LUCAS MENDOZA
Me encontraba bastante impactado al ver como las cosas de la pobre chica estaban tiradas en la calle, la habían sacado de su hogar ella tenía razón, debía pagar el arriendo o la sacarían. Ahora verla llorando por el cofre que le regalo su abuela me genera una sensación extraña en el cuerpo, no me esta gustando verla llorar se ve tan indefensa
-oye, tranquila. Se solucionará todo. ¿tienes algún lugar donde te puedas quedar? – esta se queda pensando por unos segundos, pero luego niega con la cabeza
-no tengo a nadie más que a mí, señor – era triste ver a una chica tan joven en esas condiciones. Me estaba debatiendo por dentro en irme y dejarla o ayudarla, ya que por mi culpa fue que termino perdiendo su casa y ahora esta convaleciente
-tengo un apartamento, este se encuentra solo. Te puedes quedar ahí el tiempo que desees para que te recuperes pronto – la chica levanta su mirada incrédula ante lo que le estoy diciendo
-no puedo aceptar eso señor Mendoza
-dime Lucas – juro que estoy sorprendido por lo comprensivo que estoy con esta chica. Esta se levanta con cuidado y suelta un largo suspiro, se nota que esta cansada pareciera que en cualquier momento se fuera a desmayar – Señorita Daniela, se ve muy pálida y cansada, hazme caso ve y descansa en mi apartamento y ya luego decides que quieres. Solo deje ayudarla
-esta bien, pero solo será por esta noche. Ya mañana me ire
Llegamos al apartamento y su mirada de asombro me hace gracia, ¿acaso nunca había visto un lugar asi?
-me perderé en este lugar – dice ella mirando con curiosidad cada espacio del apartamento, es como si tuviera a una niña pequeña curioseando
-le aseguro que no. Además no estará sola – margarita aparece por la zona de la cocina regalándonos su hermosa sonrisa. Quise que margarita vinera para que estuviera pendiente de ella y de cualquier cosa que necesite
-buenas noches, señor Mendoza – la chica la mira con curiosidad y luego me mira a mi
-Margarita, ella es Daniela. Será una huésped por unos días en este apartamento y quiero que estes a su disposición
-¿Qué? un momento, yo no me pienso quedar mucho tiempo, además no necesito ayuda
-recuerda que estas incapacitada
-señorita Daniela, no se preocupe yo la ayudare en lo que necesite – Margarita le regala una hermosa sonrisa y por primera vez veo como la chica le dedica una calida sonrisa a ella
-gracias, señora Margarita
-solo Margarita
-bueno, entonces usted dígame Daniela o Dani – Daniela parecía ser buena chica, bastante sencilla y muy humilde, pero hay algo en su mirada que me hace sentir extraño, no se una sensación que jamas había sentido en mi cuerpo
Mis pensamientos se ven interrumpidos por el sonido de mi celular, cuando veo quien es todo se me baja. Sonia me matara
-demen un momento – agarro todo el aire posible para llenarme de paciencia y contesto – hola cariño
-¿¡donde carajos estas!? – m*****a sea
-Sonia, no me hables de esa manera yo no soy un niño pequeño para que tengas esos tratos conmigo
-entonces responde donde carajos te has metido. ¿ya viste la hora? Deberías estar en casa. ¿Dime ahora mismo donde estas y con quien estas?
-te cuento cuando llegue a casa – esta no responde nada, ya que solo cuelga el teléfono como siempre lo suele hacer cuando quiere hacer sus pataletas de niña mimada. Me regreso y me doy cuenta que la chica me estaba observando
-¿todo bien? – pregunta esta
-si, ya debo irme, pero quedas como en tu casa – esta mira a su alrededor
-no es mi casa, pero gracias – me dedica una tierna sonrisa y yo como un estúpido me quedo embobado viéndola. Al darme cuenta de mi estado de trance carraspeo y vuelvo a recuperar la compostura
-descanse
-igualmente
Salgo del edificio tratando de recuperar mi compostura, hoy definitivamente fue un día bastante pesado y ahora no se que carajos le voy a decir a Sonia cuando llegue a la casa, de seguro me va a querer acribillar
Al llegar a casa esta se encuentra sentada en una silla con una copa de vino el la mano, su mirada parece que fuera a tirar fuego y su rostro se encuentra completamente serio
-hasta que te dignas a llegar
-Sonia, tuve un día de m****a hoy me pasaron muchas cosas y lo ultimo que quiero es discutir – esta se acerca y comienza a oler mi traje -¿Qué haces?
