La lluvia de estrellas, evento que había ocurrido ya hacía algunas semanas, seguía teniendo efectos en la vida de Úrsula. Un suculento bono de desempeño en su cuenta bancaria había recibido ella por su participación intelectual en el desarrollo de la línea Stars. "Disfrútalo", le había escrito Alfonso. Estaba fuera de la ciudad, así que el fin de semana tampoco pudieron resolver el asunto pendiente.Lo ganado con el bono le bastaba para saldar dos veces la deuda con los prestamistas, pero de qué le serviría aquello si su hermano desfallecía a cada día que pasaba. —Pedro, vamos afuera. Tengo una sorpresa para ti.Allá fue Pedro, sin más remedio. Había estado trabajando duro últimamente, ya que su hermana había tenido la brillante idea de promocionar el canal donde subía los streaming. Afuera de la casa había estacionado un auto nuevo, reluciente, hermoso.—Genial, ¿cambiarás de auto? —preguntó con desánimo.Él se marchitaba mientras Úrsula resplandecía, estaba llena de energías, la
Úrsula preparó su habitación como si fuera a tener una cita romántica. Movió todo lo que la pudiera delatar en su trabajo de actriz, encendió algunas velas donde antes estaba su lámpara de premio Oscar, guardó sus libros de actuación y puso en el librero unos de tecnología, con los lomos apuntando hacia la cámara de su PC.—Pedro, si oyes ruidos raros viniendo de mi habitación, no te preocupes. Estaré practicando mis diálogos. —¿Necesitas ayuda?—No... no te preocupes. Descansa.Una lencería sensual y una bata de seda fueron los últimos detalles a la espera de la llamada de Kamus.Nueve de la noche y nada.Diez, ya se estaba durmiendo.A las once él la llamó.—¿Recién llegas al hotel? ¿Cuánto dura ese simposio?—Fui a cenar con algunos directores de empresas. Sé que ya es tarde, pero te llamé para darte las buenas noches.—¡¿Qué?! ¡No, todavía no! Voy a colgar y a enviarte un link. Ábrelo de inmediato.La curiosidad lo animó, también se estaba durmiendo. El link era para unirse a una
Martes, el día D.Kamus fue el primero en retirarse de la empresa, poco después lo hizo Daniela. Tenían el mismo destino.Él revisó que todo estuviera en orden en su casa, sobre todo en el dormitorio. Sábanas limpias, almohadas mullidas, toallas en el baño. Todo olía bien, Gema había hecho un buen trabajo.Revisó el cajón del velador. Sí, Gema era la mejor.En la cocina, la botella de champagne estaba en la cubeta con hielo. Dejó dos copas en la isla. Fue al pasillo que llevaba hasta el patio y cerró con llave la habitación que había casi al final. Cerró con llave también su estudio en el segundo piso y guardó las llaves dentro de una caja en lo alto del clóset.Daniela sería la primera mujer que se quedaría en su casa y debía ser precavido con los secretos que allí guardaba.Se paseó por la casa revisando todo una vez más.Ella llegó por fin. Tenía las mejillas enrojecidas y la respiración acelerada como si hubiera llegado corriendo y no en su auto. Estaba nerviosa, ansiosa. Le sirvi
Úrsula no pudo evitar sentirse muy pequeña teniendo a Alfonso mirándola hacia abajo con su seria expresión.Siguió sintiéndose pequeña incluso cuando llegó hasta su lado.—¿Dónde estabas? —preguntó él, con voz severa.La piel le hormigueó ante la brusquedad de sus palabras.—Fui por mi teléfono.Lo que se oía como una vil mentira se volvió realidad cuando ella le mostró el aparato que guardaba a su espalda.El teléfono Deluxe.Alfonso la atrajo de la cintura y la arrinconó contra el muro del pasillo. Estaba duro y quería que ella lo supiera.Y lo disfrutara.Los demandantes besos con que la consumía le quitaban a Úrsula el aliento. Le apretó las nalgas y la levantó, ella le rodeó la cadera con las piernas y así avanzaron hasta la habitación. Él la había invitado a estar en su casa, pero el único lugar en que la quería era en la cama. La lanzó sobre ella. Del impacto a Úrsula se le soltó el teléfono, que rebotó en el piso.—Oh, no... —iba a incorporarse a verlo, él la mantuvo en su lu
