Pude regresar el día 14. Marcelino y su familia me acunaron en su casa una noche después de la llamada telefónica en el café. Conocí a Gina, su novia (verdaderamente una preciosidad).La mañana de mi cumpleaños, Danilo me llamó desde la facultad para asegurarme que se encontraba bien. Se disculpó por no poder ir a casa para celebrar conmigo. Mis padres organizaron un desayuno tardío en la sala de nuestra dulce morada, colocando música que me gustaba y rellenando la mesa baja con todo tipo de alimentos y bebidas que siempre me han encantado: chocolates, tostadas, jugos, omelettes y hasta vinos. Bailé con papá en el salón, jugué cartas con mamá y luego también se unió mi padre al juego. Conversé ampliamente con ellos como no hacíamos desde hace tiempo y hasta les entretuve con una pequeña y corta representación del personaje principal en el cual estaba trabajando en Circo. Salí de casa con mi madre para comprar algunas cosas para el cumpleaños, pensando celebrar temprano en la noche. Sa
Nikko salió para Lisboa bien temprano en la mañana del jueves 17. Ese día necesitaba volver a Circo, al fabuloso escenario y hasta los camerinos. Ocupar la mente en cualquier cosa que no fuesen los malditos mensajes de texto ni el regalito, ni nada cercano a ello.Como mi prometido no regresaría esa semana, se me ocurrió enviarle el presente a Maël por medio de la compañía de correos. No deseaba tener aquello un minuto más en mi habitación, y no viajaría a Castelo con Nikko estando fuera. Nop. No, no, no.Los días transcurrieron con normalidad. Sandra y yo celebramos mi “después del cumpleaños en Mafalaia junto a su familia y su novio, pasando un rato estupendo. Adoraba ese sitio, era hermoso pero un poco decadente, reuniendo gente de todo tipo sin discriminación alguna. Siempre me encontraba a alguien conocido, o terminaba practicando mi inglés y mi español con los turistas que se hospedaban allí.Devolví el regalo unos días después de la decisión, y gracias a Dios no ocurrió mayor d
Me fui caminando hasta la tienda de Cata, disfrutando de una mañana ejemplar. Casi no dormí, pero no importó. Los pájaros cantaban, las nubes traían consigo una decisión clara en mi cabeza. Estaba HARTA, fastidiada de ser la estúpida que lo aceptaba todo. Lo único malo de pensar en ser engañada, era recordar cada episodio con Maël (sobre todo mis pensamientos hacia él) sintiéndome de alguna forma traidora y sin derechos para reclamar. Pero el lado bueno de todo, era que no le reclamaría nada a nadie. Finiquitaría, zanjaría la situación de raíz. Y la bendita zapatería rellenaba ese espacio de santificada espera.Como era de esperarse, allí estaba la muchacha, abriendo a las 08:00 en punto de la mañana. No podía quitarle el ser puntual. La cosa era, ¿en verdad ella esperaba que Nikko fuera a verla? Pues, me convertiría en su embajadora.—Hola, Bel —saludé con retintín. Pude ver el cambio de color en la carencia de mejillas.—Hola, Delu. ¿Cómo estás?¿Un saludo trémulo? Mmmm…—Estoy bast
Me alejé de la tienda caminando rápido, devolviéndome a la casa de Nikko para sacar mis cosas de allí. En todo momento, una silueta joven me siguió.—¿Delu? ¡Delu!—¿Nikko ya se fue al trabajo? —le pregunté a Maël sin detener mi caminata.—¿Qué vas a hacer? Cálmate.—¡Respóndeme!En media acera, con algunas personas caminando a nuestro alrededor, se paró frente a mí bloqueándome el paso.—No me grites— demandó.Reviré mis ojos y exhalé con fastidio.—Si no vas a colaborar, o si no me vas a responder, si tan siquiera le cubres esta falda a tu querido primo otra vez, ¡entonces será mejor que me dejes tranquila! —Caminé pasándolo de largo, directo a la casa que compartíamos.No era una larga distancia. De hecho, la tienda de Catalina quedaba muy cerca de la salida del complejo habitacional. Llegué rápido a la vivienda, entré y comencé a empacar. Maël no se desapareció, me siguió en todo momento y ahora parado en el umbral de la habitación de Nikko, y mientras yo no paraba de moverme, pude
