Capítulo XXXIV

Sergio no estaba mal. ¿Por qué no se había fijado antes en él? Bueno, con tantos hombres que se le acercaban, la mayoría de ellos unos bobazos completos, era difícil distinguir. Aunque, ahora que lo consideraba, Sergio tal vez sí fue uno de esos que intentó seducirla. Su rostro y voz le eran familiares, y no solo por las clases en las que se habían visto. Igual, ya no importaba y, si Sergio lo intentaba, y lo sabía hacer, ella, Estefanía Alarcón, estaba dispuesta a darle una oportunidad. 

Debió atraerlo con la mente porque su nombre apareció en la pantalla del celular. 

—Hola, Estefa, ¿cómo has estado? —saludó Sergio.

—¿Quién es? —preguntó Estef

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