14:20 hs. - Damián.
—Otra vez vuelves a hacer lo mismo.
—¿El qué?
—Ignorarme cuando te estoy hablando.
—¿Eres consciente de que estoy aquí contra de mi voluntad?
—Eso no es excusa. Eres muy maleducado.
—¿Yo maleducado?
—Que te esté chantajeando no significa que tengas que tratarme mal.
—Vaya espécimen eres.
Ahí estaba yo por segundo día consecutivo, cara a cara en una mesa almorzando con la becaria en vez de estar pasando con Salomé mis pocas horas libres. Y de nuevo me había llevado a ese bar que quedaba tan cerca de la cafetería donde trabajaba Zamira. Me estaba jugando el encontrarme con ella, y a saber cómo diablos resolvería el malentendido que seguramente se iba a generar. Con lo fácil que hubiese sido ir a la San Mostaza.
—Oye, ¿en serio me odias tanto? —me preguntó de repente. Lo cierto es que el día anterior me había propuesto tratarla bien, pero después de lo que había hecho en el despacho del jefe, ya es que no sabía ni cómo debía dirigirme a ella. Es por eso que trataba de mostrarle la indiferencia habitual.
—Yo no lo llamaría odio, pero es difícil apreciar a una persona que te amenaza con hacer que te despidan si no haces lo que ella dice.
—¿Y no te has parado a pensar por qué lo hago? ¿No se te ha cruzado por la mente que a lo mejor lo hago porque quiero pasar tiempo contigo?
—Pues...
—Lo que te dije ayer... lo dije de verdad —dijo entonces agarrándome el brazo que tenía apoyado en la mesa.
—Tengo novia, Clara —fue lo único que me salió decirle.
—¿Y por eso no vas a tener otras amigas mujeres?
—Puedo tener todas las amigas que quiera, pero eso no es lo que tú dijiste ayer —ya me estaba poniendo nervioso.
—Ah, ¿no? ¿Y entonces qué te dije? —se hizo la estúpida.
—Lo sabes muy bien. Deja de jugar conmigo, por favor —le respondí con toda la seriedad que pude. La voz ya me temblaba un poco.
—Jajaja. Eres muy fácil de molestar, Dami, por eso me gustas tanto.
—Qué graciosa que eres, niña.
No era nada bueno eso que estaba pasando ahí. Esa niñata estaba empezando a jugar conmigo como quería, y yo ya no sabía cuando hablaba en serio y cuando quería fastidiarme. Pero de momento no podía librarme de ella, tenía que apechugar y tragar lo que viniera. Perder el trabajo no era una opción.
—Y bueno, ¿entonces qué opinas de lo de Laura y Santiago? —dijo rompiendo el largo silencio que se había formado.
—Sigo creyendo que te equivocas.
—Dami, por favor, ¿qué más pruebas necesitas?
—Es que tú no los conoces, yo sí, ellos son como padre e hija... No entra en mi cabeza cómo podrían...
—Eso es porque eres demasiado inocente.
—Tú hablas como si lo supieras todo, y todavía te falta beber mucha leche, créeme.
—No me molestaría beberla si el que me la ofrece eres tú... —dijo otra vez en un tono picarón y rozándome la mano con la punta de sus dedos.
—¿Puedes dejar de tomarme el pelo de una puta vez? —respondí ya enfadado.
—Esta vez no te estaba tomando el pelo... —dijo mordiéndose el labio inferior.
—¡Camarero! ¡La cuenta por favor!
—Jajajaja.
Llegamos a la empresa a eso de las tres. Todavía tenía que hablar con Alutti para terminar de organizar la reunión que íbamos a tener ese mismo día en mi casa con Fernando, y también tenía que dejar preparado todo el trabajo para cuando volviera ya con la noche bien entrada.
Entramos en nuestra planta y no habíamos dado ni tres pasos cuando nos topamos con Lau.
—Damián, tengo que hablar contigo. A solas —me dijo muy seria.
—Bueno, Dami, luego hablamos —se despidió Clara no sin antes mirar con cierto desdén a Lau. Ésta no se quedó atrás y le devolvió una mirada con tintes asesinos. Yo estaba más perdido que nunca.
—¿Qué te dije ayer? —me dijo apenas perdimos de vista a la becaria.
—¿Eh? ¿De qué hablas? —pregunté con sincero asombro.
