Ella es una hechicera huérfana y solitaria que no cree en el amor. Él es un Lobo que espera encontrar a su compañera destinada. Pensando que asistiría al casamiento de su hermana se encuentra con un hombre que afirma ser el compañero que el destino le impuso. ¿Dejara de ser una solitaria? ¿Aceptara que él sea parte de su vida? ¿El destino triunfara o el miedo a perderlo todo la convencerá de alejarse de él? ... Primer libro de la Saga R y S.
Leer más*Gerard* Camino iluminando el camino con el celular, la cripta está completamente en tinieblas, pero eso no es un problema para nosotros, en la oscuridad vemos mejor que con luz de día. —Lo que sea que busquemos aquí espero valga la pena—dijo Rouse quitándose telarañas de encima. —Lo que saquemos de aquí hará que el mundo se arrodille ante nosotros hija—dije sonriendo a mí heredera. —Dijiste que matar a la Reina nos daría eso, mira donde estamos, buscando basura en una tumba de miles de años—dijo ella con asco ante los insectos que corrían fuera del resplandor de los flashes de los celulares. —Nuestros antepasados no solo enterraron cadáveres aquí, camina—dije esto último como una orden. Ella no comentó nada más. Continuamos caminando. Pasamos por varias tumbas. Cada una tenía algo interesante, pero lo que venía a buscar estaba en lo profundo de las catacumbas. Miles y miles de años d
*Sebastián* Reichel me acomodaba el traje ceremonial mientras no podía dejar de mirarla, llevaba un vestido azul petróleo que se parecía al que usó Marilyn Monroe en esa icónica foto, llevaba mi collar en su cuello y también anillos de ella que hacían juego con su atuendo. —Nuestra Luna es mucho más bella que Marilyn—sentencia mi Lobo completamente enamorado. Mi traje ceremonial era azul oscuro con detalles en rojo y dorado, llevaba colgado unas insignias que demostraban mi estatus y nada más, ni espadas ni armas, ya que los Lobos no necesitábamos esas cosas. Rei llevaba su corona, la que le regale en navidad y los cachorros pequeñas diademas haciendo juego entre sí, mi corona me la colocaría mi padre cuando se la quitara de la cabeza en la ceremonia. Nos dirigimos al salón donde todos los invitados ya estaban listos, entramos tomados de la mano, aunque la costumbre decía que debía entrar solo y Reichel ser una más de las invitadas.
*Reichel* Ya habían pasado los días de celo y al despertarme Sebastián no estaba en la casa, Maximilian y Matius se quedaron con nosotros y eso me encantaba, Matius era modista y le había encargado mi vestido para la coronación a lo que Caroline y Sara también pidieron que él les realice sus vestidos. Recibimos a los Alfas Rick Mongort y Lucas Sinclair, Rick ya tenía a su Luna, pero esta no había viajado con él porque tenía un embarazo avanzado ya, mientras que Lucas era un Alfa de cuarenta y dos años que aparentaba veinte o veinticinco años, era un joven muy alegre y moderno, pero que aún no encontraba a su Luna, al ver su cara cuando le dije que pronto la encontraría me cautive por la sonrisa de niño que recibe un regalo en navidad que me dedico. Los despedimos como a las cinco de la tarde dejándome saludos para el Príncipe, el cual me envió un escaso mensaje diciendo que no llegaría a cenar. —Estos dos nos tienen esperando todo el día por
*Sebastián* Estaba en una reunión cuando el equipo de seguridad me llamó, pedí disculpas y me dirigí a mi despacho para hablar con la gente de seguridad. —Majestad—dijo el jefe del equipo—tenemos un problema—terminó de decir. —¿Gregory sucede algo con Reichel o la cachorra?—pregunté con rapidez a mi Lobo. —No, ellas están muy bien—respondió igual de rápido mi Lobo. —Te escucho—respondí al jefe de seguridad. —Reichel nos ha pedido ir al hospital—dijo el Lobo que estaba nervioso. Reichel y yo decidimos que nadie más que yo la llamaría Luna y aunque en un principio fue problemático al final todos los miembros de la manada principal se acostumbraron a llamarla así, cosa que la hacía poner feliz ya que odiaba eso de las reverencias y el respeto. —¿Por qué van al hospital?—pregunte con rapidez. —Están con el Alfa Maximilian y su compañero—respondió este. —Hablaré con ella directamente—dije
