El teléfono

El techo de la habitación tenía una grieta en la esquina derecha. Era lo único que Wyn había encontrado digno de observar en las últimas horas.

Estaba acostada boca arriba, pero no en la posición normal. Su cuerpo estaba atravesado en la cama, su cabeza colgando ligeramente sobre el borde, viendo el mundo al revés. Más específicamente, viendo a Davian de cabeza.

Él estaba sentado en una silla que no había estado ahí antes, aparentemente algo que había decidido traer recientemente. Aun así, su expresión seguía siendo la misma de siempre: indiferente, como lo había sido durante todos estos días de vigilancia.

Ella suspiró con dramatismo.

El tiempo en el refugio se había vuelto algo amorfo. No sabía si habían pasado días o semanas. No tenía forma de medirlo. Solo sabía que cada mañana despertaba en la misma habitación, caminaba por los mismos pasillos con la misma sombra tras ella, y volvía a acostarse en la misma cama, repitiendo el ciclo.

No había nada que hacer. Ni siquiera pod
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