—Te dije que te mantuvieras alejado de esa mujer —me reclamó enfadada.
—¿Pero qué dices? Hemos ido a comer algo, nada más.
—¡La gente podría malinterpretar eso! Más te vale que no se entere Santiago.
—Vamos a ver, ¿te quieres tranquilizar? ¿Por qué diantres Santiago se iba a enfadar porque su becaria salga a tomar un café con un compañero? —entonces me agarró del brazo bruscamente y me arrastró hasta el pasillo con ella.
—¿Puedes hacerme caso y no hacer preguntas? No quiero que termines en la calle... Yo... no quiero... —me dijo sin soltarme pero esquivando la mirada.
—Lau... Es que estoy perdido... Ayer parecía que estabas bromeando y hoy parece que mi vida dependiera de ello... ¿Por qué no puedes decirme lo que está pasando?
—¡Deja de hacerme preguntas y hazme caso! ¡Soy tu jefa! ¡Ahora ponte a trabajar! —fue lo último que dijo antes de volver a meterse en las oficinas.
Me quedé de pie ahí en el pasillo, con cara de idiota y más desconcertado que nunca. ¿Tan apegado estaba Santiago a su becaria que no iba a dejar que nadie se le acercara? Igual no me cuadraba que se fuera a enfadar conmigo, porque él sabía que yo tenía novia y que la quería más que a nada en el mundo. ¿Serían familiares? La verdad es que no entendía nada.
—Sabe que lo sé y tiene miedo—dijo Clara apoyándose junto a mí en la pared.
—¿Ahora también me espías? —dije en un tono irrisorio.
—Sabía que esto iba a pasar. Ahora representas una amenaza para su affaire con... ya sabes.
—¿Una amenaza por qué? No le mencioné nada en ningún momento.
—Sabe que lo sé todo, y como ayer y hoy hemos pasado bastante tiempo juntos, piensa que en algún momento me voy a ir de la lengua.
—No sé... Es todo demasiado raro...
—Quizás deberíamos dejar de vernos, porque si se entera de que lo sabes, o incluso de que tienes una mínima sospecha...
—¿Qué? ¿Qué insinúas?
—"No quiero que termines en la calle. No quiero, no quiero" —imitó a Lau en un tono burlón—. ¿Todavía no te das cuenta?
—Eso lo ha dicho por Santiago, porque dice que se va a enfadar si nos ve juntos, cosa que no entiendo... ¿Acaso ustedes dos son familiares? —pregunté a ver si me sacaba la duda de una vez.
—¿Quienes? ¿Santiago y yo? No, hombre.
—¿Entonces por qué Lau está tan preocupada de que no nos vea juntos? Según ella puedo perder el trabajo...
—Es una excusa, Dami...
—¿Una excusa de qué?
—Si pierdes el trabajo no va a ser por Santiago, va a ser por ella. Lo que pasa es que para ella es más fácil cargarle el muerto al jefazo.
—Tú estás loca, ¿por qué Lau iba a hacer que me despidieran? —no quería alzar demasiado la voz, pero eso que había dicho no me había gustado nada.
—¿Otra vez te lo tengo que decir? No quiere que te acerques a mí porque tiene miedo de que te enteres lo de ella y el jefe.
—¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?
—¡Ay! ¡Qué lento eres! Lau no quiere que lo sepa nadie, porque si los trabajadores se llegan a enterar, es muy probable que tenga que dejar este trabajo que tantas ventajas le da.
—Te equivocas completamente. Ella sabe que yo no haría nunca nada que pudiera perjudicarla.
—Hay veces que es mejor no correr el riesgo, Dami...
—Vamos a dejarlo aquí, Clara. Tengo mucho trabajo que hacer todavía.
—Vale, pero ten cuidado, que no se te vaya a escapar nada delante de ella.
—Que sí, no te preocupes. Aunque sigo pensando que te equivocas.
—Eres demasiado testarudo, Dami. Quizás es eso lo que más me gusta de ti —volvió a decir en ese tonito de zorrita que tanto le gustaba poner. Tampoco faltó ese mordisquito a su labio inferior.
—Adiós, Clara.
—Bye bye, Dami.
Era hora de centrarme de una vez en el trabajo, ya había tenido suficiente de mujeres histéricas y molestas. Por la única que estaba dispuesto a soportar lo que fuera, era por Salomé. Ya estaba bien de tener que sacrificar mi tranquilidad por gente que no tenía nada que ver conmigo. Así que me dispuse a trabajar, despejando mi mente de toda m****a sobrante, y centrando todos mis pensamientos en mi dulce novia, a la que por fin iba a volver a ver después de dos días.
