Kamus ayudó a Úrsula a levantarse. La rodeó de la cintura al notar que le era doloroso estar de pie y la guio al sillón. Ella se sobaba la frente.—¿Qué carajos hacías detrás de la puerta?—Te estaba buscando... —respondió, con una mueca de dolor.Él fue por un analgésico y una compresa fría, que ella se apoyó en la frente. La tenía enrojecida.—Descansa un momento.Úrsula echó la cabeza hacia atrás, reclinándose en el sillón. Respiraba agitadamente y, de vez en cuando, dejaba salir unos suaves gemidos adoloridos. Su cadera se sentía en llamas, el coxis le ardía y estar sentada era una tortura. Intentó ponerse de lado para minimizar la presión.La falda se le había subido. La mano de Alfonso se apoderó del muslo que se asomaba. Lo masajeó, con claras intensiones de ir a por más.Ella lo miró con confusión por entre la compresa. La mano no dejaba de subir.—Alfonso, estamos en la oficina —lo regañó.Él se acercó más todavía, se inclinó sobre ella.—¿De verdad? No me había dado cuenta —
Úrsula no tenía palabras, ni el portazo en plena cara la había dejado tanto en shock como lo dicho por Kamus y sus intenciones.Volvió a mirar el papel entre sus dedos temblorosos. Lo tiró sobre el sillón, como si fuera una amenaza de muerte.—¿Nos iremos de vacaciones?... ¿Separados?—Claro que no, ¿qué sentido tendría eso?Tomar distancia emocional ahora que todo estaba revuelto, era lo que necesitaban, ese sería el sentido. —Ya tengo pensado un lugar que te encantará, pero podemos cambiarlo si quieres ir a otro sitio.—¿Me llevarás de vacaciones?—Sí, Daniela. Necesitamos un descanso.¿Descanso? Él no la dejaría ni caminar si se iban juntos, era una bestia lujuriosa, un toro, como había dicho Martín. Cómo iba a saber ella que entre sus mentiras se ocultarían tantas verdades. —¿Me vas a convertir en uno de tus romances de vacaciones? Tenía los ojos llorosos, pero estaba segura de que era por la rabia que él le provocaba y nada más. —No, Daniela.—¡Claro que sí! No nos conocimos
En su habitación del hotel, Úrsula respondía una llamada de Bill.—Supe que Kamus se fue de vacaciones con una mujer, es el momento perfecto para que te cueles en su oficina y lo registres todo.Úrsula ahogó una risa, buscando en el clóset. —Eh... No puedo hacer eso.—¿Por qué?—Porque yo soy esa mujer con la que él se fue.Ya no pudo evitar reír. Tuvo la precaución de cubrir el micrófono.—No me habías dicho lo mucho que habías avanzado es esa "estrategia".—Ha sido algo repentino, él puede ser muy... impulsivo. —Cogió un vestido ancho, fresco. Se lo puso mientras hablaba.—Pues deberías tener cuidado, recuerdo que dijiste que era un psicópata sexual.—Tal vez exageré un poco. Es un cretino, sólo eso.Un cretino que llevaba dos días portándose excelente. La había dejado descansar y recuperarse del estrés, sin pedir nada más de ella que su compañía y alguno que otro beso o caricia de vez en cuando, nada que los llevara a la cama. —Pues espero que esto nos beneficie.—Yo también. Es
Úrsula comía su desayuno despreocupadamente. Se llevaba los trozos de fruta a la boca mientras revisaba su teléfono. El Deluxe.Tenía la costumbre de ver las noticias sobre espectáculos todas las mañanas. La foto de una hermosa rubia llamó su atención. Alfonso, sentado frente a ella, no había probado bocado. Toda su atención estaba puesta en ella y en lo relajada que estaba. Él, por el contrario, era una masa tensa de músculos agarrotados.La rubia era Nina Sanders, la menos talentosa de sus compañeras en la academia de actuación. Linda, pero aburrida; risueña, pero tonta como una puerta.Nina, ahora "Nini", acaparaba la atención de la prensa porque acababa de firmar un contrato millonario para ser la protagonista de la súper producción del año, a cargo del repugnante productor "Dedos de oro".¡Esa podría haber sido ella! Ese contrato le correspondía por derecho.Alfonso la vio apretar un puño, mientras gesticulaba un claro insulto hacia el teléfono.El coprotagonista de "Nini" sería
