"Narra Abigaíl" Ya eran casi las seis de la tarde, me vestí rápidamente, aprovechando la ausencia de Nickolay y de mi madre. Le pedí a Jey que me llevara al hospital, pero antes de llegar compré un ramo de flores. Lo sé, qué patética era. Después de dispararle le traigo flores, que ridículo. —Iré sola, puedes esperar en los estacionamientos —Le ordené a Jey, este asintió y lo vi alejarse después de bajarme del auto. Apreté las flores contra mi pecho y suspiré antes de entrar al hospital, al hacerlo mis tacones resonaron contra las baldosas y el frío me invadió, si afuera hacía frío, aquí hacia el doble. Le sonreí a la señorita de la recepción con la esperanza de que no me impidiera avanzar. Ella solo me observó por unos segundos y volvió su vista a su revista. Una vez dentro del ascensor me recosté en este, tenía un enorme espejo reflejando mi arreglado físico. Al salir me escondí rápidamente en la esquina de un pasillo, la habitación de Beatriz estaba custodiada por dos enor
Sentí un tirón de brazo, mis labios se apartaron bruscamente y la ausencia de su tacto me provocó escalofríos.Nickolay me hizo a un lado y estrelló a Darío contra la pared, con una mano apretó su cuello y con la otra le apuntó con su arma en la cien.—¡Suéltalo! —grité, intenté alejarlo y ponerme en el medio, pero era inútil, Darío no ayudaba en lo absoluto, no hacía esfuerzo alguno por defenderse.—Te lo advertí Rinaldi, te dije que no te metieras con lo que me pertenece —soltó el ruso entre dientes.—¡Vasta! Suelto, por favor —tiré de su brazo con el que estaba sujetando el arma, una y otra vez, el miedo de que Nickolay apretara el gatillo me tenía al borde de la desesperación.El pasillo se empezaba a llenar de personas curiosas, pero el señor Stefano los mandó a sus puestos de trabajo antes de acercarse al caos.—Vaya, vaya, sus ganas de matarse duró más de lo que pensaba —confesó con ironía, él mantenía sus manos en los bolsillos y esa mirada de superioridad que me irritaba.—Nic
Mi cabeza dolía, sentía como si fuera a explotar y ni hablar de mi cuerpo, intenté levantarme, pero caí nuevamente sobre la cama, sentía que había peleado con un ninja y me había dado tremenda paliza.Observé mi habitación, Nickolay estaba durmiendo en una silla a mi lado, sus hombros subían y bajaban lentamente al respirar. Sobre su regazo descansaba un libro, aparentemente llevaba ahí horas.Volví a intentar levantarme, esta vez solo me senté, cerré fuertemente los ojos en espera a que el dolor pasara, los recuerdos del hombre intentando secuestrarme me invadieron, sus ojos claros apagándose mientras su garganta se desangraba me provocaron escalofríos."Vas a morir" repetí aquellas palabras en la mente, fue lo último que dijo ese sujeto en los estacionamientos antes de morir.No entendía nada de lo que estaba pasando, pero de algo estaba segura: alguien quería hacerme daño.—Abi...Nickolay se despertó, se acercó a mí con preocupación.—¿Qué me pasó? —pregunté en un susurro, tocándo
“Narra Darío”...¿El amor duele? Sí. ¿Debería hacerlo? No. Pero así es la realidad.Para mí el amor es un arma mortal, puede destruirte silenciosamente desde tu interior, atacando no al corazón, sino a tu alma, tu ser, rompiéndolo a pedazos sin poder contenerlo.Mis pies ya no podían con mi propio peso, mi espalda se deslizó por la pared para caer al suelo, maldecí cuando el whisky se derramó torpemente sobre mi ropa.Podía ver mi reflejo en el vidrio del estante de licores, recosté con cansancio mi cabeza en la pared, viendo en lo que me había convertido.Tomé otro sorbo de la misma botella, el líquido quemó mi garganta.Aflojé mi corbata con desesperación.Desde que llegué de la fiesta no he podido dejar de pensar en ella.Sus palabras resonaban en mi cabeza una y otra vez, como si mi mente me estuviera castigando.“Solo fue un insignificante beso” dijo sin filtros, como si ese no fuera nuestro primer beso después de tres años desde que decidió abandonarme. Para ella fue eso, ins