-¿¡porque hueles a mujer!? – definitivamente cuando Sonia quería molestar la vida lo hacia de maravilla - ¡responde maldito!
-¡no me trates de esa forma! ¡respétame! – esta al escuchar mi grito se queda callada – soy tu prometido y así como yo te respeto tu debes hacer lo mismo conmigo
-entonces responde!
-atropellé a una chica en la mañana, pensé que la había matado – esta parece no estar asustada por las cosas, al contrario se veía mas enojada
-¿y que? ¿Fuiste el salvador del día o que?
-Sonia, ¿Qué carajos te pasa? Me crees capaz de dejar a una mujer tirada en una calle y mas por culpa mia – esta rueda sus ojos y toma mas vino
-y dime ¿que hiciste con la chica?
-la lleve al hospital y ahora se esta quedando en el apartamento que tengo – siento como esta estalla su copa contra el suelo
-¡LA METISTE A TU APARTAMENTO! – esta suelta un golpe en mi pecho, pero antes de que me de en la cara la detengo
-¡YA BASTA! AQUÍ LA DEJAMOS NO PIENSO SEGUIR TOLERANDO ESTO – tomo mi saco y cuando me dispongo a salir de la casa soy detenido por Sonia
-cariño, lo siento, no se que me paso. No te vayas – escucho como Sonia comienza a sollozar cosa que no soporto, no me gusta verla mal
-tranquila, aquí estoy – esta me abraza y yo hago lo mismo – discúlpame a mi que no te avise nada
-vamos a descansar. Además mañana tenemos un día largo
-has pensado lo del bebe? – la cara de Sonia se vuelve otra vez seria
-te dije que no lo seguiría intentando
-entonces tengamos un bebe por subrogación – esta se queda pensativa por unos minutos esta procesando todo
-¿tantos deseos tienes de ser padre? – pregunta esta
-pensé que tu también lo quieres - ¿Qué esta sucediendo? – Sonia, se supone que habíamos hablado del tema y te dije que mi mayor anhelo era ser padre y tu me dijiste que también querías ser madre
-si, lo se y también lo quiero, es solo que me da algo de miedo no ser buena madre – le sonrió y el abrazo fuerte
-cariño, serás una excelente madre – esta se separa de mi
-¿Cuándo empezamos a buscar ese vientre?
-mañana mismo, ya no quiero esperar más – la cara de Sonia no daba ninguna emoción, solo se limito a decir si y luego subió a la habitación sin decir nada más. ¿acaso Sonia no desea ser madre?
A la mañana siguiente, despierto, pero me doy cuenta de que Sonia no se encuentra a mi lado. Seguro debe estar haciendo ejercicio, como es habitual en ella. Me levanto y me doy una ducha con agua fría. Hoy debo ir a la oficina, pero primero debo pasar donde Daniela; quiero hacerle una propuesta y espero que no sea testaruda, porque esto le puede servir.
Bajo a tomar el desayuno y me encuentro a mi prometida, con su ropa deportiva, tomando su batido de proteína.
—Buenos días, cariño —me acerco a ella y le dejo un casto beso en los labios.
—Hola, amor. Dormiste hasta tarde.
—Sí, lo sé —le dedico una sonrisa.
—¿Desayunamos? —Veo la hora y me doy cuenta de que ya es muy tarde; no podré desayunar con Sonia.
—Cariño, me encantaría, pero voy tarde. —Sonia me mira de una manera extraña y luego la veo ponerse tensa.
—¿Piensas ir donde ella? —Dios, que no sea lo que pienso.
—¿Dónde quién?
