Nunca imaginé que mi primer día en la universidad sería tan caótico. Mientras caminaba por el campus con mi mapa arrugado, tratando de encontrar el edificio de ciencias, me di cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que había esperado. Las personas iban de un lado a otro, hablando, riendo, como si ya pertenecieran a este sitio, mientras yo me sentía completamente fuera de lugar.
Venir de un pequeño pueblo a una ciudad grande y bulliciosa era abrumador. No conocía a nadie aquí, y estar completamente sola me hacía sentir vulnerable. Todo lo que había conocido estaba a kilómetros de distancia, y aunque había estado emocionada por este nuevo comienzo, ahora solo sentía un nudo en el estómago.
Finalmente, encontré el aula 203 y entré justo antes de que el profesor comenzara la clase. Busqué un asiento libre y me senté, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, eso fue imposible cuando una figura alta y oscura se plantó frente a mí.
—Ese es mi asiento —dijo con voz grave.
Levanté la vista y me encontré con unos ojos azules intensos que me miraban con desdén. El chico que estaba frente a mí parecía sacado de una película: chaqueta de cuero, cabello desordenado y una actitud que gritaba "problemas".
—No veo tu nombre en él —respondí, tratando de mantener la compostura.
Una sonrisa arrogante se dibujó en sus labios mientras se inclinaba hacia mí.
—Lucas —dijo, como si eso explicara todo.
Le miré con una expresión de incredulidad y levanté una ceja, como diciendo "¿y eso qué?". Él pareció encontrar esto divertido, porque su sonrisa se amplió.
—Tienes razón, el nombre no importa cuando todo el mundo sabe que me siento ahí.
Rodé los ojos y me levanté, buscando otro asiento. Sin embargo, antes de que pudiera moverme, el profesor entró en la sala y comenzó a hablar.
El tal Lucas se sentó a mi lado con un gesto desafiante, como si estuviera marcando territorio. Su mirada intensa se clavó en la mía y me sentí como si estuviera bajo escrutinio. Traté de ignorarlo, centrando mi atención en los apuntes del profesor, pero su presencia era como un imán que atraía mi curiosidad y mi molestia por igual.
Después de una clase bastante aburrida, finalmente sonó la campana liberadora. Me apresuré a guardar mis cosas, decidida a salir de allí lo más rápido posible. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más, Lucas bloqueó mi salida con su cuerpo musculoso y una sonrisa socarrona en el rostro.
—Así que eres la nueva —dijo con tono burlón, como si estuviera disfrutando de mi incomodidad.
—No necesito que me lo recuerdes —respondí con firmeza, encontrando el coraje para enfrentarlo.
Lucas se inclinó un poco más cerca, con sus ojos azules brillando con malicia.
—Entonces deberías aprender rápidamente las reglas de este lugar. No todos te darán la bienvenida tan amablemente como yo lo hago —susurró, con un tono que era más amenaza que advertencia.
Me quedé mirándolo, confundida y un poco inquieta por la tensión subyacente en sus palabras. ¿A qué se refería?
Él pareció notar mi desconcierto, y una sonrisa ladina se extendió lentamente por su rostro.
—Ten cuidado—dijo con voz suave pero cargada de advertencia.
Sin decir más, se apartó y caminó hacia la salida, perdiéndose entre la multitud de estudiantes.
Dios, si todos los chicos en este campus fueran como él, entonces definitivamente estaría en problemas. No toleraba a los idiotas que se creían superiores y que disfrutaban haciendo sentir a los demás incómodos.
Me ajusté la correa del bolso sobre mi hombro y rápidamente salí de allí. El campus seguía siendo un laberinto para mí mientras caminaba hacia mi próxima clase. Los estudiantes charlaban animadamente entre ellos, algunos parecían conocerse de toda la vida, mientras que otros, como yo, parecían un poco perdidos en medio de la multitud, sin embargo, algo captó mi atención: en una mesa lejana, un grupo de personas me observaba. No pude evitar sentir sus miradas fijas en mí mientras pasaba, como si estuvieran evaluándome.
Llevaba apenas unas horas aquí y ya estaba empezando a arrepentirme de haber dejado mi pequeño pueblo. Lucas y su actitud arrogante eran solo la punta del iceberg de lo que parecía ser un ambiente hostil y desconocido.
Me dirigí hacia el edificio de humanidades, el camino parecía interminable, y mi mente seguía dándole vueltas a todo lo que había pasado hasta ahora. Justo cuando estaba a punto de entrar, algo más captó mi atención.
Cerca de la entrada, dos chicas estaban riéndose a carcajadas. Al principio, pensé que simplemente estaban bromeando entre ellas, pero pronto me di cuenta de que no era así. Estaban dirigidas a otra estudiante, una chica delgada con gafas y el cabello recogido en una coleta desordenada. Ella estaba visiblemente incómoda, con su rostro enrojecido mientras intentaba apartarse de las burlas.
