Capítulo 22. Te he esperado

Leviatán abrió los ojos abruptamente al sentir la energía de Efelios desaparecer, con sigilo apartó el cuerpo de Astrid y salió de la cama. Se vistió con rapidez y desapareció de la habitación, siguiendo el rastro de su hermano.

Era una parte muy apartada de la ciudad, el edificio era viejo, y parecía caerse a pedazos. ¿Qué hacía Efelios en un lugar como ese? Conocía muy bien a su hermano, como para saber que jamás elegiría un sitio tan arruinado para descansar. Algo tuvo que sucederle.

Cerrando los ojos, lo buscó por todo el edificio, recorrió piso a piso, pero el olor a sangre lo llevó hasta la parte más alejada, situada detrás de la construcción. Las grietas en las paredes y columnas eran recientes. Una batalla tuvo lugar allí.

Leviatán se inclinó cuando estuvo delante de una gran mancha de sangre, pasó los dedos por el líquido carmesí y lo olfateó. Era la sangre de Efelios y por el hedor, la herida de su hermano fue causada por una de las espadas forjadas en el mismísimo infierno
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