Un bebe para el CEO
Un bebe para el CEO
Por: sara o
CAPITULO 1

—Es inútil, Lucas. Jamás podremos tener un bebé. —Sonia sale del baño con la prueba de embarazo en la mano. Me la entrega, y veo que solo tiene una raya, lo que indica que no está embarazada.

—Cariño, no te desesperes. Pronto tendremos un bebé.

—Por Dios, Lucas, ya llevamos un año en este proceso y no logro embarazarme. —Se sienta en la cama y yo me siento a su lado, dándole un abrazo, pero ella me esquiva—. No quiero que me toques.

—Sonia, no te desquites conmigo por esta situación. Sabes que el doctor nos dijo que tener un bebé podría ser difícil para ti.

—¡Pues ya no lo quiero seguir intentando! —grita ella, lo que activa mis alarmas.

—¿Qué quieres decir?

—Que vamos a buscar otra manera de tener un bebé porque yo ya no quiero seguir intentando, ya me cansé.

—Sonia, se supone que esto debe ser un bebé de los dos, que crezca en tu vientre.

—Ahora hay muchas formas de tener un hijo sin necesidad de que yo quede embarazada y destroce mi cuerpo.

Lo de su cuerpo siempre fue un problema para Sonia, ya que ella es modelo. Cuando le propuse la idea de formar una familia, fue bastante difícil convencerla. Ella solo piensa en la idea de que su cuerpo se desfigure, por eso siempre intento que ella se sienta que siempre será hermosa ante mis ojos.

—Cariño, no te rindas todavía con lo del bebé.

—Pues sí, ya estás advertido, no seguiré intentando esto. Buscaremos un vientre. Ahora, si no es más, iré a ver algunos asuntos de la boda. Ya llevamos meses comprometidos y aún no hemos iniciado ningún preparativo, y quiero que sea la boda del año. —La veo más entusiasmada con la boda que con la idea de tener un hijo, sin embargo, intento entenderla—. ¿Ya imaginas las páginas de las revistas? “La gran boda del CEO de la tecnología, el magnate Lucas Mendoza, y la supermodelo Sonia Arcani”. ¡Sería lo máximo!

—Sí, supongo que sí.

—Bueno, amor, debo irme. —Sonia se acerca y deja un beso en mis labios para luego desaparecer por la puerta de la casa.

Llego a las oficinas, donde todos saludan cordialmente. No soy un jefe tirano, pero tampoco soy de esos jefes que dan confianza con mis trabajadores. Soy estricto y me gusta que todo esté perfecto. Tener este carácter y forma de ser ha hecho que logre grandes cosas y que esté en este lugar de mi vida a los 35 años.

—Señor, aquí está la documentación de las nuevas computadoras que están realizando.

—Gracias, Camila. —Ella es mi asistente y lleva conmigo 5 años. Es una chica bastante profesional y jamás ha intentado algo impropio conmigo, a comparación de las otras secretarias que han pasado por su puesto. Es hermosa, pero no es tanto mi tipo y, además, yo soy un hombre felizmente comprometido. Abro los archivos y siento cómo la rabia empieza a subir por todo mi rostro. Juro que mataré a estas personas.

—¡CAMILA! —grito colérico, y ella en cuestión de segundos aparece con su cara pálida, ya que sabe que algo malo ha pasado.

—¿Dígame, señor?

—¿Qué carajos es esto? Esto se encuentra incompleto. —Grito enojado, tirando ese informe deficiente.

—Señor, esto llegó directamente del área de laboratorio, lo envió el señor Gabriel.

—¿Gabriel? ¿Qué hace mi mejor amigo en esa área? ... Claro.

—Lo mataré.

Salgo de mi oficina furioso, bajo rápidamente a los laboratorios y no me equivoco. El muy descarado se encuentra coqueteando con una de las chicas que trabaja en esa área, Sandra.

—¡Gabriel! ¿Qué carajos haces molestando a mi personal? —Él me mira y luego le susurra algo a Sandra que no logro entender.

—Solo vine a saludar.

—¿Tú fuiste el que mandó esa porquería de informe?

—Quería molestarte. —Me pasa otro informe, y al parecer este es el correcto.

—Aquí no puedes venir a hacer esas estupideces. Esta es mi empresa y también tuya, ya que eres socio, así que compórtate.

—Joder, Lucas, pareces un viejito. ¿Acaso Sonia no te da placer? —Pues la verdad ya no hay tanta actividad entre nosotros, pero eso no quiere decir que sea por eso—. Oh no, tu silencio me lo confirma todo.

