El exceso de confianza y, puede que también su inexperiencia (apenas había actuado en unas cuantas obras de teatro de compañías pequeñas), tenía a Úrsula entre la espada y la pared.La mirada inquisidora de Kamus le cortaba el aliento.—¿Cómo...?... ¿Cómo que quién soy?... Soy Daniela... tu asistente... tu actual romance de vacaciones... ¿Por qué me cuestionas como persona?... ¿Qué hice para que me trates así? —unos segundos más y empezaba a llorar, ya tenía las lágrimas listas, pulsando contra sus ojos Kamus volvió a atraerla y le besó el vientre.—No seas dramática. Daniela no es dramática.Ella se tensó, era imposible que la hubiera descubierto. Se aferró a la idea de que sólo decía estupideces, así se vengaba por lo de Alfonso Junior y la gonorrea.—¿Me estás diciendo cómo debo ser?—No, claro que no.La sonrisa del cretino era radiante. Si que se estaba divirtiendo a su costa.—Es sólo que a veces me confundes porque haces cosas que no espero que hagas.—Soy un ser humano, Alfon
Lunes, mediodía. Los insistentes mensajes de Bill pidiéndole detalles de su avance con la nueva estrategia de acercamiento a Kamus tenían a Daniela agobiada."¿Qué puedo decirte, Bill? Creo que pasé de romance de vacaciones a novia oficial. Lo confirmaré cuando vaya a cenar con mi suegra". Necesitaba algo concreto para calmar a su jefe, por pequeño que fuera. La puerta de la oficina de Kamus se abrió y él se asomó.—Daniela, ven, por favor.Si se había levantado a hablarle en vez de usar el teléfono debía tratarse de algo importante. Úrsula rogó para que fuera algo que le interesara a Bill. Kamus la invitó a sentarse. Sobre el escritorio había una pequeña caja blanca, que él miraba con emoción.—Quiero que veas esto y me des tu opinión.Úrsula asintió. La caja guardaba un teléfono. Ella lo cogió y examinó.—Es parecido al mío. ¿Es un nuevo modelo?—El mismo, pero con algunas modificaciones. Es un prototipo que estamos desarrollando.Su equipo técnico había trabajado duro para tener
Alfonso seguía mirando a Úrsula con expresión sombría. Los celos eran algo espantoso, capaces de enloquecer a los más cuerdos y acabar con una relación. Sin embargo, en pequeña medida, podían resultar embriagadores. Ella estaba perdida entre la confusión y la embriaguez.—Vamos, ¡contesta! —exigió Alfonso, con firmeza.Úrsula tragó saliva, tenía el pulso acelerado. No se le ocurría qué inventar. —No es lo que parece, Alfonso, yo puedo explicártelo.—Ábrelo. Quiero ver qué regalos te da ese imbécil. —No... Yo llamaré más tarde a Mad para devolvérselo.La mandíbula apretada de Alfonso le daba un toque de rudeza que le quedaba bastante bien, era... viril. Ella quería trazar toda su contorno con la lengua. Quiso tocarle el pecho, sentir esa agitación que lo hacía elevarse con violencia, él le apartó las manos.—¡Ábrelo!Úrsula fue hasta la caja, seguida de cerca por Alfonso. Deslizó la cinta lentamente, en un vano intento por ganar tiempo. Una excusa para salir del paso, sólo eso neces
—¡¿Por qué debo tener una niñera?! ¡No soy un niño!—Es por el bien de todos, Pedro. No quiero que pase algo parecido a lo que ocurrió la última vez que te quedaste sin supervisión. Pese a los berrinches de su hermano, la señora Jacinta llegó para cuidarlo y evitar que volviera a quemar la casa. Alfonso pasó por ella a la hora acordada y juntos partieron a la casa de la suegra.Como era de esperarse para una cena familiar, el atuendo de Úrsula rebosaba sobriedad, un vestido elegante, amarillo mostaza y a la medida. Sin mangas y con un escote tipo barco, ajustado en los hombros, que dejaba al descubierto sus clavículas, lucía encantadora. Siendo conservador, se veía perfecta para presentársela a una madre también conservadora y dejarla satisfecha, eso pensaba Alfonso. Úrsula sabía que nada borraría de la mente de la mujer la primera imagen que tenía de ella, en el sillón de la oficina y con su hijo entre las piernas, pero se esforzaría.—¿Estás nerviosa?—No.—Mi madre puede ser agot
