Capítulo 2: Larga semana

*Sebastián*

Lunes…

Maldición y aún me quedan siete días de esto. 

Veo cómo la gente entra y sale de la casa, ya rompieron dos estatuas de más de trescientos años, llevaron la mayoría de los muebles a un depósito y trajeron otros tantos para reemplazarlos. 

La psicópata de la dama de honor amueblo una habitación especialmente para ella. 

John está más que feliz por la novia y su futuro bebé, mí hermano menor ya va a ser papá, mientras que yo sigo disfrutando de la vida de soltero. 

Cuando me entere que no solo se trataba de una humana, sino que ni siquiera la había marcado lo golpee en sus pelotas, encima de todo se tardó dos años para esto, mi hermano es un idiota.

Tranquilos que se lo repito a diario. 

Somos Lobos, una vez que encontramos a nuestras compañeras no debemos dudar ni por un segundo en enlazarlas. 

Gregory, mi Lobo, está decepcionado de Mats, el Lobo de John, no podemos creer como ha podido estar con ella durante dos años sin enlazarla a él, pero bueno al menos esto no tardará más que solo unos días.

—Solo unos días más y podremos volver a la ciudad—dijo mi Lobo igual de cansado que yo.

—Tierra a Sebastián—dice mi primo y recibo un fuerte golpe en la espalda de parte de Robert que solo recibe otro golpe como respuesta—auch, te estamos esperando en el jardín, ya llegaron los novios—termina de decirme y continúa su camino fuera de la casa.

Me tomé mi tiempo para ir, sabía que el olor de la humana me molestaría y no quería estar mucho tiempo esperando hasta que todos lo saludan y les desean felicidades. 

Aclarare que estoy contento por mi hermanito, solo se tomo ciento ochenta y dos años en encontrar a su compañera y dos más para al fin enlazarla, tengo entendido que lo harán en la luna de miel, será lo ideal, estarán ellos dos solos en medio de algún lugar paradisiaco, su embarazo se completará y el bebé podrá nacer como uno de nosotros y no como los híbridos de Robert y Joselyn, mitad Lobo mitad Pumas, Dioses como se les ocurren enlazarnos con compañeros así.

No me quejo, ya tengo doscientos cuatro años y recorrí cada rincón del mundo buscando a mi compañera o compañero, la verdad es que por lo que vi y probé aceptaría lo que sea, desde un híbrido de Orangután y Hiena hasta una Sirena, las mitologías son demasiado buenas con esas cosas, pero mejor no les cuento que me dan nauseas, ahora que lo pienso soy capaz de rechazar a una Sirena. 

Gregory es el que tiene esperanza de que la encontraremos, pero la verdad yo solo disfruto de las capacidades que me da ser un Lobo, como por ejemplo coger con una y otra sin necesidad de parar durante varios días.

—Tú no tienes respeto por nada ni nadie—dijo mi Lobo haciendo una aparición repentina.

—Vamos señor no lo disfruto, tu solo te quejas cuando la acción ya termino—respondo con una sonrisa picarona.

Esperé un rato hasta que mi hermano estuviera solo para ir a hablar con él.

Golpeo en su habitación, sé que la novia se está duchando así que no tendrá problemas en atenderme.

—Pasa, se rápido, en cualquier momento saldrá Sara del baño—dijo John algo molesto cuando abrió la puerta de su habitación.

—¿Qué sucede hermanito, no quieres tocar el rostro de tu bebé?—dije a modo de broma, pero solo recibí un puñetazo en respuesta, mi hermano me pudo haber tirado al otro lado de la casa, pero se contuvo y mucho—perdón, no lo vuelvo a hacer—termino de decir alzando las manos en son de paz.

—¿Hasta ahora te apareces Sebastián?—dice mientras me mira de arriba abajo.

—Sabes que no me agrada ella, ¿prefieres que mienta como todos en esta casa?—digo y veo como comenzó a dar vueltas en la habitación, ya sabía que me iba a decir.