Sentí una punzada de empatía y rabia al mismo tiempo. ¿Este era el tipo de ambiente al que me había metido?
Sabía que no era asunto mío, así que intenté pasar desapercibida y continuar. Sin embargo, antes de que pudiera avanzar, una de las chicas, la más alta y con el cabello rubio platino, me llamó con un tono burlón.
—Oye, tú, ¿te crees demasiado buena para unirte a nosotras? —dijo con una sonrisa despectiva.
Me detuve en seco, sintiendo sus miradas clavadas en mí como dardos afilados. No sabía cómo responder. ¿Debía ignorarlas y seguir caminando, o enfrentarlas directamente?
Antes de que pudiera decidir, sentí un fuerte tirón en mi mochila. El impulso me hizo retroceder un paso, desequilibrada.
Giré bruscamente, sintiendo una mezcla de sorpresa y enojo brotar en mi interior.
—¡¿Qué te pasa?! —exclamé, mirando fijamente a la chica rubia que había agarrado mi mochila.
Ella y su amiga se miraron entre sí con una mezcla de diversión y malicia. La chica rubia dejó escapar una risa burlona antes de responder.
—Relájate, solo queríamos darte la bienvenida adecuadamente —dijo manteniendo una sonrisa que parecía más una mueca de desdén.
Respiré profundamente, tratando de controlarme, pero las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas.
—¿Bienvenida? Parece más bien que están buscando a alguien a quien humillar para sentirse mejor con ustedes mismas —respondí con voz firme, mirando directamente a la chica rubia.Ella arqueó una ceja, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le contestara de esa manera.—Oh, tenemos una valiente aquí —dijo la secuaz con tono sarcástico.En lugar de retroceder, la chica rubia dio un paso hacia mí, con una expresión desafiante en su rostro. Extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello.—¿Por qué eres tan aburrida? —dijo, tirando ligeramente de mi cabello como si fuera un juguete.Sentí una mezcla de rabia y humillación. Nadie tenía derecho a tratarme así, especialmente no el primer día en la universidad. Sin pensar, aparté bruscamente su mano, haciendo que soltara mi cabello.—¡No vuelvas a tocarme! —exclamé, con voz tensa y mirándola fijamente a los ojos.Ella abrió los ojos con sorpresa y enojo, claramente no esperaba que le respondiera de esa manera.—¡Maldita! ¿Quién te cr
Mientras el maestro Alden hablaba, sentí una oleada de desinterés y frustración. No solo era mi primer día en la universidad y ya había tenido que lidiar con gente desagradable, sino que ahora tenía que soportar una clase sobre mitos y leyendas que no me provocaban absolutamente nada. Para mí, los cuentos de terror eran aburridos y predecibles, y no lograban emocionarme en lo más mínimo.Durante las próximas dos horas, me mantuve garabateando en mi cuaderno, tratando de encontrar la manera de hacer pasar el tiempo más rápido. Mis dibujos no tenían sentido, eran solo una mezcla de líneas y figuras abstractas que reflejaban mi deseo de escapar de aquella monótona lección.Ocasionalmente, miraba a Sara, que parecía estar bastante interesada en la clase. Le sonreía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, rezando para que esto terminara de una vez.En un momento, decidí mirar a través de la ventana. El cielo, que había estado despejado al inicio de la clase, ahora se había to
No me apetecía en lo más mínimo. ¿Por qué haría tal cosa? Ni siquiera sabía la finalidad de poner mi huella allí. Miré a Sara, buscando en su expresión alguna pista de lo que debía hacer, pero ella también parecía confundida y un poco inquieta.—¿Qué es esto exactamente? —pregunté, intentando mantener la calma en mi voz.Valeria sonrió de nuevo, pero esta vez había algo en su mirada que no me gustó.—Es solo un registro formal para la universidad —respondió con tono despreocupado—. Todos los estudiantes nuevos tienen que hacerlo.No estaba convencida. Algo en todo esto me parecía extraño y fuera de lugar.Pero antes de que pudiera decir algo, Sara puso su dedo índice en el huellero y luego plasmó la tinta en el papel. Me quedé sorprendida. ¿Para mi compañera era tan fácil hacer eso sin siquiera cuestionarse? Aunque, pensándolo bien, quizás solo quería evitarse problemas.—Tu turno —dijo Valeria, extendiéndome el huellero con una sonrisa que ahora parecía más forzada.Miré aquel objeto
