«Fallecieron en un accidente aéreo la semana pasada»«Fallecieron»La sensación de estar viviendo una realidad alterada volvió a golpear a Astrid. Eran muchas cosas y sucesos en tan poco tiempo. Todo era tan irreal que quiso echarse a reír, pero seguramente Connie pensaría que se había vuelto loca.Sin embargo, tampoco podía echarse a llorar. Simplemente, no sentía nada.—El señor Donald y la señora Elba, vinieron tan pronto como les informaron del accidente —dijo—. Estuvieron pocas semanas en la ciudad, incluso quisieron llevarse al niño para cuidarlo mientras tú salías del coma, pero… no sé qué pasó. Algo les hizo cambiar de opinión y en menos de veinticuatro horas tomaron la decisión de marcharse.Astrid asintió, no sabía qué decir, mientras Connie echaba un vistazo al hombre parado detrás del frondoso árbol. No le estaba contando ninguna mentira a Astrid. En cuanto al accidente de Donald Marshall y su esposa, se apegó tanto como pudo a la verdad. Lamentablemente, ellos se convirti
«Leviatán.»Astrid se estremeció y su corazón latió acelerado cuando el nombre se repitió en su cabeza. No estaba soñando, ¿verdad? Ese hombre delante de ella no era el producto de su imaginación.—Señora Marshall —le susurró Leviatán. El íncubo trató de entrar a la mente de Astrid, pero le fue imposible. Existía una barrera que no le permitía tener acceso, eso como consecuencia de haberle manipulado los recuerdos o era lo que creía.—Lo siento, señor Bennett —se disculpó. Astrid lo invitó a sentarse mientras ella tomaba el asiento a la cabecera de la mesa.No había nadie más que ellos en la habitación, por lo que, Astrid era consciente de la mirada penetrante de esos ojos color hielo. Sabía que Leviatán Bennett la estaba mirando. Su piel quemaba y los intestinos se apretaron junto con un deseo que le nació desde lo más profundo de su ser. Llevaba poco más de un año sin una pareja sexual y no había tenido ningún interés en tener una.Todos estos meses se dedicó a cuidar de su hijo y d
«Tu placer es mi alimento, Astrid.»Ella abrió los ojos abruptamente cuando escuchó aquellas palabras resonar dentro de su cabeza. Con asombro, se dio cuenta de que estaba acostada en la cama y no en la regadera. ¿Cómo y a qué hora llegó allí? No lo sabía, lo único que tenía claro y presente era que había soñado con Leviatán Bennett haciéndole el amor.Su nuevo socio había causado estragos en su cabeza y en su cuerpo. La falta de sexo también le pasaba factura, pero no creía que fuese esa la razón de haber soñado con él.El llanto de Nathan la hizo levantarse, se fijó en la hora de su reloj, apenas eran las cuatro de la mañana y se sentía acalorada por culpa de su húmedo sueño.—Ven, mi niño —susurró, tomando al pequeño entre sus brazos, acunándolo para que volviera a dormirse; sin embargo, Nathan tenía otros planes, quería alimentarse y no dudó en señalar el pecho de Astrid.—¿Tienes hambre? —le preguntó, acariciándole la mejilla, desnudando su pecho y colocando el pezón entre los ca
Astrid miró a su hijo, había regresado tarde de la oficina, Leviatán y ella habían tenido dos rondas más de sexo. Su coño dolía, pero se sentía satisfecha.—Lamento la demora, cariño —musitó cuando Nathan le tendió los pequeños brazos para abrazarla.—No tienes por qué preocuparte, Astrid. Nathan se ha portado bien como todos los días —le dijo Zarek, viéndola desde el umbral de la puerta. El íncubo tenía un aspecto despreocupado.—Me ha sorprendido verte aquí —murmuró Astrid, caminando a la cuna para dejar a su hijo de nuevo. Necesitaba bañarse antes de alimentarlo.—Espero que no te moleste, pero mis padres andan en plan de luna de miel y no quiero estar alrededor. No es nada agradable escucharlos —musitó. El íncubo también se alimentaba de las emociones y pasiones carnales, pero alimentarse de sus padres a estas alturas era una locura.—Por supuesto que no, me agradas mucho y Nathan es muy feliz de tenerte, quizá cuando sea un poco más grande, te vea como a un hermano —musitó, toman