—Cuando encuentres a tu compañera espero que entiendas que la odiare igual que tu odias a Sara—dijo tan serio como pudo, mi hermanito podía ser tan fuerte como yo, pero él jamás se atrevería a enfrentarme en combate, sabía muy bien que le ganaría sin problemas.

—Ya, cuando la enlaces las cosas serán diferentes, no la odio a ella, solo odio su olor—explique a John que solo me miro con cara de largo o destrozaremos la mitad de la casa—ya, sabes que me hace feliz que al fin la encontraras y tuviste suerte de que no fuera la psicópata de su dama de honor—dije y nos reímos por eso último, según me contó John, ella no solo es obsesiva, sino también es hasta psicópata en algunas cosas, como por ejemplo bañarse hasta quince veces al día, solo porque salió a la calle.

—No digas esas cosas delante de Sara, ni mucho menos delante de Rei—dijo mientras me apuntaba con el dedo en señal de advertencia.

—Sabes que sé cómo comportarme con una dama—digo guiñando mi ojo y el solo responde con un suspiro—hablando de la psicópata, ¿Cuándo es que llega?—pregunte pareciendo que de verdad tenía algún tipo de interés.

—Podríamos hacerlo en la ducha para que no se traume—comento mi Lobo dándome ideas.

—Ves, te dije que aquí el pervertido eres tú—respondí a mi Lobo que solo me ignoro.

—El viernes, debe trabajar hasta último momento así que se tardará más que la mayoría de la familia—dijo emanando una esencia que parecía hasta cariño, vamos hermanito no te habrás encariñado con tu cuñada. 

Estuve a punto de preguntarle si ya se la había montado, pero la novia cerró la ducha justo en ese momento.

—Ya viene tu compañera, nos vemos en la cena hermanito—dije y sin esperar la respuesta salgo de la habitación.

Martes…

Maldición mi madre está encantada con la humana, no para de decirme que no pierda las esperanzas que ya encontraré a mi compañera, solo le pido a los Dioses que no sea una Sirena.

—Yo también se lo pido a los Dioses—comenta Gregory con nauseas de solo pensarlo.

Hable con Rouse y apenas llegará mañana, así que busco a una de mis primas para que me complazca hoy, Betty estará bien, mientras no se transforme, su m*****a Loba tiene un problema con la baba.

Sí ya sé que están pensando, Sebastián te apareas con tus primas, no solo con las que son femeninas…

—Deberías de dejar de estar cerca de esa Vampira lo único que hace es estar contigo para fanfarronear con el Consejo—dice mi Lobo a modo de reprimenda.

—Ya Gregory sabes que le gusta que te aparezcas en medio de la acción, así que ya sabes—dije a mi Lobo con una sonrisa picarona.

Pero solo recibí silencio en respuesta a mi propuesta, Gregory maduro demasiado rápido, jamás ha estado realmente con una mujer, dice que espera a su compañera, siempre le digo que disfrutare por ambos y así lo hago, los Dioses nos dieron una resistencia mayor así que hay que aprovecharla.

Rouse es una Vampira, puede seguirme el ritmo sin problemas, somos amantes desde hace décadas.

Miércoles…

Betty calentó mi cama de forma muy satisfactoria.

—Eres un desgraciado—dice mi Lobo ofendido.

—No te quejes que, aunque no aparezcas sé que lo disfrutas—conteste a Gregory.

Antes de que amanezca salí a correr, tenía mucha energía acumulada, Betty es una niña y no aguanta mi ritmo, ya cuando llegue Rouse me pondré al día, pero hasta entonces soy capaz de montarme a la novia.

Menos mal que pensé eso, porque si lo decía en voz alta John es capaz de venir hasta aquí para arrancarme las pelotas, comienzo a reírme solo de la imagen mental que me hice pensando en eso.

Regrese a la casa y me duche, Rouse me aviso que ya estaba llegando a la casa así que ni me moleste en vestirme, solo me tire en la cama esperando a la mujer que haría que este fin de semana sea llevadero.