El exceso de confianza y, puede que también su inexperiencia (apenas había actuado en unas cuantas obras de teatro de compañías pequeñas), tenía a Úrsula entre la espada y la pared.La mirada inquisidora de Kamus le cortaba el aliento.—¿Cómo...?... ¿Cómo que quién soy?... Soy Daniela... tu asistente... tu actual romance de vacaciones... ¿Por qué me cuestionas como persona?... ¿Qué hice para que me trates así? —unos segundos más y empezaba a llorar, ya tenía las lágrimas listas, pulsando contra sus ojos Kamus volvió a atraerla y le besó el vientre.—No seas dramática. Daniela no es dramática.Ella se tensó, era imposible que la hubiera descubierto. Se aferró a la idea de que sólo decía estupideces, así se vengaba por lo de Alfonso Junior y la gonorrea.—¿Me estás diciendo cómo debo ser?—No, claro que no.La sonrisa del cretino era radiante. Si que se estaba divirtiendo a su costa.—Es sólo que a veces me confundes porque haces cosas que no espero que hagas.—Soy un ser humano, Alfon
Lunes, mediodía. Los insistentes mensajes de Bill pidiéndole detalles de su avance con la nueva estrategia de acercamiento a Kamus tenían a Daniela agobiada."¿Qué puedo decirte, Bill? Creo que pasé de romance de vacaciones a novia oficial. Lo confirmaré cuando vaya a cenar con mi suegra". Necesitaba algo concreto para calmar a su jefe, por pequeño que fuera. La puerta de la oficina de Kamus se abrió y él se asomó.—Daniela, ven, por favor.Si se había levantado a hablarle en vez de usar el teléfono debía tratarse de algo importante. Úrsula rogó para que fuera algo que le interesara a Bill. Kamus la invitó a sentarse. Sobre el escritorio había una pequeña caja blanca, que él miraba con emoción.—Quiero que veas esto y me des tu opinión.Úrsula asintió. La caja guardaba un teléfono. Ella lo cogió y examinó.—Es parecido al mío. ¿Es un nuevo modelo?—El mismo, pero con algunas modificaciones. Es un prototipo que estamos desarrollando.Su equipo técnico había trabajado duro para tener
Alfonso seguía mirando a Úrsula con expresión sombría. Los celos eran algo espantoso, capaces de enloquecer a los más cuerdos y acabar con una relación. Sin embargo, en pequeña medida, podían resultar embriagadores. Ella estaba perdida entre la confusión y la embriaguez.—Vamos, ¡contesta! —exigió Alfonso, con firmeza.Úrsula tragó saliva, tenía el pulso acelerado. No se le ocurría qué inventar. —No es lo que parece, Alfonso, yo puedo explicártelo.—Ábrelo. Quiero ver qué regalos te da ese imbécil. —No... Yo llamaré más tarde a Mad para devolvérselo.La mandíbula apretada de Alfonso le daba un toque de rudeza que le quedaba bastante bien, era... viril. Ella quería trazar toda su contorno con la lengua. Quiso tocarle el pecho, sentir esa agitación que lo hacía elevarse con violencia, él le apartó las manos.—¡Ábrelo!Úrsula fue hasta la caja, seguida de cerca por Alfonso. Deslizó la cinta lentamente, en un vano intento por ganar tiempo. Una excusa para salir del paso, sólo eso neces
—¡¿Por qué debo tener una niñera?! ¡No soy un niño!—Es por el bien de todos, Pedro. No quiero que pase algo parecido a lo que ocurrió la última vez que te quedaste sin supervisión. Pese a los berrinches de su hermano, la señora Jacinta llegó para cuidarlo y evitar que volviera a quemar la casa. Alfonso pasó por ella a la hora acordada y juntos partieron a la casa de la suegra.Como era de esperarse para una cena familiar, el atuendo de Úrsula rebosaba sobriedad, un vestido elegante, amarillo mostaza y a la medida. Sin mangas y con un escote tipo barco, ajustado en los hombros, que dejaba al descubierto sus clavículas, lucía encantadora. Siendo conservador, se veía perfecta para presentársela a una madre también conservadora y dejarla satisfecha, eso pensaba Alfonso. Úrsula sabía que nada borraría de la mente de la mujer la primera imagen que tenía de ella, en el sillón de la oficina y con su hijo entre las piernas, pero se esforzaría.—¿Estás nerviosa?—No.—Mi madre puede ser agot