XVIII Sospechosa I
Mad seguía presionando las heridas de Ana cuando los paramédicos llegaron. Para sus suegros ya era tarde, pero ella luchaba por su vida pese a la gravedad de sus heridas. Él la acompañó en la ambulancia y sólo se separó de su lado cuando la ingresaron a la unidad de urgencias en la clínica.

El propio Antonio llegó a verlo a la sala de espera, demostrando una vez más que tenía ojos y oídos en todas partes.

—Luces terrible, chico.

"Casi como ese día", completó el hombre en su mente.

Mad tenía sangre hasta en el cabello y expresión ausente, de muerto en vida. Lo más bueno, puro y hermoso que tenía estaba a un paso de desvanecerse y él sólo podía estar allí, esperando, como había esperado junto al lecho de su madre enferma. El tiempo había pasado, él había crecido, se había vuelto fuerte y el dinero ya no le faltaba, pero se sentía tan indefenso e impotente como en aquel entonces.

—¿Crees que hayan sido los hombres de Markel? —preguntó Antonio.

De pronto la parálisis mental que h
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