En un primer momento, creí que la rubia era la cabecilla del grupo, pero al parecer me equivoqué, pues ahora veo que es Carolina quien está visiblemente lastimada.Me pregunto qué pudo haber ocurrido, pero claramente no es mi asunto. Me volví hacia Sara y, con una mezcla de desconcierto y desdén, le susurré:—¿Estos se creen de la alteza?A pesar de que ellos estaban a una distancia considerable, Valeria me miró con una expresión fulminante. Fruncí el ceño sin entender; si fue por mi comentario, en todo caso, no podrían haberme escuchado. Sin embargo, ella cambió rápidamente su expresión y optó por levantar la mano y saludarme con una sonrisa.Valeria continuó su camino, desapareciendo por uno de los pasillos principales. Me giré hacia Sara, aún confundida.—¿Qué demonios acaba de pasar? —murmuré, esperando que ella tuviera alguna respuesta.Sara se encogió de hombros.—No lo sé, pero no le des mucha importancia.Y así fue, porque el día se pasó en un cerrar de ojos, pero cuando estab
A la semana siguiente, decidí volver a la piscina. Pero esta vez, el lugar no estaba vacío. Un grupo de nadadores estaba entrenando y sus movimientos coordinados creaban ondas en el agua cristalina. Me acerqué al borde de la piscina, absorta en observarlos y fue allí, cuando estaba tan concentrada en el ritmo de los deportistas que no noté la presencia de alguien hasta que fue demasiado tarde.De repente, sentí un empujón fuerte y desequilibrante en la espalda, y antes de poder reaccionar, me encontré cayendo hacia adelante, sumergiéndome bruscamente en el agua fría.Con suerte, no me topé con uno de los nadadores, aunque el impacto de mi caída provocó un gran chapoteo que perturbó la práctica.La interrupción fue suficiente para llamar la atención del entrenador, un hombre corpulento con una expresión severa, quien se volvió hacia mí con el ceño fruncido y los ojos llenos de irritación.Se acercó al borde de la piscina, señalándome con un dedo acusador mientras su voz resonaba por to
El maestro frunció el ceño al verme. Bajó la mirada hacia su reloj de pulsera, apretando los labios en una línea fina. Luego levantó la vista nuevamente, encontrando mis ojos con una expresión de creciente irritación. El aula entera estaba en silencio, con todos los estudiantes observando la escena con curiosidad y anticipación.—Ha llegado veinte minutos tarde, señorita —dijo, con un tono de voz cortante como un cuchillo.Cada palabra parecía cargada de desaprobación. El profesor se cruzó de brazos, con una postura rígida, reflejando claramente su irritación. Pude sentir el peso de las miradas de mis compañeros, y el calor del rubor volvió a mi rostro, esta vez por la vergüenza de ser el centro de atención por segunda vez en el día.Mis ojos barrieron el aula en busca de culpables y se detuvieron en Lucas, quien estaba sentado al fondo, con una expresión de triunfo mal disimulada. Su sonrisa burlona y el brillo de satisfacción en sus ojos delataban que había sido él quien había alert
Decidida a concentrarme en mis estudios y en mantenerme al margen de cualquier drama, desvié mi atención hacia la clase de Literatura y Teoría Política, donde ya había perdido minutos valiosos. Si bien el tema no me apasionaba, me esforzaría en sacar excelentes notas, como lo había estado haciendo desde el colegio. Así que anoté todo, cada detalle que decía el profesor.A mi lado, Lucas parecía entretenido con su teléfono, sin un atisbo de interés en la asignatura. Sus dedos se movían rápidamente sobre la pantalla de aquel aparato último modelo, y de vez en cuando soltaba una sonrisa burlona, como si estuviera leyendo algo divertido. Su actitud despreocupada me irritaba aún más.¿Cuál era el sentido de estar aquí si se concentraba en cualquier cosa menos en lo que era realmente importante? Cada pieza de su atuendo gritaba opulencia: la camisa de diseñador, perfectamente planchada, los jeans impecablemente ajustados que probablemente costaban más que todo mi guardarropa, y las zapatill
Suspiré aliviada al verlo irse y recogí mis cosas, decidida a enfocarme en la próxima clase. Mientras caminaba por el pasillo, mi mente aún estaba ocupada con la situación absurda que había acabado de vivir. No estaba prestando mucha atención a mi entorno cuando de repente me choqué con alguien, haciendo que todos sus libros y papeles cayeran al suelo.—¡Lo siento mucho! —exclamé, agachándome rápidamente para ayudar a recoger sus cosas.Al tomar un libro y levantar la mirada, mis ojos se encontraron con los del chico al que Lucas había lastimado. Su mirada era intensa, con una mezcla de sorpresa y algo que no pude identificar de inmediato. Tenía un rostro anguloso y serio, con un aire de vulnerabilidad que contrastaba con su expresión dura.—¿Estás bien? —pregunté, intentando romper el hielo mientras le entregaba sus cosas.—Sí, gracias —respondió, tomando sus libros con una sonrisa agradecida, aunque sus ojos todavía mostraban una sombra de algo más profundo.Nos quedamos unos segund