—No hace falta que la humilles —escuché a mi lado una voz tranquila, aunque teñida de reproche.Me giré de inmediato, encontrándome con Manuel recostado despreocupadamente contra una mesa cercana, una bebida en la mano y esa expresión neutral que parecía usar como escudo.—¿Disculpa? —arqueé una ceja, utilizando mi tono afilado como una daga.Él tomó un sorbo de su vaso, dejando que el momento se prolongara antes de contestar.—Suficiente tiene con ser la… ¿cómo fue que lo dijiste? Ah, sí, la sirvienta de ese grupo —replicó con una calma exasperante, como si simplemente estuviera comentando acerca del clima.No pude evitar resoplar, la burla y la molestia estaban escapando de mis labios.—Creí que no sabías decir más de unas cuantas palabras —espeté, cruzándome de brazos mientras lo miraba con ira.Él esbozó una media sonrisa, esa que parecía estar a punto de soltar una risa o un pensamiento que nunca decía en voz alta.—Tal vez no hablo mucho —replicó, inclinando ligeramente la cabez
Me quedé en silencio por un momento, observando a Lucas, y sin saber exactamente por qué, algo extraño se apoderó de mí. Él estaba allí, con esa actitud tan arrogante, pero había algo más que su actitud altiva. Su mirada parecía no dejar de perseguir cada uno de mis movimientos, como si estuviera esperando algo de mí, algo que no sabía si podía o quería dar.—No es de tu incumbencia —respondí, con la voz más fría que pude reunir, tratando de ocultar la sensación que había comenzado a burbujear dentro de mí.Sus ojos brillaban con una intensidad que hacía que mi pulso se acelerara sin razón aparente. Estaba claro que algo en la forma en que lo miraba, como si estuviera desentrañando cada rincón de mi ser, me afectaba más de lo que quería admitir.¿Qué era lo que realmente quería? ¿Estaba celoso? ¿O simplemente disfrutaba provocando la tensión entre nosotros?—Está bien, me gustaría que fuéramos a un restaurante italiano —dijo Manuel de repente, como si aquello de verdad fuera a ocurrir
No sé cómo lo conseguí, pero de alguna manera logré apartarlo de allí. El ambiente era asfixiante, y no podía dejar que esa discusión, que ya comenzaba a atraer miradas indiscretas, escalara aún más. Notaba a la gente observándonos con una curiosidad incómoda, ysentí cómo mi paciencia flaqueaba ante la presión de ser el centro de tanta atención inesperada.Lucas, por supuesto, no facilitó las cosas. Con esa actitud despreocupada y altanera que parecía ser su marca personal, sugirió un "atajo" para alejarnos del bullicio. Como si tuviera algún tipo de autoridad en la situación, me dirigió hacia un sendero bastante iluminado y solitario que bordeaba el lago, un camino que parecía llevarnos al otro extremo del mundo.—¿De verdad crees que este es el mejor lugar para hablar? —pregunté, mientras trataba de no tropezar con las raíces de los árboles que sobresalían del suelo.Lucas iba unos pasos delante de mí, con sus manos metidas en los bolsillos y con esa postura relajada que parecía ig
Mis ojos se abrieron de par en par, el corazón me martillaba en el pecho, y mi cerebro gritaba que esto era una locura. Pero él no apartaba la mirada, y esa maldita sonrisa desafiante seguía ahí, como si supiera que, a pesar de todo, yo no iba a detenerlo.El mundo entero pareció detenerse en el momento en que sus palabras se filtraron a través del ruido blanco en mi cabeza."Déjame besarte"Era lo último que esperaba escuchar de él, lo último que tenía sentido en medio de todo esto. Pero ahí estaba, mirándome como si no hubiera ninguna duda en su mente de lo que quería hacer. Y eso, por supuesto, solo me enfureció más.—¿Qué demonios te pasa? —espeté, tratando de empujarlo de nuevo, pero sus manos se mantuvieron firmes en mis caderas, inmovilizándome.Su cercanía era asfixiante, y el agua alrededor de nosotros era una prisión líquida que no me dejaba escapar.—Nada —respondió tan despreocupado que aumentó mi irritación—. Solo que ya no quiero seguir fingiendo.—¿Fingiendo qué, exacta
