Sus labios, sus suaves y carnosos labios se movían con lentitud, su mano presionaba mi cuello para evitar que me alejara, pero eso era lo último que quería hacer.Abracé su cuello e incliné un poco más la cabeza hacia un lado para profundizar el beso.Me quité el cinturón de seguridad, Darío me agarró por la cintura y me levantó hacia él, en segundo ya estaba sobre su regazo. Sus labios reclamaron los míos, pero esta vez con rudeza.Nuestras lenguas se chocaban, transmitiéndome un cosquilleo de excitación por todo el cuero.Una de sus manos acarició mi cintura mientras la otra presionaba mi cabeza con delicadeza, necesitaba más que un beso, lo quería todo.Nos separamos unos segundos para respirar, pero nuestros labios únicamente se rozaron antes de que alguien tocara la ventana a nuestro lado.Me bajé de Darío y retomé nuevamente el asiento del copiloto. Me arreglé el cabello mientras él bajaba la ventana para atender a una señora mayor quien nos sonreía apenada.Intenté controlar a
Hoy hacía un bonito día, el sol brillaba en lo alto del cielo y la brisa era relajante.Estuve admirando la habitación antes de levantarme.Hace una semana Nickolay y yo nos mudamos de la mansión de Stefano, quitándonos la oportunidad de poder encontrar pruebas que lo incriminaran en algún negocio sucio, pero ya pensaría en algo después. Aquella noche de la cena tan incomoda con Lex, después de tres años mi mente estaba inquieta con respecto a Nickolay, ¿Qué haría si se enterara que fui yo exactamente quien mató a su padre?, ¿Y si él ya lo sabía y no le importaba?, ¿Y si estaba planeando vengarse de mí todos estos años?No. Aunque después de todos estos años, por primera vez, no estaba tan segura de que él no me lastimaría y eso me aterraba.Decidí sentarme en el balcón de mi nueva casa a desayunar. Nickolay se había ido muy temprano, últimamente tenía mucho trabajo, yo no me quedaba atrás, pues ayer visité el terreno donde Stefano hará su nuevo hotel y me faltaba muy poco para termin
El viaje fue un poco incómodo, ella me miraba de vez en cuando y sonreía.Aún no se por qué acepté venir.Al llegar al restaurante con vista al mar, una mesera muy amable nos atendió.Observé cada movimiento de Beatriz, llevaba el cabello lacio y un vestido holgado.Quería ir la grano, decirle que soltara todo su veneno de una vez para poder terminar con esta farsa, pero en cambio solo pregunté:—¿Cuántos meses de embarazo tienes? —hablé, entrecerrando los ojos.Mi pregunta la tomó desprevenida y sonrió con nerviosismo.—Cumpliré cuatro meses.—¿Y cómo lo llevas?, digo —señalé su barriga con mi cuchara.—Bueno, Darío me consiente mucho y la verdad siempre quise ser mamá —sonrió con nostalgia —nunca conocí a mis padres.Fruncí el ceño ante su confesión, nunca me dio curiosidad por saber de su vida, antes de que Darío la salvara de ser vendida por mi padre.—No lo sabía —mencioné —creí que estabas encaprichada en quedarte en Italia por Darío, no porque no tuvieras familia.Ella sonrió c
El sabor metálico de la sangre en mi boca era irritante, mis manos temblaban al sostener las páginas, estaba molesta, desesperada y con ansiedad, pero no podía verme con miedo ante ellos, así que obligué a mi cuerpo a tranquilizarse.Beatriz estaba arrodillada frente a mi, con las manos atadas en la espalda y el arma presionando su nuca, dándole un poco más de dramatismo a todo este teatro que montaron los rusos.Los sollozos de Beatriz me ponían aún más nerviosa, era lo único que escuchaba mientras firmaba el contrato, dándole acceso a Lex del casino.Si salía con vida de esta, Nickolay iba a quedar sin un hermano mayor. Lex me las iba a pagar.—Listo, ¿Eso es todo? —pregunté a regañadientes, entregándole de mala gana las páginas.—Buena chica.Él hombre que me golpeó sonrió, dejando visible el diente de oro, en su mano pude ver un tatuaje, era como un dragón que rodeaba el dedo del medio.Los tres retrocedieron. Solté un suspiro cuando los vi subirse a la camioneta y marcharse.Eso
