XLV Todavía en el camino

Úrsula no pudo evitar sentirse muy pequeña teniendo a Alfonso mirándola hacia abajo con su seria expresión.

Siguió sintiéndose pequeña incluso cuando llegó hasta su lado.

—¿Dónde estabas? —preguntó él, con voz severa.

La piel le hormigueó ante la brusquedad de sus palabras.

—Fui por mi teléfono.

Lo que se oía como una vil mentira se volvió realidad cuando ella le mostró el aparato que guardaba a su espalda.

El teléfono Deluxe.

Alfonso la atrajo de la cintura y la arrinconó contra el muro del pasillo. Estaba duro y quería que ella lo supiera.

Y lo disfrutara.

Los demandantes besos con que la consumía le quitaban a Úrsula el aliento. Le apretó las nalgas y la levantó, ella le rodeó la cadera con las piernas y así avanzaron hasta la habitación. Él la había invitado a estar en su casa, pero el único lugar en que la quería era en la cama.

La lanzó sobre ella. Del impacto a Úrsula se le soltó el teléfono, que rebotó en el piso.

—Oh, no... —iba a incorporarse a verlo, él la mantuvo en su lu
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