Nunca imaginé que mi primer día en la universidad sería tan caótico. Mientras caminaba por el campus con mi mapa arrugado, tratando de encontrar el edificio de ciencias, me di cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que había esperado. Las personas iban de un lado a otro, hablando, riendo, como si ya pertenecieran a este sitio, mientras yo me sentía completamente fuera de lugar.Venir de un pequeño pueblo a una ciudad grande y bulliciosa era abrumador. No conocía a nadie aquí, y estar completamente sola me hacía sentir vulnerable. Todo lo que había conocido estaba a kilómetros de distancia, y aunque había estado emocionada por este nuevo comienzo, ahora solo sentía un nudo en el estómago.Finalmente, encontré el aula 203 y entré justo antes de que el profesor comenzara la clase. Busqué un asiento libre y me senté, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, eso fue imposible cuando una figura alta y oscura se plantó frente a mí.—Ese es mi asiento —dijo con voz grave.Lev
—¿Bienvenida? Parece más bien que están buscando a alguien a quien humillar para sentirse mejor con ustedes mismas —respondí con voz firme, mirando directamente a la chica rubia.Ella arqueó una ceja, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le contestara de esa manera.—Oh, tenemos una valiente aquí —dijo la secuaz con tono sarcástico.En lugar de retroceder, la chica rubia dio un paso hacia mí, con una expresión desafiante en su rostro. Extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello.—¿Por qué eres tan aburrida? —dijo, tirando ligeramente de mi cabello como si fuera un juguete.Sentí una mezcla de rabia y humillación. Nadie tenía derecho a tratarme así, especialmente no el primer día en la universidad. Sin pensar, aparté bruscamente su mano, haciendo que soltara mi cabello.—¡No vuelvas a tocarme! —exclamé, con voz tensa y mirándola fijamente a los ojos.Ella abrió los ojos con sorpresa y enojo, claramente no esperaba que le respondiera de esa manera.—¡Maldita! ¿Quién te cr
Mientras el maestro Alden hablaba, sentí una oleada de desinterés y frustración. No solo era mi primer día en la universidad y ya había tenido que lidiar con gente desagradable, sino que ahora tenía que soportar una clase sobre mitos y leyendas que no me provocaban absolutamente nada. Para mí, los cuentos de terror eran aburridos y predecibles, y no lograban emocionarme en lo más mínimo.Durante las próximas dos horas, me mantuve garabateando en mi cuaderno, tratando de encontrar la manera de hacer pasar el tiempo más rápido. Mis dibujos no tenían sentido, eran solo una mezcla de líneas y figuras abstractas que reflejaban mi deseo de escapar de aquella monótona lección.Ocasionalmente, miraba a Sara, que parecía estar bastante interesada en la clase. Le sonreía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, rezando para que esto terminara de una vez.En un momento, decidí mirar a través de la ventana. El cielo, que había estado despejado al inicio de la clase, ahora se había to
No me apetecía en lo más mínimo. ¿Por qué haría tal cosa? Ni siquiera sabía la finalidad de poner mi huella allí. Miré a Sara, buscando en su expresión alguna pista de lo que debía hacer, pero ella también parecía confundida y un poco inquieta.—¿Qué es esto exactamente? —pregunté, intentando mantener la calma en mi voz.Valeria sonrió de nuevo, pero esta vez había algo en su mirada que no me gustó.—Es solo un registro formal para la universidad —respondió con tono despreocupado—. Todos los estudiantes nuevos tienen que hacerlo.No estaba convencida. Algo en todo esto me parecía extraño y fuera de lugar.Pero antes de que pudiera decir algo, Sara puso su dedo índice en el huellero y luego plasmó la tinta en el papel. Me quedé sorprendida. ¿Para mi compañera era tan fácil hacer eso sin siquiera cuestionarse? Aunque, pensándolo bien, quizás solo quería evitarse problemas.—Tu turno —dijo Valeria, extendiéndome el huellero con una sonrisa que ahora parecía más forzada.Miré aquel objeto