—Ya cállate, no digas estupideces, ni hables de mi mujer.

—Claro, dime, ¿ya quedó embarazada o todavía no?

Miro hacia otro lado y niego con la cabeza.

—Sonia no lo quiere seguir intentando. Dice que ya está frustrada.

—¿Es eso o es que no quiere dañar su figura?

—Deja de hablar de mi futura esposa así.

—Por Dios, Lucas, no te hagas el estúpido. Tu mujer es bastante superficial, trabaja con su cuerpo. ¿Crees que está emocionada por tener un hijo?

—Ella y yo ya lo habíamos hablado y estaba de acuerdo.

—Tal vez te lo dijo solo para mantenerte contento con la idea.

—Dijo que buscáramos otras opciones, pero no sé qué más hacer. —Me siento en una de las muchas oficinas que tenemos en la empresa y nos sirvo un café.

—Creo que tengo una idea.

Me giro y lo observo con curiosidad. Ahora, ¿con qué estupidez me piensa salir?

—A ver, genio, te escucho.

—Alquilen un vientre.

—¿Qué? ¡Ahora sí se enloqueció!

—¡Estás loco! Yo no pienso dejar que otra mujer tenga a mi hijo —le grito enojado.

—Amigo, Sonia no lo quiere intentar más. Es la única opción que tienen - ¡Joder! Odiaba cuando Gabriel tiene la razón, pero no sé si quiera que otra mujer tenga a mi hijo.

—Lo pensaré.

—Piénsalo, hermano. Si quieres un hijo, es la mejor opción que tienes por ahora.

Estoy tan lleno de pensamientos respecto a la idea de ser padre y esa necesidad de formar una familia con Sonia que mi mente no deja de pensar en la idea de Gabriel. No lo quiero hacer, pero al ver que Sonia ya no lo quiere tener por su cuenta, me lleno de frustración y esa idea se vuelve más clara que nunca.

—Necesito tomar aire o me ahogaré en este lugar. —Salgo de mi oficina y tomo mi abrigo—. Camila, iré a comprar un café.

—Señor, si desea, puedo ir por él.

—Tranquila, de igual forma quiero ir a tomar aire. Si alguien me necesita, que se espere o luego yo lo llamaré.

—Claro, señor.

Cuando salgo, me doy cuenta de que está lloviendo fuerte, así que no me queda más opción que tomar mi carro y salir por mi café. Afortunadamente no queda muy lejos el lugar, pero yo quería caminar y despejarme. Mi teléfono suena y veo que es una llamada de Sonia, pero cuando vuelvo a levantar la vista, una mujer está cruzando la calle y no me da tiempo de frenar, lo que hace que atropelle a la mujer.

—¡Mierda! —Me bajo rápido del carro y ruego a Dios que la chica esté viva. Veo que está en el suelo, tocándose la frente que parece tener sangre.

—Lo que faltaba. —Un fresco regresa a mí cuando la escucho hablar.

—Dios mío, lo siento, yo...

—¿¡Qué carajos le pasa!? —grita ella, casi al borde de matarme—. ¡Casi me mata!

—Lo siento, está lloviendo muy fuerte y no la vi bien. —Ella intenta pararse, pero vuelve a sentarse, al parecer algo le está doliendo.

—No, no. —Toca su pierna y las lágrimas empiezan a rodar por su mejilla—. ¡Esto no me puede estar pasando! ¡No ahora!

—¿Le duele la pierna? - Ella asiente con la cabeza.

—Déjeme llevarla a un hospital.

—No puedo, no tengo seguro. —Ella sigue tocándose—. ¡ESTO NO ME PUEDE ESTAR PASANDO! ¡NO AHORA!

—Tranquila, yo pagaré todo.

—¡No entiende! No me puedo dar el lujo de irme a un maldito hospital. Necesito buscar un trabajo o me quedaré sin hogar.

—¿No tiene a nadie más?

Ella niega con la cabeza.

—No tengo a nadie y pronto me sacarán a patadas de la calle por no pagar el arriendo.

—Vamos a solucionar eso, pero primero deben revisarla. —Ella me mira y es inevitable no quedar hipnotizado con el color de sus ojos. Sin duda, parecen el color del cielo, y sus pestañas negras alargadas los hacen ver más brillantes—. ¿Cómo se llama?

—Daniela. ¿Y usted?

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