Después de tres años de haber fingido su muerte, Abigail Moretti volverá a la vida de aquellos que la lastimaron en el pasado para cobrar venganza, incluyendo a su ex guardaespaldas, que ahora es un empresario reconocido y apunto de casarse. Abigail tendrá que esforzarse por llevar el plan de destruirlo a la perfección, ignorando los sentimientos y el latido de su corazón que bombea fuertemente cuando está cerca de él. Segundo libro de "Sin Piedad" (No es necesario leer el primero para entender este)
Leer másNo podía más, mi cuerpo estaba impaciente. Agarré su mano y como lo había pensado antes, la llevé hasta el dobladillo de mi vestido y toqué esa parte sensible. Un gemido se me escapó de los labios y eso fue suficiente para que él metiera sus dedos y los moviera con rapidez.Necesitaba más.Atrapé su boca y nos fusionamos en un beso exigente, puse los brazos alrededor de su cuello y jugué con su cabello, los gemidos eran silenciados por sus besos.Sus dedos sabían moverse a la perfección, adentro y afuera, su pulgar presionaba en forma circular el clitoris. Sentí el cosquilleo del placer, mis piernas temblaron y suspiré cuando sentí el líquido recorrer entre mis muslos.Nos miramos agitadamente por unos segundos.Tenía la garganta seca y mis pensamientos revueltos. Descansé en sus brazos hasta que mi mente reaccionó.No, esto no estaba bien.Me aparté bruscamente y miré en varias direcciones, asustada.Si Nickolay hubiera visto esta escena, posiblemente hubiera tenido otro cadaver fren
El vestido corto de terciopelo se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, mi cabello castaño llegaba hasta mi cintura en ondas, peiné mi flequillo antes de salir del coche.Entrelacé mi brazo con el de Nickolay mientras entrábamos al club nocturno de su hermano Lex. Había una enorme fila fuera del lugar, estaba claro que se había vuelto muy popular en poco tiempo.El seguridad de la entrada solo asintió hacia Nickolay y nos dejó entrar directamente. El club estaba dividido en dos pisos, con ventanas de cristal oscuras que separaban a la gente normal que solo iba a divertirse, de la gente como Lex que iba hacer negocios.El ambiente era pegajoso, la música electrónica retumbaba mis oídos, al entrar al segundo piso la música era diferente, más relajada que permitía a los invitados conversar sin tener que gritar.—Pero que sorpresa —escuché murmurar al ruso a mi lado, miré a donde sus ojos fulminaban.Nickolay notó la tensión de mi cuerpo al ver a Darío, tragué grueso y mi pecho se agitó. No
El sabor metálico de la sangre en mi boca era irritante, mis manos temblaban al sostener las páginas, estaba molesta, desesperada y con ansiedad, pero no podía verme con miedo ante ellos, así que obligué a mi cuerpo a tranquilizarse.Beatriz estaba arrodillada frente a mi, con las manos atadas en la espalda y el arma presionando su nuca, dándole un poco más de dramatismo a todo este teatro que montaron los rusos.Los sollozos de Beatriz me ponían aún más nerviosa, era lo único que escuchaba mientras firmaba el contrato, dándole acceso a Lex del casino.Si salía con vida de esta, Nickolay iba a quedar sin un hermano mayor. Lex me las iba a pagar.—Listo, ¿Eso es todo? —pregunté a regañadientes, entregándole de mala gana las páginas.—Buena chica.Él hombre que me golpeó sonrió, dejando visible el diente de oro, en su mano pude ver un tatuaje, era como un dragón que rodeaba el dedo del medio.Los tres retrocedieron. Solté un suspiro cuando los vi subirse a la camioneta y marcharse.Eso
El viaje fue un poco incómodo, ella me miraba de vez en cuando y sonreía.Aún no se por qué acepté venir.Al llegar al restaurante con vista al mar, una mesera muy amable nos atendió.Observé cada movimiento de Beatriz, llevaba el cabello lacio y un vestido holgado.Quería ir la grano, decirle que soltara todo su veneno de una vez para poder terminar con esta farsa, pero en cambio solo pregunté:—¿Cuántos meses de embarazo tienes? —hablé, entrecerrando los ojos.Mi pregunta la tomó desprevenida y sonrió con nerviosismo.—Cumpliré cuatro meses.—¿Y cómo lo llevas?, digo —señalé su barriga con mi cuchara.—Bueno, Darío me consiente mucho y la verdad siempre quise ser mamá —sonrió con nostalgia —nunca conocí a mis padres.Fruncí el ceño ante su confesión, nunca me dio curiosidad por saber de su vida, antes de que Darío la salvara de ser vendida por mi padre.—No lo sabía —mencioné —creí que estabas encaprichada en quedarte en Italia por Darío, no porque no tuvieras familia.Ella sonrió c