No sé cuánto tiempo pasó, pero me había quedado dormido, me despertó la m*****a esencia de deseo que tenía Rouse, en un movimiento la puse debajo de mí y la penetró sin miramientos.

Me clavo las uñas, grito mi maldito nombre cientos de veces hasta que acabamos los dos. 

Me tiré en la cama para darle un respiro, aunque sabía que no era necesario, Rouse podía seguirme el ritmo sin problemas.

—Te tardaste, por eso no saldrás de esta habitación hasta mañana—dije y en un movimiento la puse en cuatro y la penetró sin miramientos otra vez.

Hoy no saldríamos de la habitación.

Jueves…

En cada maldito rincón de la casa hice lo que quise con Rouse. 

Betty se nos unió en algunas ocasiones, en la primera solo nos vio, pero cuando Rouse se acercó a ella, Dioses la niña se liberó. 

Mi padre nos encontró en la piscina y me prohibió volver a meter a Betty en cosas como esas, lo invité a acompañarnos y solo recibí un buen golpe como recompensa.

—Te lo merecías—dice mi Lobo ofendido.

—Tu todo santo siempre termino siendo yo el que recibe los golpes—conteste riéndome.

—Dejare de curarte así ves como siempre tengo que estar salvándote—dice a modo de desafío mi Lobo.

Y así me dejó con la amenaza de no aparecer. 

Gregory era un Lobo majestuoso, en batalla era invencible, jamás me dejó perder una pelea, siempre ganamos todos los torneos en los que competimos, a pesar de tener diferencias en nuestros estilos de vida, él es un Lobo nacido para reinar, mientras yo soy un humano que disfruta de su inmortalidad, aun así, somos la mitad bestia y humana más perfecta que pueda existir. 

Él es negro azabache con los ojos rubíes, tiene casi tres metros de altura transformado y ni hablar de la energía que despide, muy pocos Seres Sobrenaturales se atreven a hacerle frente.

Perdón, muy pocos Seres Sobrenaturales se atreven a hacernos frente.

Viernes…

Las personas iban y venían, los malditos empleados habían roto otra estatua más, aclarare que no me interesaban las malditas estatuas, solo me importaba que la odiosa hermana de la humana era la culpable de que yo no pudiera estar en una de mis casas con cinco o seis Lobas, pero no estoy aquí viendo como entran y salen humanos inútiles que no pueden hacer nada bien. 

Ponen algo en un lugar, la m*****a psicópata llama y los humanos van y lo cambian de lugar.

Ya solo faltan cuatro días me digo a mí mismo. 

Pero no creo poder soportar más.

—Al menos estamos de acuerdo en eso de que los humanos son unos inútiles—dice mi Lobo acompañando mis pensamientos.

—Hasta que al fin apareces—digo ya que desde que padre nos castigó él se hizo el hijo bueno.

Y así sin más se volvió a ir.

Son como las cuatro de la tarde cuando escucho que Sara le marca a la psicópata de su dama de honor.

—Alo—escucho que responde. 

Rouse entra al lugar y me distrae, se había puesto un vestido que prácticamente lo único que hacía era darme ganas de subir a la habitación y no salir más, pero ya me habían retado sobre los gemidos que largaba la Vampira durante el día.

Pasan varios minutos y escucho el sonido de su auto.

Rouse empezó a largar una esencia amarga, no sé qué significaba, no parecía que le estuviera pasando algo. 

Una de sus manos estaba en mi pantalón y la otra sostenía una copa de vino, la psicópata me dejó elegir el vino, al menos tenía algo positivo.

John y Sara regresaron luego de unos minutos, parece que la psicópata se quedó arriba verificando que los muebles que pidió estuvieran en su maldito lugar.

—¿Sabes que tienes los ojos de tu Lobo no?—pregunta Rouse de repente, la verdad no me había dado cuenta.

—Sebastián es ella—dijo Gregory totalmente fuera de control.

—Buenas tardes—escucho una voz de lo más dulce, me doy la vuelta y parece que la psicópata había llegado, tenía un vestido color lila que le quedaba perfecto, sus curvas me excitaron como nunca lo habían hecho antes las curvas de una mujer.

