Capítulo 17. ¿Debo tomarle fotos al chico malo?

Me di cuenta de por qué Lucas tenía el cuerpo que tenía. Era futbolista, y su físico evidenciaba años de entrenamiento y disciplina. Los músculos en sus piernas y brazos estaban bien definidos, y su agilidad en el campo era impresionante. Cada movimiento, desde los pases hasta las carreras, demostraba una técnica afinada y una dedicación inquebrantable al deporte.

—¿Debería enfocarme solo en Sebastián o tomar fotos de todos los jugadores? —preguntó Sara en voz baja mientras ajustaba la cámara para capturar la dinámica en el campo.

Miré alrededor para evaluar la situación y luego respondí:

—Creo que sería mejor capturar un poco de todo. Las fotos de los entrenamientos en general podrían darle un buen contexto a las imágenes, no solo de Sebastián. Además, él se dará cuenta de que estuviste espiándolo y fotografiándolo.

Ella negó con la cabeza.

—Las fotos publicadas serán anónimas. Solo el staff sabrá quién es quién, así que no habrá problema.

—Bien, entonces como quieras —respondí con una sonrisa, aceptando la explicación y volviendo a observar la escena.

El sudor, el maldito sudor. ¿Cómo podía alguien verse tan bien mientras sudaba? Lucas, con su cuerpo en movimiento, estaba cubierto de gotas brillantes que resbalaban por su frente y sus músculos definidos. Cada vez que se movía, el sol hacía que el sudor en su piel se iluminara, resaltando la intensidad de su esfuerzo y la fuerza de su físico. Sus músculos estaban tensos y marcados bajo la camiseta, que se pegaba ligeramente a su piel por el sudor.

Sus movimientos eran fluidos y controlados; cuando se lanzaba para atrapar el balón o realizaba un pase, el esfuerzo se reflejaba en su rostro, enrojecido por el calor y la concentración.

¿Así será cuando coge? Sacudí la cabeza rápidamente, tratando de disipar esos pensamientos que parecían irrumpir sin control últimamente. No entendía qué estaba pasando con mi mente.

Sara, como si percibiera mi estado, se rio suavemente.

—¿Debo tomarle fotos al chico malo también? —preguntó con un tono juguetón.

—Tú decides —levanté los hombros, intentando sonar indiferente.

—¿Es guapo, no? —preguntó, con una sonrisa curiosa.

Hice una mueca, tratando de ocultar mi verdadera opinión.

—No tanto. He visto chicos mejores —respondí, mintiendo.

—Por supuesto —dijo ella, alargando la palabra de manera irónica, levantando una ceja.

Me rasqué la cabeza, claramente incómoda, lo que provocó una risa de Sara. Sin embargo, ella continuó tomando fotos y el clic de la cámara sonó rítmicamente cada vez que presionaba el botón. Después de unos cuantos minutos la castaña se detuvo, con los ojos muy abiertos.

—¡Oh, por Dios! Mira lo que acabo de capturar —exclamó con sorpresa.

Se acercó a mí y me mostró la pantalla de su cámara. Mi garganta se secó al instante. La imagen era de Lucas, en un momento en que se había levantado la camiseta para secarse el sudor de su frente. Su rostro estaba parcialmente oculto, enfocado hacia abajo, mientras una parte exquisita de cuerpo se destacaba en primer plano, pues su camiseta se había subido lo suficiente para revelar claramente la definición de sus músculos, con el sudor brillando en su piel y resbalando hasta la parte inferior de su torso, justo en donde las gotas se perdían.

Los tatuajes que adornaban su abdomen eran intrincados y detallados, envolviendo sus músculos en un diseño que parecía tanto fuerte como elegante. La imagen era un contraste impactante entre el esfuerzo físico y la estética de la tinta negra, lo cual resaltó su cuerpo con tanta intensidad que me dejó sin aliento.

Era cierto lo que Lucas había mencionado en la biblioteca sobre sus tatuajes, pero nunca imaginé que su descripción fuera tan acertada. Primero, él estaba diciendo la verdad; segundo, el resultado era aún más impresionante de lo que había imaginado; y tercero, lo que más me preocupó fue lo hipnotizada que me sentía al verlo. No podía apartar la vista de la pantalla.

Pero lo que me sacó del trance fue un viento repentino que comenzó a soplar en dirección contraria, levantando el cabello de Sara y el mío, arrastrándolo hacia adelante. La ráfaga de aire desordenó nuestra visión, y justo en ese momento, Lucas levantó la vista y, como si un depredador olfateara a su presa, nos miró directamente. Sus ojos captaron nuestra presencia con una intensidad que me hizo sentir una oleada de pánico.

—¡Rápido! —le susurré a Sara, tirando de ella con fuerza—. ¡Esconde la cámara!

Nos apresuramos a bajar de la escalera, tratando de no hacer ruido, y la colocamos de nuevo en el lugar donde la habíamos encontrado. No podíamos permitirnos dejar alguna evidencia. Primero muertas, que culpables.

Una vez que dejamos el lugar, corrimos en dirección a los dormitorios, con los nervios apoderándose de nosotras. Mientras avanzábamos, no podía evitar preguntarme si él realmente nos había visto o si todo había sido una ilusión causada por el miedo.

—Mierda, m****a, m****a —murmuré para mí misma, tratando de calmar mi respiración.

Al llegar frente a la puerta de su habitación, Sara sacó su tarjeta electrónica para abrir. Mientras lo hacía, me miró con una expresión preocupada.

—¿Crees que habrá alguna sanción? —preguntó con ansiedad, mientras la puerta se abría lentamente.

—Joder, no hagas esas preguntas —le respondí, intentando mantener la calma—. Lo último que necesito ahora son más amonestaciones.

Entramos en la habitación y cerramos la puerta con cuidado y el sonido del cierre resonó en el pequeño espacio. Me dejé caer en la cama, tratando de recuperar el aliento.

—Sara, soy becada. Mi historial de conducta debe ser impecable —dije, sintiendo el peso de la preocupación.

Ella se acostó al lado mío, mirando al techo con un gesto pensativo.

—Bueno, podría asumir la responsabilidad —dijo con tono resignado.

—Claro que no —le respondí de inmediato.

—Elena, después de todo, esto fue idea mía.

—Claro que no —le respondí, con firmeza—. Olvídalo. Probablemente nos estamos preocupando más de lo necesario. Después de todo, estábamos bastante lejos, casi justo encima de esos muros altísimos que rodean la cancha. La gente normal no se queda observando durante tanto tiempo esas partes durante el entrenamiento. Si Lucas giró la cabeza hacia nuestra dirección, podría haber sido solo una coincidencia...¿o quizás no?

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