Capítulo XXIX

Fue quizá el cuarto o quinto día desde que regresó a la empresa cuando Marcela vio, por primera vez, a Antonio reuniéndose con Sergio en su oficina. La sombra de la infidelidad de Estefanía estrujó su corazón y casi se sintió rebotada de solo verlo, pero cuando vio a los dos amigos saludarse con afabilidad y hablar como si no hubiese la menor mancilla en su relación, se tranquilizó. Lo siguió viendo con frecuencia, por lo menos cada día de por medio. Se reunían por no más de una hora y después Antonio se despedía de ella, cuando sus miradas se cruzaban a través de la distancia de varios cubículos, sin llegar a acercarse. Así fue hasta ese viernes de fin de mes, cuando Antonio salió del ascensor con un rostro más jovial que de costumbre, tanto, que Marcela hubiera apostado a que no solo acababa

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