—¡Donde la chica que atropellaste! —Sabía que irías por allá.
—Debo ir, necesito saber que todo está bien y luego parto a la oficina. —Sonia se para y camina hacia mí, con sus ojos encendidos en llamas.
—Si me entero de que haces algo estúpido, te juro que me las pagarás. —Odiaba cuando hacía ese tipo de amenazas.
—¡Deja de amenazarme! —Intento tomar aire para aguantar la rabia—. No sé qué carajos te está pasando, pero últimamente me tratas como un trapo viejo con el que puedes hacer y deshacer. Las cosas no son así, Sonia, y si no puedes respetarme como yo te respeto a ti, entonces esta relación jamás va a prosperar.
Antes de que Sonia diga algo más, tomo mis cosas y me apresuro al ascensor. Ya no quería hablar con ella y, además, no quiero iniciar mi día con problemas en casa; bastante tengo con los problemas en la empresa.
Llego al apartamento y me llevo la sorpresa de ver a Daniela cocinando y a Margarita tomando un café, sentada a su lado.
—Se supone que te traje para que atendieras a la visita, no para que la visita te atienda a ti —ambas se ponen pálidas al verme parado en la entrada de la cocina, pero creo que la que está peor es Margarita, que suelta de golpe su café.
—Señor, yo...
—Ella no hizo nada —habla rápidamente Daniela—. Siempre he sido una chica muy independiente; no quería que nadie me atendiera. Y como Margarita había arreglado parte de la casa, quise tener una atención con ella por haberlo hecho.
—Para eso le pago —respondo algo tajante.
—Pues yo no le pago, así que quería agradecerle porque se ha portado muy bien conmigo. —Observo a Margarita, quien tiene la cabeza agachada.
—Margarita, ¿nos puedes dejar solos?
—Sí, claro, señor —sale prácticamente corriendo, dejándome con Daniela, quien, al verme así de serio, se cruza de brazos.
En ese momento la observo mejor. Tiene puesta una pijama mía y, por alguna razón, eso la hace ver bastante atractiva. Su cabello está algo desordenado, pero no se ve del todo mal, y su rostro, sin una gota de maquillaje, hace que sus ojos almendrados llamen la atención de cualquiera.
—Tomé una pijama suya, espero que no le moleste.
—No te preocupes. ¿Cómo sigues?
—Aún me duele, pero se me pasará. Ahora debo irme porque tengo que buscar empleo. —Esta mujer es terca.
—Recuerda lo que te dijo el médico. —Ella suelta un bufido y puedo ver cómo hace un leve puchero, lo que la hace ver tierna.
—No me puedo quedar así, quieta. Necesito conseguir trabajo; estoy a merced de su caridad.
—Yo tuve la culpa; es lo mínimo que puedo hacer. Además, te tengo una propuesta. —Sus ojos se posan sobre los míos y parecen confundidos.
—¿Qué propuesta?
—Te ofrezco un trabajo en mi empresa, de esa forma podrás tener dinero y conseguir un lugar para vivir. ¿Qué dices, señorita Daniela?
