Capítulo 23. ¿Te han comido la lengua los demonios?

Efelios intentó moverse cuando Connie se acercó, pero le fue imposible mover un solo músculo.

—No te muevas, la herida sigue sangrando —pronunció con calma.

Efelios la miró, no había cambiado nada, los años se congelaron para Connie, ¿desde cuándo?

—¿Desde cuándo no te has alimentado correctamente, Efelios? Eres un descuidado —lo regañó con tono cariñoso, como si los años jamás hubiesen pasado.

Efelios estaba confundido, durante años vivió con la seguridad de que, si volvía a encontrarse a Connie, iba a matarlo por dejarla.

—¿Qué? ¿Te han comido la lengua los demonios? —preguntó ante el silencio del íncubo.

—Connie —volvió a susurrar, experimentando una emoción que creyó muerta.

—¿Es todo lo que dirás luego de tanto tiempo sin vernos?

Connie se sentó y dejó el botiquín sobre la cama.

—Nunca he entendido por qué diablos tienen que sangrar tanto, no eres muy diferente de los humanos en ese sentido —le dijo—. Ni tú, ni tu hermano.

Efelios se tensó al escucharla, pero seguía sin pronuncia
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