días, y cada día veía más deteriorada a Daniela. Parecía que no estuviera durmiendo bien porque sus ojos estaban ojerosos y su piel, muy pálida. Esta situación comenzaba a preocuparme, pero cada vez que intentaba hablar con ella, hacía todo lo posible para no quedarse a solas conmigo.—Señor Mendoza, el señor Núñez está aquí.—Hazlo pasar, Camila.—Al fin tengo el placer de conocerlo, señor Mendoza —dijo estrechando mi mano.—Lo mismo digo, señor Núñez. Bueno, creo que podemos ir directo a lo que le pedí.—Así es, señor Mendoza —respondió mientras sacaba una carpeta de su maletín y me la entregaba—. Hay bastante información sobre la chica, pero no ha tenido una vida fácil.No quería leer ese documento, así que me levanté y le entregué el cheque con el pago.—Aquí está lo que le corresponde.—Gracias, señor Mendoza. Estoy a su disposición para lo que desee.—Lo tendré en cuenta, señor Núñez.Núñez salió por la puerta, y yo me quedé con esa carpeta que me daba miedo abrir.
DANIELA MOLINAEstaba muy asustada, no paraba de caminar de un lado a otro. Me sorprendía la tranquilidad con la que estaba Lucas, ahí sentado en una silla junto con Claudia, esperando a que me calmara. Pero no podía. Acabo de romper mi promesa; ahora seré madre de un hijo que ni siquiera planeé tener. Se suponía que este bebé debía ser de Lucas y de Sonia, no mío.—Daniela, ya me tienes mareada con tanta caminadera —habla Claudia, pero yo estoy con los nervios de punta.—¿Por qué no me lo dijiste? Eres mi amiga, debiste decírmelo.La mirada de Claudia se apaga y se encorva.—Quise decírtelo, pero estaba mi trabajo, la confidencialidad... No sabía qué hacer.—¡Voy a tener un bebé que no estaba en mis planes!—Daniela, yo soy el padre, yo puedo encargarme de él y tú podrás seguir con tu vida. Yo fui quien te metió en esto.Observo a Lucas como si le hubiera salido otra cabeza y juro que quiero matarlo. Una cosa es que yo llevara un hijo con sus genes y con los de Sonia, pero este bebé
DANIELA MOLINA Tenía frente a mí a Lucas, quien esperaba que le contara la verdad sobre mi historia con Mariano. Para mí era muy difícil hablar de lo sucedido, pero ya no quería que Lucas pensara lo peor de mí. Ahora que sé que este bebé es mío y de Lucas, espero poder tener una buena relación con él y que conozca toda la verdad.—Ojalá pudiera tomar algo fuerte... Quisiera tener algo de valor.—Solo dilo. Te prometo que no te juzgaré, solo dime la verdad.—Está bien —tomo aire y comienzo a contarle la historia de Mariano—. Tú sabes que estuve muchos años en un orfanato. Hasta mis 18 años, cuando al fin cumplí la mayoría de edad, ellos me echaron a la calle. Me tocó muy difícil porque no conocía la vida adulta. No tenía a nadie, dormí muchas veces en la calle, expuesta a que me pasara algo. Trabajé en bares de mala muerte donde muchos hombres intentaron propasarse conmigo, pero gracias a Dios nunca pasó nada. Hasta que un día conocí a Mariano.Ese día estaba atendiendo a un cliente y
Me encontraba con toda la disposición de ir a trabajar. Estaba muy feliz porque no quería seguir en casa; necesitaba sentirme útil. Nunca fui una mujer que se quedara quieta. Siento unas manos rodear mi cintura y posar en mi vientre un poco abultado.—Estás hermosa —susurra Lucas, dejando un beso en mi cuello—. Amo acariciar tu vientre.—Lo sé, desde que nos enteramos de que tendremos una niña no has dejado de acariciarlo.—¿Te emociona ser madre? —Desde que me enteré de que soy la madre biológica de este bebé jamás había pensado en si me emociona. Desde que llegué al orfanato mi pensamiento siempre fue no tener hijos. Pero ahora, con todo esto...—No me había puesto a pensar en eso. Tengo muchos traumas por mi historia. Todos los días repetía que no iba a tener hijos porque sentía miedo de que el bebé corriera con la misma suerte que yo. Ahora me asusta, ya que no sé si seré buena madre. Jamás tuve un amor de madre; lo más cerca que estuve de eso fue mi abuela, pero se fue rápido. —
DANIELALas palabras de la señora Gloria me habían herido en el alma. Era cierto, Lucas y yo somos de mundos muy distintos. Él viene de una familia pudiente, mientras que yo soy una niña a la que dejaron abandonada en un orfanato. Él es rico y poderoso, mientras que yo solo intento ganarme la vida trabajando hasta casi explotarme.Sentía cómo las lágrimas empezaban a recorrer mis mejillas. Solo quería irme, pero tenía el deber de quedarme para la dichosa reunión.—Daniela, cariño, abre la puerta —era Lucas, pero no quería verlo.—¡Vete! —le grité.—Cariño, no prestes atención a lo que dijo mi madre. Nada de eso es cierto, tú y yo estaremos bien.—Ella tiene razón en lo que dice —respondí con la voz quebrada.—Nena, abre la puerta.Dando un fuerte suspiro, abrí la puerta. Lucas, al verme, me tomó del brazo y me pegó a su pecho para luego rodearme con sus brazos fuertes.—Aquí estoy, odio verte llorar.—Me dolió lo que tu madre dijo, pero es una realidad.—No digas eso. A mí no me impor