Capítulo 28. Una sorpresa

Un escalofrío le corrió por toda la columna vertebral. Observando a Astrid acercarse.

—No exageres, bebé —le pidió, tocando su barbilla con la yema de sus dedos—. Me siento hambrienta y un poco cansada, pero es gracias a ti. Me tuviste despierta hasta el amanecer —le recordó, quitándole seriedad al asunto.

Leviatán apretó los dientes, debía tener más cuidado y no olvidarse de que Astrid seguía siendo humana y no podía llevar su mismo ritmo.

—Lo siento —se disculpó.

—Está bien, no es un reclamo —le aseguró, regalándole una sonrisa para tranquilizarlo.

Sin embargo, Leviatán estaba lejos de sentirse tranquilo, la posibilidad de haberla dejado embarazada estaba dándole vueltas en la cabeza. Por lo que, se fijó mejor en el rostro de Astrid, descubriendo pequeñas y marcadas ojeras bajo sus ojos.

—Te prepararé algo de comer y te llevaré al médico —le dijo, tomando su mano.

Astrid asintió, no iba a ganar una discusión y era mejor evitarla, no se sentía de ánimos para enfrascarse en algo sin s
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