No logro controlar a Gregory que toma el control de mi cuerpo.

—Familia les presento a mi hermana, Reichel Luchestember, Rei ellos son…—habla y maldición no dejo que Sara termine y me llevó a la psicópata contra la pared. 

No me puedo controlar, me hundo en el cuello de la humana. 

Dioses su esencia es exquisita, magnolias, lilas ¿y chocolate?, maldición nunca sentí una esencia así, me llené las fosas nasales de ella.

—¡Sí! Mi compañera—dijo mi Lobo completamente feliz y excitado.

La escuché decirme “hola”, pero no me moví de mi lugar.

—No niña, jamás me separaré de ella—escucho a Gregory que pierde el control de mí.

—John has que se separen o le va a doler—escuchó decir a Sara.

—Sebastián cálmate—dijo John poniendo una de sus manos en mi hombro.

—Así que Sebastián, porque no dejas de invadir mi espacio personal, por favor—dijo la que era mi compañera, Dioses su voz es tan dulce. 

Levanto mi cabeza de su cuello para ver su rostro, es hermosa, morocha con el pelo ondulado y unos ojos verdes que me hipnotizan.

—Sí que es hermosa y ahora es nuestra—declaro mi Lobo con seguridad.

Aflojo mi agarre y sin dudarlo se aleja de mí.

Me doy la vuelta, la miró de arriba abajo y le agradezco a los Dioses de darme una compañera así de sexy, tenía todo en su lugar, buenos pechos, una cintura definida, parece que hace ejercicio, porque no hay una sola gota de grasa en su cuerpo, no lo veía, pero imagino que su trasero era coherente con sus demás curvas. 

Levanta una de sus manos en señal de no te acerques, pero niña no sabes con quien tratas pensé dando un paso adelante.

¿Me durmió? Desperté algo confundido, estaba en el suelo con todos alrededor mío.

—Ve tras ella debemos tomarla—ordenó mi Lobo intentando tomar el control de nuestro cuerpo.

No nos molesten—dije a los que estaban alrededor y ellos sabían que significaba.

Subí arriba y escuché la ducha. 

Maldición no era broma lo del espacio personal.

Entre en su habitación, a esta niña sí que le gusta el orden.

Fui directo a la ducha y antes de que dijera algo comencé a besarla. 

Me respondió el beso y si lo sabía esta niña me necesitaba, pero no por instinto sino porque jamás en su vida conoció a un hombre como yo, fui directo a hacerle el amor, ella no se resistió.

Me llene de su esencia, como amo el chocolate desde ahora.

—Yo más—dijo mi Lobo completamente enamorado.

La llevé a la cama cuando acabamos y seguí haciéndola mía, ella estaba excitada a más no poder, sabía que era bueno en la cama, pero esta niña me estaba sacando de mis casillas, no podía controlarme ni controlar a Gregory.

Estábamos a punto de acabar y no lo dude, no sería como John, sino que le daría el ejemplo.

—Mía—dijimos en su oído y completamos el enlace clavándole nuestros colmillos en el cuello del lado izquierdo, al salir de su piel, lamí la herida que se cerró inmediatamente. 

Se había desmayado y la acomode en la cama, la abracé y prácticamente en ese mismo instante me quedé dormido yo también.

Varias horas después…

Sentí como se movió, creo que fue al baño, niña piensas que puedes huir de mí pensé para mí solo.

—Ve a buscarla, se lastimara si está lejos de nosotros antes de que se complete el lazo—dijo mi Lobo preocupado.

Salió de la habitación sin darse cuenta que ya estaba despierto, me envolví con las sábanas y salí a buscarla.

—Te dije que vayas tras ella, ahora es nuestra—dice y me apura mi Lobo.

—Sí, ya escuché a la primera—respondí irritado.

—¡Completo el maldito lazo!—escuche que grito en el salón, sí niña, sin dudarlo ni por un segundo. 

Me puse detrás de ella y la abrace, por los Dioses no me cansaré de sus esencias.

