Capítulo XI

Mientras miraba en torno a la elegante galería, Marisa pensó que el principal propósito de la mayoría de los asistentes a la exposición, pertenecientes a la élite social de la ciudad, era ser vistos en acontecimientos como aquél.

La galería exponía los cuadros de tres conocidos pintores del país.

-Cuánto me alegro de verte por aquí, Alice.

Marisa miró al hombre que había saludado a su hermana y sonrió cuando ésta hizo las presentaciones.

-Te presento a Craig Mitchell, mi jefe.

Marisa notó el ligero rubor que cubrió las mejillas de su hermana y alzó una ceja con expresión especulativa cuando el hombre se alejó.

-No quiero comentarios -advirtió Alice en voz baja, y Marisa sonrió.

-¿Algún interés oculto?

-No.

Y las vacas volaban, pensó Marisa mientras dedicaba a su hermana una especulativa mirada.

-Es toda una reunión, ¿verdad? -dijo Alice.

Marisa asintió.

-Debe de estar toda la gente guapa de la ciudad con sus mejores galas.

-Hablando del rey de Roma -susurró Alice-, una de las mujer
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