Capítulo 83: Te gustan los juegos

—No hace falta que la humilles —escuché a mi lado una voz tranquila, aunque teñida de reproche.

Me giré de inmediato, encontrándome con Manuel recostado despreocupadamente contra una mesa cercana, una bebida en la mano y esa expresión neutral que parecía usar como escudo.

—¿Disculpa? —arqueé una ceja, utilizando mi tono afilado como una daga.

Él tomó un sorbo de su vaso, dejando que el momento se prolongara antes de contestar.

—Suficiente tiene con ser la… ¿cómo fue que lo dijiste? Ah, sí, la sirvienta de ese grupo —replicó con una calma exasperante, como si simplemente estuviera comentando acerca del clima.

No pude evitar resoplar, la burla y la molestia estaban escapando de mis labios.

—Creí que no sabías decir más de unas cuantas palabras —espeté, cruzándome de brazos mientras lo miraba con ira.

Él esbozó una media sonrisa, esa que parecía estar a punto de soltar una risa o un pensamiento que nunca decía en voz alta.

—Tal vez no hablo mucho —replicó, inclinando ligeramente la cabez
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