*Reichel* Me desperté con los mimos de mi esposo, me moví sobre él acurrucándome más, aunque creo que eso no era posible, ya que él me sujetaba con todos sus músculos. —¿Mi Luna pudo descansar?—preguntó el grandulón que tenía debajo de mí. Solo recibió un gemido de mi parte. —Al parecer no—dijo cambiando de posición, se me quedó viendo con unos ojos que me comían—no sabes lo hermosa que te ves en este momento—dijo recorriéndome una y otra vez con la mirada. —Tú no te ves nada mal—dije sonriéndole picarona. —Gregory dice que no tienes energía—dijo haciendo un puchero. —Eso es cierto—dije acurrucándome entre sus brazos—pero aquí puedo descansar muy a gusto—termine de decir. —Nuestro esposo se aguantará las ganas—dijo mi Loba algo triste. —Pero no es necesario que nosotras lo hagamos—conteste divertida a mí Loba. —Reichel nuestros cachorros nos esperan abajo—dijo Misrreal totalmente tris
*Serafín* Los cachorros han nacido saludables y fuertes, ha pasado una semana y se han transformado, sus Lobos son muy monos y tiernos, me sorprendió ver la Loba de Ann ya que tiene un don único que no había visto desde hace unos dos mil años, un don oculto, de los más interesantes, me gustara verlo en acción. Estamos fuera de la mansión, estoy a varios metros del grupo. Los cachorros corren copos de nieve y se ven alegres. Misrreal me mira, bueno lo intenta ya que ella no me puede ver. —Pensé que los Ángeles tenían buenos modales, pero tú me estás espiando desde hace varios meses y aun no te presentas—dice mirando hacia donde estoy. —No es posible que me detecté aquí—digo en voz alta sabiendo que ella no puede oírme. —Puedo hacer muchas cosas Ángel—dice acortando la distancia que nos separa. —Es imposible—digo nuevamente en voz alta sin salir de mi asombro. Ann se acerca a Misrreal y se para a su lado.
*Serafín* Mi hermana me mira, ella tiene el cabello color lila y largo, le cae en ondas, tiene los ojos negros que se contraponen con la alegría que desprende su pelo, su cara de satisfacción me irrita. Tiene esa sonrisa de lado que solo usa cuando está ahogando una carcajada. —Tu cara no tiene precio—dice reprimiendo una sonrisa mayor. No le respondo nada. Llevamos más de dos horas mirándonos las caras una y otra vez. La carta que me entrego me dejó sin habla. Una orden directa de mi Padre. Me ordena ser la niñera de una mortal. Mi hermana no habla, sabe que en cualquier momento mi paz se acabara, esto debe ser una broma de muy mal gusto, entre tantos Ángeles. ¿Por qué me envían? Soy el Tercer Hijo del Dios Creador, título que me gane después de trescientos años de lucha contra el anterior Tercer Hijo. Yo era el Quinto Hijo, título que me gane a golpes, sabiduría
*Reichel* Llegué a la cabaña donde sabía que estaba mi hermana, la puerta estaba trabada, me quedé en el pórtico porque sabía que estaba llorando. —Ella no quiere arruinar la vida de Serafín—comentó mi Loba. —Pequeña si no me abres me enfermare y tu sobrina se enfermará—mentí, pero fue una mentira piadosa. Aria desbloqueo la puerta que se abrió sola, ella estaba sentada en el sillón con unos pañuelos adelante. —Sabía que iba a decir eso, porque no logra entender que no soy lo que él dice—dijo mirándome, en su mirada había tristeza y odio a la vez. —¿En qué mintió?—pregunté acercándome a ella. —Rei, él tiene tres mil años, es el Tercer Hijo del Dios Creador, no logro entender que ve en mí, ya estuvo con todas las mujeres que pudiera desear y me quiere a mí—dijo poniéndose de pie y señalándose despectivamente—¿inteligente, hermosa y poderosa? Por todos los Dioses Reichel… ¿de qué te ríes?—dijo haciendo una pausa a s
*Sebastián* Misrreal me hizo el amor sin darme tregua, después de hacer que Gregory acabara. Rei se quedó dormida, aún estaba dentro de ella y disfrute cada centímetro cuando salí de ella, la alce y la lleve a los cojines, la seque con cuidado y me quede a su lado, disfrutando de la vista que me daba su cuerpo desnudo, su panza aún no se notaba, pero sabía que ahí estaba mi cachorra. —Nuestra cachorra—dijo mi Lobo con una sonrisa enorme. La dejé dormir hasta que nuestros cachorros entraron corriendo y saltando a la carpa, escuché a Jack decir desde afuera que lo sentía, que ya no se querían quedarse lejos de su mamá. —Mamá estaba soñando que ustedes no le saltaban encima—dijo Rei medio dormida. —Mami queremos ver las luces—pidieron los cachorros a gritos. —De acuerdo, vayan con papá y ahora los alcanzo—dijo en el mismo tono que antes. Ellos se fueron corriendo llenos de alegría, sentí como Jack los aleja