18:50 hs. - Salomé.Casi las siete de la tarde y Fernando todavía no había regresado. Acababa de hablar con Damián y me había dicho que venía de camino con su compañero. Si Fernando llegaba tarde a esa reunión, yo no iba a poder hacer nada para evitar que mi novio lo sacara a patadas de casa. El último mensaje me lo había enviado haría unos 20 minutos, por lo que también sabía que no le había pasado nada malo. El idiota se estaba retrasando porque le daba la real gana.Con lo bien que había salido mi encuentro con Zamira. Había podido solucionar el malentendido de la noche anterior. La falsa borrachera y la excusa de la discusión con Damián habían resultado ser un éxito. No era fanática de engañar a mi hermana, pero es que la situación así lo había requerido.Por suerte, todo terminó bien y terminamos pasando una agradable tarde hablando de sus cosas, de mis cosas, y de tonterías en general.Volviendo a lo importante, no podía quedarme quieta, iba de aquí para allá por toda la casa si
19:30 hs. - Damián.Ahí estaba yo, sentado en el sofá mediando entre mi compañero de trabajo de siempre y un amigo de mi novia que no hacía ni dos semanas que sabía que existía. El objetivo era que Andrés, mi colega, le alquilara un piso a Fernando, el amigote de Salomé.Al principio todo iba bien, mi compañero había mostrado buena predisposición hasta para aceptar venir a mi casa para tener una entrevista con el interesado. Pero, me dio la impresión de que al conocerlo, como que no le gustó mucho lo que vio. Y peor fue cuando Fernando le dijo que no tenía un empleo fijo, pero que iba a poder pagarle con una buena cantidad de dinero que tenía guardada.—¿Podemos hablar un momento a solas, Dami? —dijo de pronto— Es sólo un momento, chico.—Sí, por mí no hay problema —respondió Fernando.Salimos al corredor un momento, y ahí fue cuando Andrés blanqueó mis dudas.—No sé, eh... Sin ánimos de ofender, pero no me inspira mucha confianza.—Si es por lo de que no tiene trabajo, puedes creer e
04:30 hs. - Damián.Toda la noche trabajando. Toda la noche encerrado en esa maldita oficina. Hacía una hora que se habían ido todos y yo era el único que quedaba. Santiago me había pedido que terminara de pasar unos archivos a ordenador y no me había podido negar. Lo peor era que ese trabajo se suponía que lo tenía que hacer Lau, y mis últimas conversaciones con Clara no me hacían pensar muy bien de mi jefa.Terminé a las 4:45 de la mañana, aproximadamente. Recogí todas mis cosas y me dispuse a irme. Me pareció que era demasiado tarde como para irme a la casa de mi compañero, donde me estaba quedando. Y tampoco quería ir a la mía, porque si iba sólo a dormir, Salomé se pondría triste cuando me fuera temprano apenas me levantara. Así que decidí quedarme a pasar la noche en la empresa.Nadie lo sabía, pero en mis tiempo de jefe de equipo, me había hecho una copia de las llaves de uno de los cuartitos que estaban dedicados al personal de limpieza que en una época tenían permitido usar p
05:55 hs. - Damián.Cerré los ojos con todas mis fuerzas e intenté pensar en Salomé. Y estoy seguro de que hubiese funcionado si la becaria no hubiese agarrado y llevado mi mano a su teta. Lo siguiente que recuerdo es que nos fundimos en un apasionado beso y que mi fuerza de voluntad duró menos que la blusa de Clara cubriendo su cuerpo.—Te voy a hacer mío, Dami...Tras hacer manifiestas sus intenciones, se levantó de la silla y se colocó a mi lado. Yo todavía estaba sentado sobre la cama, en una posición de lo más incómoda, con el torso virado hacia un lado por consecuencia del beso que me acababa de dar con ella. Entonces, poniendo su mano en mi pecho, me fue empujando con suavidad hasta que quedé recostado por completo. Acto seguido, se montó a horcajadas sobre mí y, lentamente, fue bajando su cuerpo hasta que su cara quedó pegada a la mía.—Tócame —me susurró al oído.No sé por qué, pero esa petición me hizo recobrar la conciencia. «¿Qué mierda estás haciendo, Damián?» pensé al in
