Dados los catastróficos acontecimientos por los que atravesaba Úrsula, la reunión del día domingo con Bill se pospuso. No había mucho que informar de todos modos.Tampoco fue al gimnasio. A las nueve de la mañana llegaron los contratistas que Kamus había contactado y empezaron las labores de limpieza y reparación. Él también se presentó. Lucía ojeroso y cansado igual que ella, que tampoco había dormido mucho. El único que se veía radiante era Pedro. Probablemente sus problemas neurológicos no le permitían comprender del todo lo que ocurría, la realidad le era esquiva, pensaba Kamus. A mediodía, mientras los hombres trabajaban a toda prisa para acabar durante la jornada (había llegado hasta un camión con muebles nuevos, cortesía de la fortuna de Kamus), ellos conversaban en el patio, luego de comer. Pedro estaba junto a la pileta de los peces, jugando con una consola portátil, sin consciencia de lo que ocurría a su alrededor. Su edad mental debía ser la de un niño. —¡Sí! —celebró e
En las relaciones humanas, amar implicaba no sólo gozar de los momentos felices con la persona amada, sino también acompañarla en los momentos en que la felicidad escaseaba. Así se mantenía el equilibrio. Alfonso Kamus no tenía la certeza de amar a Daniela, pero le gustaba. Le gustaba como nunca le había gustado una mujer en su vida, le gustaba tanto como armar circuitos y construir cosas a partir de sus componentes fundamentales, así que cuando ella lo llamó para preguntarle si podía ir a verlo, no pudo decirle que no, pese a saber que vendría cargando con todos sus recientes problemas a cuesta. Si gozaba tanto con sus brillantes colores, tendría que aceptar también sus grises sombras.El problema era que no tenía mucha experiencia en eso de ser sensible y cariñoso, mucho menos en dar apoyo o consuelo porque estaba acostumbrado a racionalizarlo todo. Y sus romances de vacaciones tampoco le servían de aprendizaje porque eran tan breves que, en cuanto dejaban de serle placenteros, l
Las impropias risas de Martín llenaban la oficina de Kamus por la mañana. Habían comenzado la jornada con un café que les había preparado Darío, Daniela tenía el día libre.—¡Ay por Dios! —Martín se apretaba el vientre. Hasta le faltaba el aire—. Mi parte favorita de la historia es cuando llega el ex novio loco usando un smoking jajajajaja. ¡Vaya lugar al que te fuiste a meter! Tu vida se ha vuelto muy emocionante. —Nunca me había pasado algo así. Y espera a que te cuente sobre el tipo que escupía fuego.Las risas de Martín se multiplicaron. Kamus necesitaba un desahogo y la opinión de alguien que mantuviera distancia emocional con el asunto, para mantener la perspectiva y ser lo más objetivo posible al respecto.Él siguió con su relato del fin de semana. Su amigo dejó de reír cuando llegó a la parte del intento de suicidio de Pedro, poco después de la discusión que él y Daniela habían tenido. El muchacho se había cortado las venas y acabó internado en el hospital.—Imagino la angusti
—¿Cómo está tu hermano? —le preguntó Kamus a Daniela cuando ella se reincorporó a trabajar al día siguiente.Esperó prudentemente hasta la hora del almuerzo. Si a ella le daba por ponerse a llorar, al menos no se interrumpiría su trabajo.—Su ánimo sigue por los suelos, así es cuando tiene una crisis. Se abren las heridas antiguas y duelen tanto como al principio. Ya no sólo está triste por lo de la casa, sino también por la muerte de la abuela, de nuestros padres, hasta del perro que tuvo a los diez años.—No sabía que tus padres habían muerto.—Fue cuando todavía éramos unos niños, Pedro es la única familia que me queda.¡Y él deseándole la muerte al pobre infeliz! Era un hombre terrible, pero no sabía ser de otro modo.—Estar encerrado en casa tampoco le ayuda. ¿En qué ha trabajado? Tengo muchos contactos, podría conseguirle algo.—Él nunca ha trabajado, antes del accidente estudiaba gastronomía, pero ya no cocina. Hace poco empezó a hacer streaming de videojuegos.En otras palabras