Kamus ayudó a Úrsula a levantarse. La rodeó de la cintura al notar que le era doloroso estar de pie y la guio al sillón. Ella se sobaba la frente.—¿Qué carajos hacías detrás de la puerta?—Te estaba buscando... —respondió, con una mueca de dolor.Él fue por un analgésico y una compresa fría, que ella se apoyó en la frente. La tenía enrojecida.—Descansa un momento.Úrsula echó la cabeza hacia atrás, reclinándose en el sillón. Respiraba agitadamente y, de vez en cuando, dejaba salir unos suaves gemidos adoloridos. Su cadera se sentía en llamas, el coxis le ardía y estar sentada era una tortura. Intentó ponerse de lado para minimizar la presión.La falda se le había subido. La mano de Alfonso se apoderó del muslo que se asomaba. Lo masajeó, con claras intensiones de ir a por más.Ella lo miró con confusión por entre la compresa. La mano no dejaba de subir.—Alfonso, estamos en la oficina —lo regañó.Él se acercó más todavía, se inclinó sobre ella.—¿De verdad? No me había dado cuenta —
Úrsula no tenía palabras, ni el portazo en plena cara la había dejado tanto en shock como lo dicho por Kamus y sus intenciones.Volvió a mirar el papel entre sus dedos temblorosos. Lo tiró sobre el sillón, como si fuera una amenaza de muerte.—¿Nos iremos de vacaciones?... ¿Separados?—Claro que no, ¿qué sentido tendría eso?Tomar distancia emocional ahora que todo estaba revuelto, era lo que necesitaban, ese sería el sentido. —Ya tengo pensado un lugar que te encantará, pero podemos cambiarlo si quieres ir a otro sitio.—¿Me llevarás de vacaciones?—Sí, Daniela. Necesitamos un descanso.¿Descanso? Él no la dejaría ni caminar si se iban juntos, era una bestia lujuriosa, un toro, como había dicho Martín. Cómo iba a saber ella que entre sus mentiras se ocultarían tantas verdades. —¿Me vas a convertir en uno de tus romances de vacaciones? Tenía los ojos llorosos, pero estaba segura de que era por la rabia que él le provocaba y nada más. —No, Daniela.—¡Claro que sí! No nos conocimos
En su habitación del hotel, Úrsula respondía una llamada de Bill.—Supe que Kamus se fue de vacaciones con una mujer, es el momento perfecto para que te cueles en su oficina y lo registres todo.Úrsula ahogó una risa, buscando en el clóset. —Eh... No puedo hacer eso.—¿Por qué?—Porque yo soy esa mujer con la que él se fue.Ya no pudo evitar reír. Tuvo la precaución de cubrir el micrófono.—No me habías dicho lo mucho que habías avanzado es esa "estrategia".—Ha sido algo repentino, él puede ser muy... impulsivo. —Cogió un vestido ancho, fresco. Se lo puso mientras hablaba.—Pues deberías tener cuidado, recuerdo que dijiste que era un psicópata sexual.—Tal vez exageré un poco. Es un cretino, sólo eso.Un cretino que llevaba dos días portándose excelente. La había dejado descansar y recuperarse del estrés, sin pedir nada más de ella que su compañía y alguno que otro beso o caricia de vez en cuando, nada que los llevara a la cama. —Pues espero que esto nos beneficie.—Yo también. Es
Úrsula comía su desayuno despreocupadamente. Se llevaba los trozos de fruta a la boca mientras revisaba su teléfono. El Deluxe.Tenía la costumbre de ver las noticias sobre espectáculos todas las mañanas. La foto de una hermosa rubia llamó su atención. Alfonso, sentado frente a ella, no había probado bocado. Toda su atención estaba puesta en ella y en lo relajada que estaba. Él, por el contrario, era una masa tensa de músculos agarrotados.La rubia era Nina Sanders, la menos talentosa de sus compañeras en la academia de actuación. Linda, pero aburrida; risueña, pero tonta como una puerta.Nina, ahora "Nini", acaparaba la atención de la prensa porque acababa de firmar un contrato millonario para ser la protagonista de la súper producción del año, a cargo del repugnante productor "Dedos de oro".¡Esa podría haber sido ella! Ese contrato le correspondía por derecho.Alfonso la vio apretar un puño, mientras gesticulaba un claro insulto hacia el teléfono.El coprotagonista de "Nini" sería