«Porque vine a matarla.»Las palabras de Asmodeo se repitieron en la cabeza de Leviatán desde que fueron dichas. Su padre no se molestó en decirle nada más, desapareció de la misma manera en la que llegó.Aunque, sinceramente, no le preocupaba lo que ese par hiciera, siempre y cuando no trataran de hacerle daño a su familia.Sin embargo, ese descubrimiento de que su madre antes fue una humana, le hizo pensar en la cantidad de veces que escuchó esa historia en los rincones más alejados del inframundo, pero era imposible de creer viendo al demonio que era Lilith, siempre sedienta de atenciones y adulaciones.—Has estado muy pensativo todo el tiempo, ¿te sucede algo? —le preguntó Astrid. Llevaban varias horas revisando la propuesta de nuevos proveedores para la adquisición de materias primas. Tiempo en el que Leviatán quedaba absorto en sus pensamientos.—Todo está bien —mintió, acomodándose en la silla y aclarándose la garganta.—Sobre ayer… —Astrid no sabía cómo tocar el tema.—¿Te arr
«Zarek ha desaparecido.»Connie se fijó en los dos hombres, su corazón latía a toda prisa, su pulso acelerado parecía querer romper la piel de su cuello.—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Efelios, acercándose a ella. La preocupación en los ojos de Connie y el ambiente denso que se formó en la habitación no le permitieron darse cuenta de que Astrid continuaba parada detrás de Connie.Astrid tenía la mano aferrada al pomo de la puerta, impactada por el reciente descubrimiento. Connie no era humana, ni Efelios, ni Leviatán lo eran. Un escalofrío le corrió por la columna vertebral y un vacío se le abrió en la boca del estómago. Tenía la sospecha, pero la confirmación era un golpe mortal. La estuvieron engañando todo este tiempo.—Intenté llegar a él antes de que su rastro se perdiera, pero no lo conseguí. Cuando llegué, el auto estaba abandonado a un lado de la autopista, el motor encendido y el vidrio roto. ¡Alguien se ha llevado a nuestro hijo! —gritó Connie y Astrid no supo a quién de lo
«Tráelo y te entregaré a tu hijo.»Efelios apretó los puños, sus colmillos se extendieron y se los enseñó a su madre. Mentía, podía olerlo en el ambiente y también, podía recoger el olor de la sangre de su hijo. Zarek había sido herido.«Los vidrios del auto estaban rotos.»—Déjalo ir y me quedaré en su lugar —se ofreció con decisión.Zarek apretó los puños, sus colmillos rompieron su labio inferior al morderse. Había luchado para evitar ser atrapado, pero finalmente no consiguió nada, estuvo en desventaja desde el inicio.—No te ofendas, pero no eres muy útil a mis planes, todo lo contrario de tu hermano. Necesito a Leviatán —se burló Lilith sin piedad. Era claro que no existía ninguna clase de sentimientos o emociones en ella.—¡Leviatán no está aquí! —gritó Efelios, llenándose de rabia e impotencia. Su relación con Zarek no era la mejor y todo era por su maldita culpa, por haber abandonado a Connie años atrás, pero lo quería. ¡Era su hijo y daría la vida por él!—Eso ya lo sé, idio
El tiempo se congeló para Connie y Efelios, mientras Zarek intentaba esquivar el ataque de Lilith, pero le fue imposible. El impacto lo lanzó varios metros hacia adelante.—¡No! —gritó Connie, corriendo para llegar a él, arrodillándose junto al cuerpo de su hijo, lo sostuvo.Sangre corrió por los labios de Zarek, manchando su mentón, su rostro tenía muchas heridas y el corazón de Connie casi se detuvo.—¡No, Zarek! —chilló.Efelios no lo pensó dos veces y se lanzó al ataque, evitando que Lilith tomara el bulto sobre el piso. Su primer ataque, impulsado por la rabia de ver a su hijo herido, envió a su madre lejos, estrellándola contra la pared.Fue una breve satisfacción, ya que el demonio se recuperó rápidamente y contraatacó, enviando a Efelios a volar.—¡Eres un maldito tonto si crees que podrás tener una oportunidad de vencerme! —gritó la mujer, enseñando los colmillos e invocando su espada.Efelios no respondió, volvió al ataque, haciendo que la lucha fuera convirtiéndose en una d