El vestido corto de terciopelo se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, mi cabello castaño llegaba hasta mi cintura en ondas, peiné mi flequillo antes de salir del coche.Entrelacé mi brazo con el de Nickolay mientras entrábamos al club nocturno de su hermano Lex. Había una enorme fila fuera del lugar, estaba claro que se había vuelto muy popular en poco tiempo.El seguridad de la entrada solo asintió hacia Nickolay y nos dejó entrar directamente. El club estaba dividido en dos pisos, con ventanas de cristal oscuras que separaban a la gente normal que solo iba a divertirse, de la gente como Lex que iba hacer negocios.El ambiente era pegajoso, la música electrónica retumbaba mis oídos, al entrar al segundo piso la música era diferente, más relajada que permitía a los invitados conversar sin tener que gritar.—Pero que sorpresa —escuché murmurar al ruso a mi lado, miré a donde sus ojos fulminaban.Nickolay notó la tensión de mi cuerpo al ver a Darío, tragué grueso y mi pecho se agitó. No
No podía más, mi cuerpo estaba impaciente. Agarré su mano y como lo había pensado antes, la llevé hasta el dobladillo de mi vestido y toqué esa parte sensible. Un gemido se me escapó de los labios y eso fue suficiente para que él metiera sus dedos y los moviera con rapidez.Necesitaba más.Atrapé su boca y nos fusionamos en un beso exigente, puse los brazos alrededor de su cuello y jugué con su cabello, los gemidos eran silenciados por sus besos.Sus dedos sabían moverse a la perfección, adentro y afuera, su pulgar presionaba en forma circular el clitoris. Sentí el cosquilleo del placer, mis piernas temblaron y suspiré cuando sentí el líquido recorrer entre mis muslos.Nos miramos agitadamente por unos segundos.Tenía la garganta seca y mis pensamientos revueltos. Descansé en sus brazos hasta que mi mente reaccionó.No, esto no estaba bien.Me aparté bruscamente y miré en varias direcciones, asustada.Si Nickolay hubiera visto esta escena, posiblemente hubiera tenido otro cadaver fren
PRÓLOGO. Mi nombre es Abigail Moretti, estudié Arquitectura en la universidad y actualmente vivo muy feliz con mi novio, tengo una vida tranquila y en calma. Esa sería una presentación de una chica normal y en lo personal, un tanto aburrida, pero yo le vendería mi alma al sujeto de rojo que arde en las profundidades de la tierra por ser esa chica de simple y aburrida presentación, porque la verdad de mi realidad es un poco cruel... Me presento, Soy Abigail y este es mi pasado: Todo empezó el 14 de octubre de una tarde de otoño, Mi madre murió en una explosión frente a mis ojos, tras mi enojo y desesperación busqué un culpable "Mi padre" a quien no lo veía desde los seis años, viajé de New York a mi país natal "Italia" en busca de vengarme de mi padre, dejando atrás a mi mejor amigo Miguel y mi vida normal. Al llegar a Roma conocí a un chico "Darío Rinaldi" después descubrí que él trabajaba para mi padre, era su mano derecha y su protegido. Al pasar los días me instalé en la mansión
La nieve caía sobre el jardín, cubriendo por completo los colores vivos de las flores, pintándolos de simplicidad, de un blanco sin vida. Aun viendo la nevada desde la ventana, envuelta en la calefacción del interior de la sala de estar, podía sentir aquel frío que emanaba del exterior, aquel frío que transmitía la nieve, congelando todo lo que tocara. Podía asegurar que ese frío se asimilaba al de mi corazón. Hoy no era un día normal, hoy se cumplían tres años de una lamentable tragedia, donde una de las familias más reconocidas y poderosas de Italia perdieron la vida, quedando en la extinción aquel apellido tan importante y temido."Los Moretti".No había quedado nada de aquella familia, dejando solamente un rastro de venganza, siendo arrastrada por la única Integrante de la familia que sobrevivió, pero que nadie se enteró. Esa era yo, Abigail Moretti, mi nombre y apellido se habían convertido en el fantasma que atormentaba los recuerdos de algunas personas, pero lo que no sabían er