Capítulo XXXII

Lo que había dicho hizo implosión en la tranquilidad que, hasta ese momento, había reinado en la casa de sus padres. Debió explicarse y, como suponía, mostrarle alguna prueba a su padre de lo que estaba diciendo. Cuando bajó su laptop e ingresó a los extractos bancarios de Antonio, Ignacio Alarcón apenas los miró y dijo:

—Eso no me prueba nada. 

—Pero, papá —dijo Estefanía—. ¿Es que no lo ves? Está en cero, no tiene nada. 

La mirada de su padre la llenó de angustia. Empezaba a ver que había expuesto a Antonio para nada. 

—Me estás mostrando una cuenta a nombre de su marido, ¿pero acaso no sabes si tiene otras?

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