Hoy hacía un bonito día, el sol brillaba en lo alto del cielo y la brisa era relajante.Estuve admirando la habitación antes de levantarme.Hace una semana Nickolay y yo nos mudamos de la mansión de Stefano, quitándonos la oportunidad de poder encontrar pruebas que lo incriminaran en algún negocio sucio, pero ya pensaría en algo después. Aquella noche de la cena tan incomoda con Lex, después de tres años mi mente estaba inquieta con respecto a Nickolay, ¿Qué haría si se enterara que fui yo exactamente quien mató a su padre?, ¿Y si él ya lo sabía y no le importaba?, ¿Y si estaba planeando vengarse de mí todos estos años?No. Aunque después de todos estos años, por primera vez, no estaba tan segura de que él no me lastimaría y eso me aterraba.Decidí sentarme en el balcón de mi nueva casa a desayunar. Nickolay se había ido muy temprano, últimamente tenía mucho trabajo, yo no me quedaba atrás, pues ayer visité el terreno donde Stefano hará su nuevo hotel y me faltaba muy poco para termin
Sus labios, sus suaves y carnosos labios se movían con lentitud, su mano presionaba mi cuello para evitar que me alejara, pero eso era lo último que quería hacer.Abracé su cuello e incliné un poco más la cabeza hacia un lado para profundizar el beso.Me quité el cinturón de seguridad, Darío me agarró por la cintura y me levantó hacia él, en segundo ya estaba sobre su regazo. Sus labios reclamaron los míos, pero esta vez con rudeza.Nuestras lenguas se chocaban, transmitiéndome un cosquilleo de excitación por todo el cuero.Una de sus manos acarició mi cintura mientras la otra presionaba mi cabeza con delicadeza, necesitaba más que un beso, lo quería todo.Nos separamos unos segundos para respirar, pero nuestros labios únicamente se rozaron antes de que alguien tocara la ventana a nuestro lado.Me bajé de Darío y retomé nuevamente el asiento del copiloto. Me arreglé el cabello mientras él bajaba la ventana para atender a una señora mayor quien nos sonreía apenada.Intenté controlar a
"Narra Abigaíl"...Alguien intentó matarme. Otra vez.Estos actos crueles se estaban volviendo parte de mi rutina diaria.¿Hasta cuando?No esperaba que alguien sintiera tanto odio hacia mí para acabar con mi vida. Pero al parecer, así era.Me observé en el espejo, últimamente lo solía hacer muy a menudo. Mis dedos fueron directamente hacia mi cicatriz en el pecho, mandando de inmediato aquellos recuerdos a mi cabeza.Ya habían pasado casi dos meses desde que me dispararon, dos meses en los que no salía de casa por temor.—Estás hermosa —murmuró Nickolay al posicionarse tras mi espalda, sus labios dejaron besos húmedos por mi cuello, apartando el cabello, besó mi hombro mientras sus manos acariciaron mis pechos.—Es muy temprano para decir mentiras —mencioné, observándolo por el espejo.Las ojeras debajo de mis ojos las veía cada vez más oscuras y mi cabello había perdido totalmente su brillo.Dios, parecía una maldita muerta viviente.—Me encantas —respondió el ruso con jadeos, ig
“Narra Darío”...¿El amor duele? Sí. ¿Debería hacerlo? No. Pero así es la realidad.Para mí el amor es un arma mortal, puede destruirte silenciosamente desde tu interior, atacando no al corazón, sino a tu alma, tu ser, rompiéndolo a pedazos sin poder contenerlo.Mis pies ya no podían con mi propio peso, mi espalda se deslizó por la pared para caer al suelo, maldecí cuando el whisky se derramó torpemente sobre mi ropa.Podía ver mi reflejo en el vidrio del estante de licores, recosté con cansancio mi cabeza en la pared, viendo en lo que me había convertido.Tomé otro sorbo de la misma botella, el líquido quemó mi garganta.Aflojé mi corbata con desesperación.Desde que llegué de la fiesta no he podido dejar de pensar en ella.Sus palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez, como si mi mente me estuviera castigando.“Solo fue un insignificante beso” dijo sin filtros, como si ese no fuera nuestro primer beso después de tres años desde que decidió abandonarme. Para ella fue eso, ins
Mi cabeza dolía, sentía como si fuera a explotar y ni hablar de mi cuerpo, intenté levantarme, pero caí nuevamente sobre la cama, sentía que había peleado con un ninja y me había dado tremenda paliza.Observé mi habitación, Nickolay estaba durmiendo en una silla a mi lado, sus hombros subían y bajaban lentamente al respirar. Sobre su regazo descansaba un libro, aparentemente llevaba ahí horas.Volví a intentar levantarme, esta vez solo me senté, cerré fuertemente los ojos en espera a que el dolor pasara, los recuerdos del hombre intentando secuestrarme me invadieron, sus ojos claros apagándose mientras su garganta se desangraba me provocaron escalofríos."Vas a morir" repetí aquellas palabras en la mente, fue lo último que dijo ese sujeto en los estacionamientos antes de morir.No entendía nada de lo que estaba pasando, pero de algo estaba segura: alguien quería hacerme daño.—Abi...Nickolay se despertó, se acercó a mí con preocupación.—¿Qué me pasó? —pregunté en un susurro, tocándo