—¡Suéltame!—dijo algo enojada y en un instante sentí un fuerte golpe. 

¡Maldición! 

Me lanzo de alguna forma al otro lado de la habitación.

—No es una simple humana, Sebastián los Dioses nos han dado una Hija de los Dioses Antiguos—dijo mi Lobo moviendo la cola.

“Es una Portadora de Joyas” dijeron todos y pude ver como los anillos que llevaba brillaron por un instante.

—El idiota me marco—dijo irritada, estaba furiosa, su esencia había cambiado, las magnolias desaparecieron y el chocolate se hizo más intenso, más amargo.

—Está enfadada, Sebastián puedo sentirla, ve tras ella debemos hacer que se calme, es nuestra y debemos cuidarla—dijo mi Lobo comportándose como un buen compañero.

—Debes calmarte Rei, todo va a estar bien—dijo Sara mientras caminaba hacia mi compañera y John no dejó que se acerque más a ella.

—John aún no lo ha hecho y tu esperas una hija de él—dijo sin poder calmarse aún, estaba enojada y triste, vamos niña que hace horas me pedías más y ahora estás triste porque tendrás eso todas las malditas noches.

—Si no arreglas esto me encargaré de hacer que desaparezcas—dijo mi Lobo enojado.

—Ya entendí, la vamos a hacer feliz, sabes que sé cómo tratar a una mujer—respondí al que no paraba de intentar tomar el control.

—Ella no es cualquier mujer—dijo Gregory enojado aún más, empujando para tomar el control de nuestro cuerpo.

Sara se la llevó a su habitación y no dudó en seguirlas, aunque John intentó detenerme lo único que logró fue que le clavara los ojos de mi Lobo en advertencia.

Se había metido en la ducha, como si eso le quitara mi lazo, ay niña cuan inocente eres.

Sara se puso delante de mí y *plaf* lo único que hizo es que le duela la mano. 

John se colocó delante de ella de inmediato, pero lo que menos quería era discutir con una humana en este momento.

—Háganse a un lado—dije en advertencia a los dos.

—Eres un idiota, no debiste completar el lazo sin antes hablar con ella—comenzó a gritarme Sara aun detrás de John.

—Basta princesa esto no le hace bien a la bebé—dijo John sin dejar de verme.

Me gritó un par de cosas más que ignoré, solo me interesaba estar cerca de ella. 

Ya me comenzaba a doler el cuerpo. 

Cuando un lazo se crea al menos los primeros tres días se deben pasar juntos y cuando digo juntos es básicamente cogiendo.

Sara se metió al baño con ella cuando la ducha se apagó.

John no me dijo nada, estaba viendo como me empezaba a poner pálido. 

Me senté en la cama y con mucha tranquilidad le hablé.

—No me mires así, me haré cargo de lo que hice, sabes tan bien como yo que lo hecho, hecho está… en cualquier momento comenzara a gritar del dolor—dije a John que no me respondió solo se metió en el baño. 

Minutos más tarde salieron los dos dejándola a ella sola, pero no sin que antes Sara me gritara algunas cosas más que por supuesto ignore.

—Cuídala o te matare—dijo mi Lobo amenazante.

No me moví de mi lugar, ella salió del baño y por todos los malditos Dioses es perfecta, tenía una bata sin nada más abajo. 

Dio vuelta en la cama y se metió debajo de las sábanas. 

La seguí sin dudarlo.

La abracé y comencé a olfatear sus esencias. 

Magnolias, lilas y chocolate.

—Sus esencias son exquisitas—dijo mi Lobo llenándose de ellas.

—Sí que lo son, no me cansaré de ellas—comenté a Gregory.

Pase una de mis manos por sus costillas y parece que le dio cosquillas, porque se rió de la forma más dulce posible. 

Me alejé unos centímetros de ella sin dejar de abrazarla.

—Te amo—dije antes de comenzar a besarla. 

La deseaba tanto como ella a mí.

Hice el amor muy despacio hasta que ella me pidió más y más.

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