Tenía la frente pegada al vidrio y mordía mis uñas. El paisaje me era indiferente. Mi cuerpo sufrió una descarga luego de subirme al vehículo. Las palmas de mis manos eran testigo de ello tras clavar mis uñas en ellas mientras lloraba. Así de mal me encontraba por lo de Nikko, y era su primo Maël quien me llevaba de vuelta a Braga.No deseaba llegar a casa, así que le dije que me llevara a cualquier sitio menos al hogar de mis padres.Llegamos a Braga en menos de 45 minutos sin decirnos una sola palabra. Él estaba tenso, pero no nervioso. Yo solo quería olvidar, dormir, calmar mi angustia. Además, pese a mi malestar, estar junto a Maël me puso sobre aviso como siempre sucedía; esa vez no sería la excepción.Rompimos el silencio cuando entramos por el garaje de lo que parecía ser una casa. Me extrañé muchísimo y aquello fue suficiente para espabilarme.—¿Dónde estamos?—En una casa de mi padre. ¿Sí sabías de este sitio? Carlos la compró hace unos años —explicó, mientras se cerraba el p
MAËL 2.Año 2020, Braga.Recordar fue la razón por la cual le pedí a Joao que me diera un chance antes de encontrarme con él. Le exigí calma en la espera para poder venirme a las oficinas de mi padre.Me senté en el sofá más grande de la sala de espera, en la parte superior. Tomé una botella de cerveza de mi Six Pack y la destapé, dándole un buen trago a la bebida.Las oficinas de la casa por fin fueron alquiladas, y si Carlos no hubiese metido las narices en el espacio, de igual manera nos hubiésemos quedado sin sitio para vernos.Recordar, quería recordar una y otra vez todo, cada cosa, como si darle a la llaga fuese el mejor remedio para mi dolor.Observé lo que me rodeaba. De noche, estos consultorios cerraban sus puertas, pero gracias a la amistad que mi padre tenía con el doctor Peñera, podía entrar cuántas veces quisiera.El silencio sepulcral me ayudaba a pensar en mis próximos pasos y en ella, por supuesto, en Delu. Mi rabia era tan descomunal, tan asquerosa… ¿Cómo pude permi
—Tú no eres de las que engañan —Maël exhaló, con una risa que no tenía nada de gracia—, no se lo harías a mi primo, ni a nadie. Además, no pienso participar en algo así.Sentía rabia porque me dijera todo eso, y reto de aceptar quedarme allí con él. La garganta me dolía muchísimo.Me miraba como un hombre que cazaba a su presa con inteligencia. Él solo quería que yo decidiera, ¿quién le enseñó a ser así?Luché mucho por no llorar. Mis palmas sobre su pecho, quería alejarlo un poco de mí.—No sé qué te hace pensar que volveré con Nikko.Me giré para alejarme, pero agarró mis muñecas, robando mi respiración.—Suéltame —pedí suavemente.Mi exigencia lo hizo cambiar de repente. Lo vi tragar, apretar los dientes y creo que hasta gruñir antes de enterrar sus dedos en la parte delantera de mi camiseta y arrugar la tela como si yo fuese un tío a punto de ser amenazado. Pegué un respingo por aquel agarre y me sostuve fuerte en sus brazos, mirándolo totalmente asustada y exaltada. Aquello se s
Lo que acabábamos de vivir no fue un asunto baladí. Sentirlo dentro fue la cosa más impresionante que jamás pensé que experimentaría. Y la resaca emocional que pudiese aflorar posterior a acostarnos, él la desplumó con unas cuantas palabras que directas, pusieron mi cabeza de revés.—¿Te sientes bien? —primero preguntó. Yo asentí sin ganas de hablar—. Ok. —Salió de mí y me miró con una interrogante en el rostro.Al principio no entendí. Si no hablaba, ¿cómo diablos iba a saber lo que quería preguntar? Presionó su miembro, enseñándomelo y comprendí su necesidad de saber una cosa.—Sí, tomo la píldora.Asintió y se dirigió al baño.Colocándome de lado, observé su cuerpo desnudo atravesando el piso de madera sin podérmelo creer. ¿Me acababa de acostar con él?Busqué la sábana y me arropé. No, más bien me acurruqué como niña. Salió del baño y lo seguí con la mirada. Si no usó condón, ¿para qué se levantó? ¿Por qué no se quedaba conmigo acurrucado también? Me reí internamente. Estaba tan a