Una familia que llevaba tanto tiempo distanciada tenía mucho de lo que ponerse al día: trabajo, amistades, eventos sociales, anécdotas, chismes. Ellos no paraban de hablar.Y nada oía Úrsula. Perdida en sus cavilaciones, no le quitaba la vista de encima a Bill, su misterioso jefe que, de un momento a otro, se había vuelto mucho más misterioso. No podía creer que él estuviera allí, frente a ella, que conociera a Alfonso, el objetivo de todas sus intrigas... que fuera su cuñado.¿La hermana sabría algo? ¿Sería parte de toda la oscura trama de espionaje corporativo?Sintió náuseas de solo pensarlo. —Así que eres la asistente de Alfonso. ¿Qué tal es mi cuñadito como jefe? —le preguntó Bill.Úrsula no se lo creía. ¿Qué pretendía el patán al preguntarle eso? Enloquecerla, eso quería. Boicoterla. Acabar con aus nervios. Todos en el salón la miraron, esperando su respuesta. —No tienes que responder, no estás aquí como mi asistente —le dijo Alfonso.¡Su héroe!—Preveo un futuro conflicto de
"En cuanto te desocupes ven a mi oficina", le había dicho Alfonso.Úrsula respondió correos, agendó reuniones, imprimió documentos y fue con su jefe.No había recibido ninguna llamada o mensaje de Bill y ella tampoco lo había contactado. No quería ni pensar en él.—Ya está listo —dijo Alfonso. Frente a él estaba la caja del nuevo Deluxe S33 pocket—. Es para ti.—Pero ya me diste un teléfono.—Que no te gusta para nada. Este es perfecto para ti. De hecho, está fabricado para ti. Míralo.Ella llevó una silla y fue junto a él. Sacó el aparato de su caja y lo inspeccionó. La cubierta trasera era igual a la t4pa de los PC Stars.—¿Serán de la misma línea?—No. Éste hice que lo personalizaran para ti. Los bordes tienen unas muescas, para facilitar el agarre, así no se te caerá. Era un aparato bellísimo, único.—¿Estos teléfonos los hacen aquí?—Nuestra fábrica está en el barrio industrial, al norte de la ciudad. Aquí se ensamblan los prototipos, en el piso menos dos.El lugar debía estar ll
La ferocidad en su mirada le cortaba el aliento. Creyó que podría escaparse, pero habían enviado por él a la peor de las bestias.Y la bestia de Abdali no lo dejaría ir así como así. Lo enviaría al fondo de un lago o al despeñadero, no había más opciones tratándose de un monstruo como él. Un puñetazo demoledor le hizo crujir los huesos del rostro, una patada en el vientre le partió algunas costillas, otro puñetazo casi lo mandó al infierno. Estuvo seguro de que escupió algunos dientes. La bestia lo alzó de la ropa con su fuerza sobrehumana y le rugió frente al rostro, mirándolo con sus ojos refulgentes. Los rumores sobre él se quedaban cortos. ¡Era el demonio! ¡Era la muerte encarnada!—¿Ya te convencí de hablar? —preguntó la bestia, con su voz que era como un trueno.—¡Pero si no me has preguntado nada! ¡Pregúntame, por el amor de Dios, pregúntame! ¡Yo te lo diré todo!La sonrisa de la bestia dejó al descubierto sus dientes afilados justo cuando una canción de pop empezó a sonar en
En la vida había momentos tensos y luego estaba la reunión que Bill y Úrsula tendrían luego de la cena familiar en casa de la suegra. Él habló primero, allanando el camino con esa sonrisa burlona que era su marca personal y, tal vez algún día, la causa de su homicidio a manos de alguien con menos paciencia que Úrsula. —¿Quién diría que podríamos acabar siendo familia? JAJAJAJAJA.A Úrsula no le hizo ni pizca de gracia. Su ceño se frunció.—¿Cuál es tu objetivo, Bill? Me lo he estado preguntando desde ese día. No es sólo descubrir los secretos de Kamus, es algo más, ¿verdad? ¿Qué quieres de él? —¿Qué más podría querer de mi cuñadito? Es mi familia y lo estimo mucho. Jajajajajaja.Su cinismo era inaguantable, Úrsula hizo acopio de toda su fortaleza mental para no partirle la cara con el pisapapeles. —¿Qué pasará cuando tu esposa descubra lo que le estás haciendo a su hermano?—¿Hacerle qué? No hay pruebas de nada en mi contra. Supongo que no estarás pensando en traicionarme, Unavi.