Capítulo XXIV

Marcela ordenó sus pocas pertenencias en la habitación que le facilitó la mamá de Antonio. Era el cuarto más grande de la casa, pero quedaba en el primer piso y era algo húmedo y frío. Allí armó su cama, ubicó el escritorio y le cupo el sofá. Esperanza le dio una alfombra para que el lugar adquiriera más calor y en la noche, cuando casi terminaba de arreglarlo, lo sintió acogedor. Desde luego, estaba más cómoda en el apartamento, era imposible no darse cuenta de que había dado un paso atrás y no solo en su estabilidad económica, sino también sentimental. Esperanza la invitó a que comiera con ella, en el pequeño apartamento que ella se había reservado en el cuarto piso de la casa. 

—¿Te ha gustado la habitación? —pregunt&oacu

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