Úrsula y Alfonso se separaron al instante, la adrenalina los tenía sin aliento.—Qué sorpresa... —le dijo él a la mujer que había entrado intempestivamente a su oficina, interrumpiendo el fogoso momento.Al Alfonso de antes jamás le habría pasado algo así, el Alfonso de antes tenía una disciplinada rutina y hábitos ejemplares. Era respetuoso de los lugares y los tiempos; era decente y honorable. El Alfonso de antes era cuidadoso, discreto y reservado.El Alfonso de antes estaba tan solo.—¿Me podrías dar unos minutos? —le pidió él. La mujer dejó la oficina, indignada. Ellos se apresuraron en ordenarse y lucir presentables.—¿Es alguna socia? —preguntó Daniela. Esperaba que el incidente no afectara la reputación del hombre, ella quería robar sus secretos, no boicotearlo.—Es mi madre.La cara de horror de Daniela lo hizo reír. —Vamos, te la presentaré.Dina Leal se abanicaba el rostro en los asientos que había frente al escritorio de Daniela. Darío le había ofrecido un vaso con agua
La lluvia de estrellas, evento que había ocurrido ya hacía algunas semanas, seguía teniendo efectos en la vida de Úrsula. Un suculento bono de desempeño en su cuenta bancaria había recibido ella por su participación intelectual en el desarrollo de la línea Stars. "Disfrútalo", le había escrito Alfonso. Estaba fuera de la ciudad, así que el fin de semana tampoco pudieron resolver el asunto pendiente.Lo ganado con el bono le bastaba para saldar dos veces la deuda con los prestamistas, pero de qué le serviría aquello si su hermano desfallecía a cada día que pasaba. —Pedro, vamos afuera. Tengo una sorpresa para ti.Allá fue Pedro, sin más remedio. Había estado trabajando duro últimamente, ya que su hermana había tenido la brillante idea de promocionar el canal donde subía los streaming. Afuera de la casa había estacionado un auto nuevo, reluciente, hermoso.—Genial, ¿cambiarás de auto? —preguntó con desánimo.Él se marchitaba mientras Úrsula resplandecía, estaba llena de energías, la
Úrsula preparó su habitación como si fuera a tener una cita romántica. Movió todo lo que la pudiera delatar en su trabajo de actriz, encendió algunas velas donde antes estaba su lámpara de premio Oscar, guardó sus libros de actuación y puso en el librero unos de tecnología, con los lomos apuntando hacia la cámara de su PC.—Pedro, si oyes ruidos raros viniendo de mi habitación, no te preocupes. Estaré practicando mis diálogos. —¿Necesitas ayuda?—No... no te preocupes. Descansa.Una lencería sensual y una bata de seda fueron los últimos detalles a la espera de la llamada de Kamus.Nueve de la noche y nada.Diez, ya se estaba durmiendo.A las once él la llamó.—¿Recién llegas al hotel? ¿Cuánto dura ese simposio?—Fui a cenar con algunos directores de empresas. Sé que ya es tarde, pero te llamé para darte las buenas noches.—¡¿Qué?! ¡No, todavía no! Voy a colgar y a enviarte un link. Ábrelo de inmediato.La curiosidad lo animó, también se estaba durmiendo. El link era para unirse a una
Martes, el día D.Kamus fue el primero en retirarse de la empresa, poco después lo hizo Daniela. Tenían el mismo destino.Él revisó que todo estuviera en orden en su casa, sobre todo en el dormitorio. Sábanas limpias, almohadas mullidas, toallas en el baño. Todo olía bien, Gema había hecho un buen trabajo.Revisó el cajón del velador. Sí, Gema era la mejor.En la cocina, la botella de champagne estaba en la cubeta con hielo. Dejó dos copas en la isla. Fue al pasillo que llevaba hasta el patio y cerró con llave la habitación que había casi al final. Cerró con llave también su estudio en el segundo piso y guardó las llaves dentro de una caja en lo alto del clóset.Daniela sería la primera mujer que se quedaría en su casa y debía ser precavido con los secretos que allí guardaba.Se paseó por la casa revisando todo una vez más.Ella llegó por fin. Tenía las mejillas enrojecidas y la respiración acelerada como si hubiera llegado corriendo y no en su auto. Estaba nerviosa, ansiosa. Le sirvi