POV Salomé—¡Siempre dices lo mismo! ¡Estoy harta de tus promesas!Tras estas palabras, agarré mi abrigo, mi bolso y mi paraguas, y salí por la puerta.Estaba a punto de llorar y muy enojada, no podía creer que me lo hubiera vuelto a hacer, ¡había vuelto a romper su promesa! Pero ésta iba a ser la última vez, ya era hora de que eligiera, o su trabajo o yo. Así que decidí que lo mejor era irme a pasar unos días a casa de mi madre, sabía perfectamente lo mucho que le molestaba eso, pero pensé que un buen escarmiento le vendría bien. Todavía estaba a tiempo de llegar al último tren de las 10:45, tenía la estación a diez minutos a pie, así que dándome un poco de prisa llegaría sin problemas, si ese maldito ascensor se daba prisa en llegar.Durante el camino iba dándole vueltas al tema, tenía millones de cosas en la cabeza en ese momento, y por primera vez tuve dudas, ¿había hecho bien en irme a vivir con Damián tan pronto? Después de todo no hacía ni dos años que estábamos saliendo, y las
7:45 PM - POV Salomé—¡Hogar dulce hogar! ¡Vamos, alegría, alegría! ¡Alegría, vamos!Repetía Zamira una y otra vez en intentos constantes de levantarme el ánimo. Había regresado a casa después de ocho largos días internada, y mi querida hermana no se apartaba de mi lado, al igual que en el hospital. No estaba del todo bien, todavía me sentía débil, pero eran simples sensaciones, físicamente, salvo detalles, me encontraba perfectamente. Tenía la pierna enyesada y todavía me estaba recuperando del golpe en la cabeza, los médicos me habían dicho que con mucho reposo y siguiendo algunas instrucciones, estaría recuperada en poco tiempo.—Sí, yujuu... — respondí algo desanimada, mientras me acomodaba en la silla de ruedas que acababan de sacar del baúl del coche.Realmente seguía sin tener ganas de hablar con nadie, quería estar sola, sentía vergüenza por todo lo que había pasado. Le había ocasionado problemas a todos los que me rodean por un pataleo propio de una niña malcriada, no quería
Conocí a Damián en la Universidad, en el año 2010, cuando yo tenía 19 años y recién empezaba a estudiar magisterio. En cambio, él ya era un veterano, tenía 25 años y estaba terminando la carrera de Administración de Empresas. La verdad es que me fijé en él desde la primera vez que lo vi, en una charla a los novatos en el salón de actos de la Universidad. Me encantaba como se expresaba, la seguridad con la que lo hacía, lograba tener a todos los alumnos nuevos muy atentos. Además era un hombre muy apuesto (y lo sigue siendo). Cómo lo describiría... Alto, 1.85 apróximadamente, unos ojos negros penetrantes, pelo negro corto, barba de dos días, un cuerpo bastante atlético, que no era el de David Beckham, pero tampoco el de un flaco raquítico. Bueno, me sentí atraída a él desde el primer momento que lo vi, pero no me atreví a hablar con él hasta un mes más tarde, en la biblioteca. Yo estaba perdida y muy alterada con un trabajo de literatura que tenía que entregar esa tarde y todavía no ll
6:00 PM - POV Fernando—Ah... ah... ah... ah... sí...—Mirá la diferencia que hay cuando te liberás. Así es otra cosa, preciosa, jaja.—Cierra la puta boca ya y no bajes el ritmo.Por fin, y después de tanto intentarlo, la tenía en su cama matrimonial a cuatro patas gritando como una perra. No era lo mismo cogérmela en mi cuartucho de tres al cuarto que en la cama donde dormía con su marido todas las noches. También me la había empomado varias veces en la cocina, cuando su marido se duchaba, pero ahí se contenía demasiado y muchas veces ni me daba tiempo a acabar. Pero, sin duda alguna, el mejor polvo con ella fue en su baño, el cornudo de su marido había llegado temprano a casa ese día y a mí no me daba la gana volver a quedarme a medias, así que nos encerramos en el baño, puse la traba, y le seguí dando con todo, incluso 'Corneta' golpeó la puerta y le preguntó si estaba bien, porque por momentos se le escapaban gemidos a la yegua, fue un momento único.—Ah, ah, ah, ah, ah, ah, Dios