Capítulo 26. ¡Márcame!

«Tu placer es mi alimento.»

El gemido de Astrid retumbó en su pecho, lanzándose a los brazos de Leviatán, y se entregó con un apasionado beso.

Leviatán ronroneó de felicidad, sentir las emociones de Astrid a flor de piel, hacía más que alimentarlo. Lo llenaba de una ternura y de un amor impropio de su especie, pero no le importaba. Incluso, si tuviese oportunidad de elegir cómo y dónde nacer, habría preferido ser un mortal y disfrutar una vida corta y sin tantos problemas. No pidió nacer en el infierno, tampoco ser príncipe. Hoy, añoraba ser un humano y nada más.

Nunca, en su larga existencia, había deseado ser amado, hasta que conoció a Astrid y terminó atraído por la esencia que desprendía. Desde entonces, nunca más volvió a ser el mismo.

Leviatán tomó el control del beso cuando su deseo se disparó ante el recuerdo. Podía saborear aquel primer y pequeño manjar que tomó de ella.

—Estamos en la oficina, bonita —le recordó en tono divertido, pero Astrid ya estaba perdida y totalmente s
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