XXVIII Evidencia circunstancial

Kamus abrió la puerta de su casa y su expresión al ver a Daniela fue para enmarcarla. Hesher lo había hecho otra vez, sin dudas. El pasatiempo de ese hombre era fastidiarlo.

—¿Qué haces aquí?

Úrsula, que era muy buena leyendo expresiones (talento que curiosamente siempre le fallaba con Martín), dedujo que lo que en realidad quería decir era: "¿cómo te atreves a venir a mi casa?".

—El señor Hesher le envía esto —le tendió la carpeta.

—Creí que enviaría los documentos por correo.

Eso explicaba su informal apariencia y su sudadera cumpliendo el objetivo para el que había sido hecha. Tenía todo el pecho húmedo con sudor, el mismo que le bañaba el rostro y el cabello alborotado. Su piel, clara como la crema, resplandecía. Siendo objetiva, se veía bastante bien. Apetecible. Deseable. Ella era débil cuando de hombres ejercitándose se trataba, pero no dejó que se le notara. Si él había decidido ignorarla, ella también lo haría.

Rogar por nalgadas, ¡ja! Había que estar demasiado caliente para
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