DANIELA MOLINAEl señor Mendoza tiene que estar bromeando. ¿Yo, trabajando en su empresa? Para empezar, ni siquiera sé en qué trabaja, y además, no tengo estudios, solo el bachillerato. No sé cómo le podría ayudar. —Señor Mendoza, no creo ser la persona adecuada para trabajar en su empresa. —¿Por qué no? —Porque no tengo estudios, solo terminé el bachillerato. ¿Cómo podría aportar en su empresa? Además, ni siquiera sé qué hacen allí —le digo, mientras él me dedica una sonrisa. —Es una empresa creadora de tecnologías —son frikis—. Trabajamos con computadoras, sistemas tecnológicos, celulares inteligentes y aplicaciones. Nos enfocamos, sobre todo, en nuevas tecnologías más avanzadas que puedan ser útiles en el futuro. —Bueno, suena interesante, pero no sé nada de eso. —¿Sabes manejar una computadora? - Bueno, no tanto, pero puedo aprender. —Sé lo básico. —Por ahí podemos empezar. ¿Qué te parece si te pongo como asistente de dirección? --¿Ser su asistente? ¿O sea, trabajar dire
LUCAS MENDOZAEstas semanas han sido bastante estresantes para mí. Estoy buscando a la chica que tendrá a mi hijo, pero ninguna mujer me da tranquilidad. Además, Sonia ayuda muy poco ya que a todo le encuentra un "pero". Esto empieza a ser frustrante para mí, y además no deja de preguntarme cuándo pienso echar a Daniela del apartamento, aunque me sorprendió bastante la llamada de ella preguntando cuándo podía comenzar.—Sonia, hoy tenemos la cita con otra chica. —Lucas, hoy tengo campaña. Si quieres, ve tú y me cuentas. —¿Qué? —Se supone que debemos ir los dos, ya lo sabías. —Sí, pero tengo trabajo y no puedo cancelar esto.Tomo todo el aire posible, llenándome de paciencia, ya que ayer le pregunté si podía y me dijo que sí. Además, cancelé las reuniones que tenía en la mañana por ir a esa cita.—¿Sabes qué? Mejor ve a tu campaña, yo me voy a la empresa - Cuando estoy a punto de irme, Sonia me detiene.—¿No te piensas despedir bien?La miro y soy tan débil con ella que es inevitab
—¡Estás loco si piensas que voy a dejar que esa mujer sea la que preste el vientre! —Menos mal que no hay nadie en la empresa, porque los gritos que está dando esta mujer asustan a cualquiera, pero a mí me desespera. —¿Qué tiene? Es joven y está en edad de procrear. Puede traer a nuestro bebé sano. —¡Trabaja para ti! ¿Acaso te gusta? —¿Gustarme? No, o bueno, no lo creo, pero sí es linda. —Cariño, sabes que yo te amo a ti. —Yo no te pregunté si la amabas. —No me gusta, solo la veo como un buen prospecto para ser el vientre subrogado. Igual ella ni siquiera lo sabe, quería esperar para consultarlo contigo y luego hacerle esa propuesta. De igual forma, necesita ese dinero. —¿Tanto sabes de ella? —Mierda. —Dijo cosas cuando pidió el empleo. Cariño... —Me acerco a ella y la rodeo con mis brazos—. Solo piénsalo, ella dará a luz a nuestro hijo y luego de eso la despido y le doy su dinero para que empiece una vida lejos, o donde ella quiera. —¿Me prometes que luego la despedirás? —S
Tenía mi cabeza hecha trizas; aún no puedo creer que acepté ser la madre subrogada del señor Mendoza. Es una locura, pero después de lo que pasó con Mariano, no tuve más remedio que aceptar. Tengo miedo de lo que me pueda pasar. Por unos instantes pensé en mi abuela, en cuando me regaló mi cajita de música con la bailarina. Ahora solo es un cofre hecho un desastre. Mañana tengo que ir a algún lugar donde la puedan arreglar.—Bueno, es mejor que duerma ya. Mañana será un día largo y al menos espero estar descansada.A la mañana siguiente me despierto con cero ganas. No descansé porque mi cabeza iba a cien y no dejaba de pensar en todo lo que me estoy jugando con esta locura que voy a hacer.—Maldito Mariano, solo espero que apenas te dé el jodido dinero, te largues de mi vida por completo —murmuro. Como todas las mañanas, lo primero que hago es bajar a tomar un poco de agua. Como sé que me encuentro sola, no me molesto en ponerme algo, ya que suelo dormir ligera de ropa.Cuando salgo d