"Narra Abigaíl"...Alguien intentó matarme. Otra vez.Estos actos crueles se estaban volviendo parte de mi rutina diaria.¿Hasta cuando?No esperaba que alguien sintiera tanto odio hacia mí para acabar con mi vida. Pero al parecer, así era.Me observé en el espejo, últimamente lo solía hacer muy a menudo. Mis dedos fueron directamente hacia mi cicatriz en el pecho, mandando de inmediato aquellos recuerdos a mi cabeza.Ya habían pasado casi dos meses desde que me dispararon, dos meses en los que no salía de casa por temor.—Estás hermosa —murmuró Nickolay al posicionarse tras mi espalda, sus labios dejaron besos húmedos por mi cuello, apartando el cabello, besó mi hombro mientras sus manos acariciaron mis pechos.—Es muy temprano para decir mentiras —mencioné, observándolo por el espejo.Las ojeras debajo de mis ojos las veía cada vez más oscuras y mi cabello había perdido totalmente su brillo.Dios, parecía una maldita muerta viviente.—Me encantas —respondió el ruso con jadeos, ig
Sus labios, sus suaves y carnosos labios se movían con lentitud, su mano presionaba mi cuello para evitar que me alejara, pero eso era lo último que quería hacer.Abracé su cuello e incliné un poco más la cabeza hacia un lado para profundizar el beso.Me quité el cinturón de seguridad, Darío me agarró por la cintura y me levantó hacia él, en segundo ya estaba sobre su regazo. Sus labios reclamaron los míos, pero esta vez con rudeza.Nuestras lenguas se chocaban, transmitiéndome un cosquilleo de excitación por todo el cuero.Una de sus manos acarició mi cintura mientras la otra presionaba mi cabeza con delicadeza, necesitaba más que un beso, lo quería todo.Nos separamos unos segundos para respirar, pero nuestros labios únicamente se rozaron antes de que alguien tocara la ventana a nuestro lado.Me bajé de Darío y retomé nuevamente el asiento del copiloto. Me arreglé el cabello mientras él bajaba la ventana para atender a una señora mayor quien nos sonreía apenada.Intenté controlar a
Hoy hacía un bonito día, el sol brillaba en lo alto del cielo y la brisa era relajante.Estuve admirando la habitación antes de levantarme.Hace una semana Nickolay y yo nos mudamos de la mansión de Stefano, quitándonos la oportunidad de poder encontrar pruebas que lo incriminaran en algún negocio sucio, pero ya pensaría en algo después. Aquella noche de la cena tan incomoda con Lex, después de tres años mi mente estaba inquieta con respecto a Nickolay, ¿Qué haría si se enterara que fui yo exactamente quien mató a su padre?, ¿Y si él ya lo sabía y no le importaba?, ¿Y si estaba planeando vengarse de mí todos estos años?No. Aunque después de todos estos años, por primera vez, no estaba tan segura de que él no me lastimaría y eso me aterraba.Decidí sentarme en el balcón de mi nueva casa a desayunar. Nickolay se había ido muy temprano, últimamente tenía mucho trabajo, yo no me quedaba atrás, pues ayer visité el terreno donde Stefano hará su nuevo hotel y me faltaba muy poco para termin
El viaje fue un poco incómodo, ella me miraba de vez en cuando y sonreía.Aún no se por qué acepté venir.Al llegar al restaurante con vista al mar, una mesera muy amable nos atendió.Observé cada movimiento de Beatriz, llevaba el cabello lacio y un vestido holgado.Quería ir la grano, decirle que soltara todo su veneno de una vez para poder terminar con esta farsa, pero en cambio solo pregunté:—¿Cuántos meses de embarazo tienes? —hablé, entrecerrando los ojos.Mi pregunta la tomó desprevenida y sonrió con nerviosismo.—Cumpliré cuatro meses.—¿Y cómo lo llevas?, digo —señalé su barriga con mi cuchara.—Bueno, Darío me consiente mucho y la verdad siempre quise ser mamá —sonrió con nostalgia —nunca conocí a mis padres.Fruncí el ceño ante su confesión, nunca me dio curiosidad por saber de su vida, antes de que Darío la salvara de ser vendida por mi padre.—No lo sabía —mencioné —creí que estabas encaprichada en quedarte en Italia por Darío, no porque no tuvieras familia.Ella sonrió c