Me encontraba en el sillón del enorme departamento del señor Mendoza. Todavía no podía creer en qué momento llegué al punto de tener un bebé para otras personas. Maldigo a Mariano por volver a aparecer en mi vida. De no ser por él, solo estaría trabajando para el señor Mendoza sin tener que hacer esto.Escuché un fuerte golpe proveniente de la entrada del departamento, lo que me llenó de pánico. Rápidamente tomé un jarrón que había cerca y caminé hasta la puerta. ¿Cómo es posible que en un lugar como este entren ladrones? Qué mala suerte tengo.-¡Mierda! – una voz masculina. – Me caí. Esa voz la conozco. Camino rápidamente hasta que veo al señor Mendoza tendido en el suelo.-Señor Mendoza, ¿qué hace aquí? – Él levanta la cabeza y, al ver sus ojos, me doy cuenta de que está borracho.-Me olvidé por completo de que estabas aquí. Lo siento mucho, yo... – hablaba pausado, en serio, está muy ebrio.-Creo que bebió de más, señor Mendoza.-Dime Lucas, ¿vas a darme un hijo? – Él sonríe, pero
Pasaron dos semanas completas y no supe casi nada de Lucas. Me sentía bastante preocupada, ya que ni siquiera fue a la oficina, algo muy poco habitual en él. Definitivamente, necesitaba hacer algo.—Margarita —dije, mientras ella organizaba parte de la sala—.—Sí, dígame, señorita Daniela.—¿Podría darme la dirección de la casa del señor Lucas? —Mi petición la sorprendió un poco.—Querida, no creo que sea buena idea que vaya.—Margarita, estoy preocupada por él. Lleva muchos días sin ir a la oficina, y teniendo en cuenta lo que pasó, sería bueno ir y cerciorarme de que está bien. —Ella pensó unos segundos, pero finalmente accedió a darme la dirección.—No se te ocurra decir que fui yo.—Tranquila, esto se va a la tumba conmigo. —Me dedicó una sonrisa, y le dejé un beso en la mejilla antes de dirigirme directamente a la casa de Lucas. Solo esperaba que estuviera bien.Al llegar, observé una mansión enorme; jamás había visto algo así. Estaba llena de flores y jardines grandes, un espaci
LUCAS MENDOZACuando vi la sangre correr por las piernas de Daniela, todo se movió a mi alrededor. Sentí miedo por ella, no quería que nada le pasara. Pero al llegar al hospital y recibir esa hermosa noticia, todo ese miedo desapareció.—¿Es en serio? —hablo sin poder creerlo.—Así es, señor Mendoza. Funcionó el tratamiento —miro a Daniela, quien se encuentra algo ida, como si estuviera pensando en otra cosa.—¿Daniela? —llamo su atención, y ella sale del trance.—Disculpen. Felicidades, señor Mendoza. Muy pronto tendrá a su hijo en sus brazos —estaba extraña, su sonrisa no era la misma y su mirada estaba algo apagada—. Doctor, ¿por qué fue el sangrado y el malestar que tenía?—Bueno, esos son los primeros síntomas. El sangrado es lo que de pronto me preocupa. Por ese motivo, debes estar en reposo. Los primeros tres meses son los que más cuidado debes tener y tratar de estar tranquila.—Seguiremos las recomendaciones.—Bueno, entonces nos veremos en un mes para ver cómo va este bebé —
Estoy sentado en la cama esperando a que Daniela salga del baño. Me vi tentado a entrar para ayudarla, pero decidí darle su espacio. Si las cosas empeoran, entraré. En ese momento, Daniela sale del baño, bastante pálida. Al verme ahí sentado, queda sorprendida.—¿Estás bien? —es lo primero que pregunto.—Sí. ¿Qué haces aquí? —No pienso extender esto, voy directo al grano.—¿Quién es Mariano y por qué te amenaza?Puedo ver cómo su cara se pone aún más pálida que cuando salió del baño. Me preocupo cuando casi se cae, así que de inmediato corro hacia ella y la siento en la cama. No quiero que se lastime ni que le pase algo al bebé.—¿Me puedes responder?—¿Qué haces viendo mis mensajes? —pregunta alterada—. ¡¿Que no te enseñaron a respetar la privacidad de las personas?! —Mierda, ahora está enojada.—Solo pasé por tu habitación y fue imposible no escuchar la conversación. ¿Ya me dirás quién es y por qué te amenaza?Ella niega repetidamente con la cabeza y se pone de pie.—Vete de aquí, L